Piñera es sin duda una de las figuras más importantes de la política chilena post transición. Habiendo sido senador y presidente dos veces, es parte integral de la camada de políticos que ayudaron a cambiarle el rostro al país. Tomó lo que hizo la concertación y lo profundizó. Haber sido catalogado como un problema tanto para la oposición como para el oficialismo solo habla de su centralidad y relevancia.
Piñera fue un hombre con tantos amigos como enemigos. Pero, de alguna forma, entre tanta controversia, logró lo que muy pocos han logrado. A pesar de haber representado la traición para la derecha más dura y lo peor del modelo neoliberal para la izquierda, logró sacar a Chile adelante. Si nada más, en su primer gobierno lo hizo en lo económico y en su segundo gobierno lo hizo con lo democrático.
Dependiendo desde donde se le miró, Piñera tuvo mil apelativos. Se le llamó decé, socialdemócrata, empresario, y hasta conservador. Pero, lo único cierto es que fue pragmático. Siempre entendió la importancia del diálogo y de no quitarle la vista al objetivo hasta conseguirlo. Negoció hasta el último día de su vida, siempre pensando en conseguir el mejor trato posible para los chilenos.
Se equivocó muchas veces, como todos se equivocan. No fue un hombre perfecto, como nadie lo es. Se llevó insultos de la calle, y hasta lo trataron de acusar constitucionalmente dos veces. Pero Piñera pudo más. Nunca bajó la cabeza. Con su convicción y su familia, persistió, y al final, ganó. Fue un hombre de honor y con oficio. Será recordado por su dedicación, su tenacidad, su buena disposición y su liderazgo.
No es casualidad que los chilenos se hayan congregado espontáneamente a cantar el himno nacional al ver el carro fúnebre pasar. Como ocurre siempre, a las figuras titánicas como Piñera solo se les aprecia expost. Polémico en vida, su imagen solo crecerá tras su muerte. De a poco, lo que hizo por el país comenzará a asomar y a mostrar lo mucho que hacen falta personas de su estatura. Personas que puedan hacer mucho con poco.
Piñera es lo que Isaiah Berlin hubiese llamado un zorro, una persona incapaz de entender el mundo a través de un solo lente. A diferencia de los erizos, que entienden todo a través de la ideología, Piñera era capaz de ver las luces y las sombras tras las ideas. Hay quienes por tener solo un martillo, ven todo como un clavo. Piñera tenía la caja completa de herramientas. No construyó una sola gran casa; construyó miles de casas pequeñas.
A pesar de haber sido visto como retrogrado, fue el primero en criticar a la derecha, desde la derecha, por su rol en la dictadura, y fue quien se encargó en establecer la unión civil. A pesar de haber sido acusado de solo obrar para la elite, fue el único que logró grandes avances para la clase más vulnerable en el tema de pensiones. Con la PGU, logró garantizar lo que nadie antes que él pudo garantizar.
Piñera ya se extraña por su capacidad de gestión. Después del terremoto del 27F reconstruyó a Chile del suelo con eficiencia y velocidad. Cuando golpeó el Covid, logró asegurar millones de vacunas. Ante los incendios en los cerros siempre actuó con velocidad para devolverle la dignidad a las personas y cuando el octubrismo golpeó en las grandes ciudades hizo lo necesario para mantener la unión.
Piñera fue un hombre que dialogó con todos. A pesar de haber partido con sendas críticas a lo que hizo y a lo que no hizo, probablemente nadie más que él lo podría haber hecho mejor. En las horas más oscuras, entre octubre y noviembre de 2019, actuó con temple y amor por la patria. Cuando tuvo que darle protagonismo a la oposición, se lo dio. Cuando tuvo que agachar la cabeza, lo hizo.
El legado económico, social y político Piñera solo crecerá. Su memoria se enaltecerá y caerá como una sombra por sobre todos aquellos que solo les interesa llevar agua a sus molinos. Mientras que Piñera pasará a la historia por sus logros, sus críticos serán recordados por haberlo criticado, haberlo denostado, haberlo tratado de expulsar del país, solo para luego tomar su lugar y no haber hecho absolutamente nada.
Los discursos de Piñera envejecerán bien. Siempre los escribió pensando en las grandes mayorías. Algunos pasajes se leerán como ilusiones de un soñador, pero al menos habrán sido en la dirección correcta. Hay solo quienes están atragantados con la ambición de llegar al poder. Él no era uno de esos. Dio un paso adelante cuando lo tuvo que dar. Su liderazgo brilla por su ausencia hoy en día.
No se puede recordar a Piñera sin pensar en el estallido social. Pero más importante, no se puede recordar a Piñera sin pensar en el país pre-estallido social. Un país desigual pero unido. Un país que avanzaba lento pero seguro. Un país donde los políticos tenían diferencias, pero no se sacaban los ojos como cuervos. Hoy, Chile se ha convertido en un constante combate de trinchera.
Piñera será recordado por su cariño a Chile. Por haber puesto todo a disposición del país. Piñera hizo más por Chile que cualquiera de sus críticos. Y por lo mismo, pasará a la memoria colectiva de la nación. Hacen falta más personas como Piñera, que en situaciones difíciles, como la actual, sepan cuando deben ceder y cuando deben insistir. Faltan personas que sepan lo que tienen que hacer por el bien de Chile.
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