Todo lo provocado por Democracia Viva ya es una inundación en tres dimensiones. Una primera es la que han ejemplificado varios medios que llevan un conteo de cuánto es el monto involucrado en los traspasos a fundaciones que son cuestionables. Una segunda dimensión, es la altura, cuán arriba llega la crisis. El presidente ha tenido que intervenir más allá de lo prudente en sus declaraciones, y solo una jugada de último minuto del Ministro de Justicia similar a la de Suárez en un mundial evitó un asunto mayor. Otra tercera dimensión es la geográfica, pareciera que no es un modus operandi solamente de Antofagasta y el grupo cercano de la diputada Catalina Pérez.
A más de 20 días del ya histórico reportaje de Timeline, el rol de Latorre sigue siendo fundamental. El presidente de RD recuerda a aquellos operadores de Chernobyl que ante un aumento de la temperatura mueven las perillas en sentido contrario a lo que la norma y el buen sentido indican. Sin duda que otro gallo cantaría si no hubiese escalado hasta el ministro Montes en aquella entrevista radial. Acotado a RD, como debió haber pasado sin el error del senador, habría seguido siendo un asunto grave, pero con más tiempo para poder reunir antecedentes y administrar mejor. Es muy extraño que Latorre siga a cargo de RD, con el daño consiguiente que lleva cada minuto en el cargo.
Viene el capítulo judicial. Una serie de fiscalías regionales se han activado para investigar los convenios con fundaciones como la de Democracia Viva. Más allá de la indignación pública, tendrán que probar más allá de toda duda que hubo delitos, y ese proceso será muy largo en el tiempo. Lo que sí viene es una serie de filtraciones en los medios, más o menos escandalosas, como se han acostumbrado muchos fiscales a hacerlos. La competencia en un período donde corresponde evaluar el desempeño y muchos querrán acomodarse a los aires del nuevo Fiscal Nacional puede generar otra inflación de apariciones en los medios de fiscales mediáticos, como ocurrió con los casos de financiamiento de la política.
Se instaló lo peor, la caza de brujas sobre “quien sabía” En el juego de culpas que se instala en esta crisis, los medios también han apuntado a destacados personeros de gobierno como el jefe de asesores del segundo piso y la directora de presupuestos, por supuestamente “saber antes”. No hay evidencia que los involucre, a diferencia del núcleo cercano a la diputada Pérez, pero el solo hecho de firmar oficios institucionales los vuelve en blancos de disparos. Son víctimas de una especie de inflación sobre quién sabía y quién no. El efecto que puede tener esa paranoia en la administración pública es paralizante, pues podemos terminar en la práctica con que cada funcionario público optará por no resolver y traspasar a su superior cualquier información que resulte conflictiva.
La oposición está despertando El conflicto se ve demasiado sabroso por la propia inquina interna larvada del Socialismo Democrático hacia el ministro Jackson, quien apoyó en su momento a la diputada Pérez para la presidencia de RD. Las palabras del senador Insulza, que coloca un criterio moral distinto al ministro Montes con relación a Jackson, es una clara vendetta por su intento repetido de marcar distancias valóricas con la generación que le antecedió.
La duda es en quién centrarse entre tanta autoridad cuestionada. Jackson tiene el especial condimento que es cercano al presidente, y un ataque a él, es directo al corazón de la Moneda. Es probable que el intento de Boric de salir a responsabilizarse por la información recibida fue para poner su pecho antes que le llegaran las balas a su ministro de Desarrollo Social.
Comienza la temporada de acusaciones constitucionales siendo el primer turno el del Ministro de Educación con pronóstico reservado. Posteriormente la oposición preferirá ir por Jackson, aunque a varios la irritación de los socialistas por Montes los puede tentar y así meter una cuña peligrosa en el oficialismo.
La comisión que se armó para estudiar estos casos puede ser una salida, pero a un precio caro. Los nombres elegidos, cargados más bien hacia la oposición, poseen una respetabilidad fuera de toda duda, por ello sus conclusiones serán escuchadas y es probable que sean mucho más aterrizadas que algunas ideas peregrinas de la comisión Engel como el refichaje de los partidos políticos. Pero también es un arma de doble filo, pues podría hacer un punto de valoración de la gestión del gobierno en materia de fundaciones, complicando a la Moneda, cuando lo que necesita es salir jugando.
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