-Daniel, cuéntame la historia de este proyecto. ¿Cómo surgió la idea?
Daniel Vivanco: Comienza en los meses posteriores al estallido, cuando veo que Carlo Siri (dueño de Antigua Fuente) está sumergido en este infierno y me doy cuenta que hay una historia ahí. Ya llevamos más de dos años conversando, trabajando en esta película. Tomé algunos elementos de su vida real y creé una historia de ficción. Porque la película está inspirada en Carlo, pero no es la historia de él. El 80% del guión es invención.
-Luis, entiendo que estudiaste en Bellavista. ¿Fuiste habitué de la entonces Fuente Alemana?
Luis Gnecco: Por supuesto. Todos hemos pasado por ahí, por ese local que antes se llamaba Fuente Alemana y hoy es Antigua Fuente. Para mi gusto la sanguchería más tradicional de Santiago. Es la fuente de soda de toda la vida. Yo estudié muy cerca de ahí y pasaba metido en la Fuente Alemana.
-¿Cuál es tu sándwich favorito?
LG: El rumano, que es una hamburguesa con mucho ajo y ahí. Me gusta pedirla completa, porque va con una salsa de tomate muy rica.
-¿Te identificó la historia de este personaje, Carlo Siri, que se erigió como un símbolo de la lucha contra los destrozos, contra la violencia?
LG: Desde que conocí el guión por primera vez me sedujo; porque obviamente es una historia que hay que contar, es una historia que va más allá de un señor que defiende su local.
Carlo ha tenido una evolución personal. Un señor que defiende su boliche, que defiende la tradición de una familia frente a lo que fue el estallido. No hay que ponerle color político. Tuvo la mala suerte de tener un boliche genial al medio de un estallido que se desbandó. Esto fue una guerra.
Reaccionó a la extrema violencia de la que fue objeto. Por ejemplo, rescató a un fotógrafo en medio de la turba. Y la primera línea nunca se lo perdonó. Cuando estuvimos en el local, a mí me impresionó mucho que las cortinas eran metálicas, un verdadero búnker.
-Daniel, como director de esta película, ¿tienes una visión crítica del estallido social?
DV: Tengo un planteamiento político, pero otra cosa es lo que va a ser la película. Mucha gente salió a expresar su malestar por distintas y múltiples razones. Pero no se nos puede olvidar que después de este estallido masivo hubo una toma violenta todos los viernes de la Plaza Italia por ninguna causa en particular, sino por mera violencia destructiva y saqueos. Y esto empezó a pasar en todo Chile, no solo en Santiago. Yo creo que eso fue una pérdida absoluta de las normas básicas de la civilización.
El orden público es lo que el Estado tiene que ofrecerle a cada ciudadano para poder desempeñarse en su trabajo tranquilo. Poder abrir tu local, trabajar, atender gente sin que te estén atacando, sin que la vía pública esté llena de gases lacrimógenos, destrucción, fuego. Entonces, claro, por supuesto que tengo una visión crítica.
-Eres una figura pública, Luis, y creo recordar que al principio valoraste alguno de los componentes del estallido.
LG: Yo tuve una evolución. Y sí, en un minuto como que me sedujo un poco el fenómeno de masas que estaba pasando. Por primera vez se veían manifestaciones públicas frente al sistema… me sedujo un poco esa épica y sobre todo el contenido de las protestas. Era obviamente una sociedad que había alcanzado un nivel de desarrollo, pero con una marginalidad bastante importante.
Frente a la desigualdad creo que nadie puede no estar de acuerdo en cuestionarla. Y hasta ahí llegó mi complicidad con la protesta. De partida nunca se me ocurrió aparecerme en las marchas. Yo no soy mucho de manifestarme. Si bien es cierto es un derecho que mucha gente ejerce, yo soy un ciudadano que se queda más bien en su casa. Cuando comenzaron los desmanes y el desborde y cuando esto fue tomado realmente por facciones ultra violentas, ahí no seguí.
-¿Por qué cambió tu percepción?
LG: A mí me provocaba mucho rechazo ver como un grupo de personas destruía el patrimonio de todo el resto de la población. Eso por un lado. Por otro lado, se metieron en un mismo saco los derechos humanos, la violencia injustificada y los excesos. Esta contradicción se apreció después en el Gobierno, cuando indultó a personas que efectivamente hicieron desmanes y destrozos.
Lo que a mí me dolió y me sigue doliendo hasta ahora es la destrucción que hubo en la ciudad. Un hotel. El cine Arte Alameda. El Colegio de Arquitectos. Todos los restaurantes. Todo ese barrio. El Museo Violeta Parra. La iglesia que está ahí cerca.
-¿Cuál era el origen de esa destrucción?
LG: Fue una cosa barbárica que excede cualquier manifestación dentro del marco de una democracia. Y yo no puedo estar de acuerdo con la destrucción de la ciudad. Además, me gusta mucho Santiago, aunque uno siempre está diciendo que podría ser mejor, pero yo soy un tipo que desde chico viví el centro. Mi madre trabajaba en el centro de Santiago, y viví la ciudad, viví la cultura de los locales donde ir a almorzar.
En fin, ese centro bonito, entretenido, en el que uno se paseaba, está destruido. Ver la destrucción de una ciudad por un movimiento social te juro que es algo frente a lo cual yo me quedé absolutamente plop! Porque en todas partes del mundo la gente se manifiesta y nadie destruye la ciudad. Te puedes manifestar, por supuesto. Es como de Perogrullo. El ABC de cualquier democracia. Tú puedes expresar demandas, apoyar o celebrar, como siempre ha sido la Plaza Italia, un centro de celebración.
Pero otra cosa es la destrucción sistemática. Yo pasé por ahí un par de veces. Era impresionante. Me dolió, te juro, y hasta el día de hoy me duele ver todo eso. Nuestra película se instala en esa desazón. No es la historia verdadera de Carlo Siri, pero toma muchos elementos reales de su lucha y la película se instala en la zona cero. Como actor es muy atractivo. Además que, reconozcámoslo, somos iguales (risas).
-¿Qué rol jugó Carlo en la en la película? ¿Asumió alguna labor de productor o solamente fue la inspiración?
DV: Establecimos una relación de amistad. A Carlo cada cierto tiempo lo voy a ver, lo mantengo al tanto del proyecto permanentemente. Carlo practica artes marciales y es un especialista, cinturón negro, del arte marcial samurái. En el fondo Carlo es un samurái y eso se trasladó al personaje de la película. No tiene un rol como socio ni nada. Pero tiene toda la disposición a que grabemos en su local.
-¿Cuándo empiezan las filmaciones?
DV: Queremos que la película se abre al público masivo. Este es un hito histórico. La película contiene material documental de la zona cero, que filmamos todos estos años y vamos a cruzar con la ficción. Ahora estamos en etapa de crowdfunding. En la págima www.peliculalafuente.cl está toda la información para poder aportar desde 10 mil pesos hasta ser inversionista y comprar acciones de $100 mil. En 24 horas sumamos más de $3 millones. Otros actores cercanos al proyecto son Jaime Vadell, Paola Giannini, Francisco Pérez-Bannen, Óscar Hernández. Queremos idealmente grabar este año, para pensar en estrenar en 2025.
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