Diciembre 30, 2023

Benjamín Labatut: el escritor chileno al que todos quieren leer y que recomienda Obama

Marcelo Soto
Créditos de imagen: El Periódico.

Probablemente el libro más comentado de 2023 fue Maniac, de Benjamín Labatut. Un escritor chileno del que poco se sabe. Él dice “cuanto menos sepan mejor”. Tras un extraordinario debut en 2012, la crítica local lo trató mal por su segundo libro. Sin embargo él persistió y ganó fama en el mercado internacional. Cosmopolita y distante de los medios, quienes lo conocen revelan otras facetas del escritor.


El inicio. La escena ocurrió en 2013, en la Feria del Libro del Parque Forestal. Reunidos bajo la categoría de la generación de escritores sub 33, estaban una tarde calurosa Simón Soto, Diego Zúñiga, Pablo Toro y Benjamín Labatut. Todos ellos habían debutado con buenas críticas y darían que hablar aún más desde entonces, sobre todo este último, que ha traspasado las fronteras y entrado a las grandes ligas internacionales.

  • Después de la conversación, a la que asistieron no más de 20 personas, la mayoría siguió celebrando en la casa de uno de ellos a pocas cuadras de allí. Pero no Labatut.
  • Tiene fama de misterioso, de excéntrico, pero quienes lo conocen lo describen como un tipo divertido, que se ríe de si mismo y sabe hacer reír a los demás. Le gustan los tatuajes.
  • Desde Bolaño y Zambra que no había un escritor chileno tan exitoso. Lo recomienda Obama (y es segunda vez que lo hace, primero con Un verdor terrible y ahora con Maniac), fue finalista del Booker Prize y del National Book Award.

Biografía elemental. Nació en Rotterdam en 1980, se trasladó a Chile cuando tenía dos años y vivió en Santiago hasta los ocho. En ese momento sus padres regresaron a La Haya, donde se quedó cinco años, para volver a Santiago. “También estuve bastante tiempo en Buenos Aires por una novia (la que me salvó del Señor)”, ha confesado, aludiendo a una faceta muy religiosa por la cual pasó.

  • Su primer libro de cuentos, La Antártica empieza aquí (2012), fue una revelación. El crítico Juan Manuel Vial escribió: “Casi nunca llega el momento en que, como crítico de libros, uno puede predecir con absoluta certeza quién será un futuro autor prometedor tan pronto como publique su primer libro”.
  • Pero no todos los críticos pensaban igual. Como cuenta Marcela Fuentealba, quien sería su editora, “yo estaba de jurado del premio del Consejo del Libro. Para mi era lejos el mejor. Pero no hubo consenso. Me acuerdo que (la crítica) Patricia Espinosa, lo bajó”.

El gran desafío. El segundo libro de un escritor, sobre todo si el primero fue elogiado, siempre es complejo. Fuentealba, que en ese tiempo trabajaba en Hueders, fue la editora de Después de la luz, que a pesar de ser valorable, recibió críticas mixtas. El propio Vial, que lo había aclamado al principio, fue demoledor: “La obra de Labatut plantea a cada instante una duda grave: ¿de dónde provienen los diferentes párrafos que componen el relato fragmentario?; ¿fueron copiados textuales de internet, como se sugiere al principio, o el autor los intervino con diferentes grados de intensidad?”.

  • Esta es una crítica que lo persigue desde entonces, pero lo cierto es que Labatut, según cercanos, es un gran lector, que investiga los temas de forma minuciosa. “Aquí lo que se dice es que saca las cosas de Wikipedia. Eso es una tontería. Él investiga muchísimo. Se obsesiona con los temas”, dice Fuentealba. “Me acuerdo que la crítica chilena lo trató muy mal; lo leyó con mucha saña”, agrega la ex editora del autor, a quien describe como “agudo, por eso puede caer mal, pero en la intimidad es muy chistoso”.
  • Labatut, a partir de Después de la luz, reconoció que los críticos “me compararon con las personas que más odio. Charlatanes espirituales o simplemente gente drogada con sus propios suministros, enamorada de sus propias tonterías”.
  • El sitio LitHub publicó un artículo sobre Labatut titulado “el autor que no será perfilado”. Allí cuenta que fue un “periodista bueno para nada” para la FAO durante casi dos décadas. No buscaba ascensos, solo escribir. “Almorcé solo todos los días durante 17 años… La literatura requiere una especie de psicosis controlada” .
  • También ha dicho: “No importa el éxito que tengas en Sudamérica. Nunca vas a vivir de la literatura. Entras en ello sabiendo que es una empresa fallida”. Hoy se comenta que sus adelantos superan todo nivel para escritores en Chile.

El salto. Precisamente con Un verdor terrible, con historias mezcladas de científicos, cuya inteligencia roza la locura, alcanzó la fama en EEUU e  Inglaterra, el primer paso para un carrera imparable. Maniac, que escribió en inglés y él mismo tradujo al español, sigue la misma senda: la relación entre el delirio y la razón, con dosis de ficción y no ficción.

  • Otra cosa que lo distingue es su transversalidad. Jaime Mañalich y Agustín Squella lo han elogiado. Este último dice: “Lo que veo es una calidad de su prosa enteramente inusual. Una calidad de la escritura y a un ritmo que parece justo, exacto. Me acuerdo de la definición anatómica de la envidia que nos dejó Neruda: “Esa grieta de un hombre en la boca”. Mencione usted a Labatut en presencia de escritores y vea si aparece o no esa grieta. Joven, muy talentoso, con éxito – y probablemente con un carácter complicado- y eso en el Chile de hoy tiene poca aceptación”.
  • Uno de sus amigos escritores en Chile es Rafael Gumucio. “Siento que aquí le tienen como resquemor. Es un escritor internacional, que escribe en inglés. Me cayó bien él, entre otras cosas, porque no corresponde mucho a la estética chilensis, relacionada al mundo del llanto y de la epifanía del yo”.
  • María José Viera-Gallo apunta: “Me llama la atención de Labatut el hecho de que no participe de algún tipo de vida social-literaria con los escritores de su generación, tales como Simón Soto, Pablo Toro o Diego Zúñiga por nombrar algunos narradores. Mal que mal son sus contemporáneos”.
  • Pero Simón Soto, que estuvo en 2013 con Labatut, cuando era un debutante en el Parque Forestal, señala: “Lo que le ocurre a él es una cosa extraordinaria. Cualquier escritor quisiera ese éxito, esa masividad. Y no tiene por qué tener un vínculo con el medio literario nacional. Los escritores lo único que tenemos que hacer es escribir bien. Lo otro a mí me parece absolutamente secundario”.
  • Respecto a su opción por escribir en inglés, dijo en LitHub, “no quiero meterme en muchos problemas, pero simplemente citaré a Borges, quien admitió que le parecía un idioma mucho mejor que el español”. Y sobre el misterio que lo rodea, añadió: “Cuanto menos sepan, mejor. Y soy una persona muy interesante”.

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