Como hace ya algunos años, esta semana estaré haciendo una clase sobre el rol de los inversionistas institucionales en el gobierno corporativo, como parte del diplomado sobre el tema de la Pontificia Universidad Católica. Cada año pregunto a los alumnos por casos que ellos conozcan en que los inversionistas institucionales hayan tenido influencia en las empresas. Las respuestas suelen limitarse al caso Chispas y otros similares, donde las AFPs y algunos fondos nacionales dieron batalla a algún controlador que no respetó los derechos de los accionistas minoritarios.
Pero fuera de esos casos, de confrontación, no suele haber muchos otros ejemplos. Y no es que los alumnos estén mal informados, sino que, a diferencia de lo que ocurre en muchas otras partes del mundo, en Chile la influencia de los inversionistas es muy limitada, lo que, por cierto, impacta la calidad del gobierno corporativo de nuestras empresas.
Para ilustrar esto podemos considerar lo que está haciendo Norges Bank Investment Management (NBIM), que es el administrador del fondo de pensiones de Noruega. Un gigante vikingo con 1.430 billones de dólares invertidos en una cartera global con 71% de acciones, 26% de renta fija y el resto en bienes raíces e infraestructura de energía renovable. Tiene una participación promedio de 2% en prácticamente todas las principales empresas del mundo.
El pasado 15 de septiembre, NBIM publicó un documento en que explicita sus expectativas climáticas actualizadas. Ahí explica cómo, a su juicio, se deben gestionar los riesgos y oportunidades climáticos en las empresas en que invierte, si es que esas empresas quieren seguir contando con ellos como accionistas y con sus votos. Veamos algunas de sus expectativas:
Con sólo su 2% promedio de propiedad, NBIM tiene mucha influencia en las más grandes empresas del mundo, porque en ellas suele haber una propiedad dispersa, de forma que un 2% de los votos pasa a ser relevante. Cuando NBIM, Blackrock, Fidelity y otros grandes institucionales declaran sus expectativas, esas empresas y sus directorios escuchan.
En nuestro país, que es top 5 en concentración de la propiedad accionaria según los datos de la OECD, los controladores suelen tener más de dos tercios de las acciones, de forma que no necesitan el voto de nadie (el quorum más exigente para las decisiones corporativas es del 66,7%). Por eso, cuando uno pregunta a los inversionistas institucionales internacionales si en Chile los escuchan, suelen decir diplomáticamente que sí, “en cierta medida.”
Para cuantificar esa medida, los invito a hacer el ejercicio de analizar cuántas de las expectativas de NBIM se cumplen hoy en nuestras empresas listadas. Aporto un dato; según una encuesta del Centro de Gobierno Corporativo UC y la auditora Mazars, de 2021, solo un 26% de los directorios reportó que abordaba de manera sistemática los asuntos de sostenibilidad y menos del 20% declaraba contar con las capacidades para hacerlo, admitiendo que la principal carencia era el conocimiento de materias ambientales.
Nuestras empresas tienen un largo camino por delante en materia de cambio climático. Escuchar a los inversionistas y revisar ejemplos de cómo están tratando este tema, puede ayudar a nuestros directorios a abordar un desafío que para muchos es nuevo. Preguntémonos por qué a un noruego, que solamente tiene 2% de una empresa al otro lado del mundo, le preocupa que ella aborde profesionalmente los riesgos y oportunidades del cambio climático, y sus impactos. Algo saben los vikingos.
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