Mike Tyson sufría porque su mamá era alcohólica y porque le hacían bullying en el colegio que abandonó a los 10 años para dedicarse a criar palomas y a robar casas con su pandilla. Un día de invierno unos niños de otro grupo le robaron unos pájaros y Mike logro atrapar a uno de los ladrones que todavía tenía una paloma apretada entre sus dedos. El ladrón, más grande que él, lo desafiaba y le preguntaba a gritos ¿quieres el pájaro? ¿de verdad quieres el pájaro? ¿realmente quieres el pájaro? Antes que Mike pudiera contestarle, el maldito le cortó el cogote a la paloma. Iron Mike, preso de la ira, pegó su primer gancho derecho en toda la jeta del ladrón de palomas y lo dejó noqueado en el suelo. Ese día supo que nadie más lo volvería a molestar.
Cuatro años más tarde, el 2 de octubre de 1980, Larry Holmes le ganó el título mundial de pesos pesados a Mohamed Alí por knockout técnico. Los fanáticos, los aficionados y los que miraban al deporte de reojo sintieron pena por la caída del rey Alí. Hasta Holmes estaba triste tras ganarle a su mentor de quién fue sparring por muchos años. Pero nadie tuvo más pena que Tyson que vio la pelea por televisión. Su ídolo había sido vencido.
Al día siguiente de la pelea, tumbado por la paliza y la humillación, Mohammed Ali llamó por teléfono su consejero, Cus D´Amato quién además era el entrenador de Mike Tyson. Analizaron la pelea pero Alí, el más grande de todos los tiempos, pidió que lo dejaran hablar con el joven boxeador que lloraba desconsolado al lado del teléfono. Alí intentó calmar a Tyson, que emocionado, le prometió vengar su honor mancillado. Tenía 14 años y 91 kg de peso. Seis años más tarde Larry Holmes recibió la peor paliza de su historia boxística y su único knockout a manos de Tyson. Como dice Google que dijo Abraham Lincoln: “dame seis horas para talar un árbol y las primeras cuatro las pasaré afilando el hacha”.
Si la preparación es importante en el box ni le digo en la cocina. Casi tan importante como el momento de sartenear, hornear o cocer es tener todo listo para cuando llega el momento de la verdad y de pegar buenos combos culinarios. La mise en place, como la llaman los chefs a ordenar y preparar todos los ingredientes antes de ponerse a cocinar, es algo que todo cocinero casero debería incorporar y así evitar andar como pirinola abriendo cuatrocientas veces el refrigerador y los cajones mientras cocina.
Pero hay una preparación mucho más importante que la del cocinero. Es la preparación del goloso ante la posibilidad de pasar hambre o aburrimiento en compromisos no tan fáciles de evitar. Si la vida no se muestra dócil, y usted anda pateando la perra poodle toy, prepárese, esté siempre listo como un insoportable boy scout o como un boxeador que disputará el título mundial. Anticípese y vaya por la pre. Siempre antes.
Si lo invita a almorzar el latero del vecino nuevo, usted debe llegar anestesiado por un fantástico prealmuerzo de corvina con mantequilla negra. ¿Quizá hay un gringo de visita la oficina que se coció con un río de pisco sour y usted tiene que tomar desayuno con él a la mañana siguiente? Le presento al predesayuno en la tranquilidad de su morada con huevos con jamón y un rico café con leche. Con el gringo sólo un espresso y una medialuna, gracias. Ni le digo si se tiene que subir a un avión. Precomida segura. ¿Vienen a comer esos parientes dados a pedir favores? Antes de que lleguen tráguese usted solo la bandeja de canapés de locos mayo ají verde y podrá soportar mucho mejor la ocasión mientras los ve comer ramitas y cubos de quesillo.
Lo más peligroso es el anfitrión inseguro y catete que intenta a toda costa no quedarse con ninguna sobra y empuja un mazamorriento ceviche comprado en la esquina por barato como si fuera el mejor salchichón francés. Porque la insistencia es peligrosa para el que tiene hambre y tiene al frente sólo un bodrio con que saciarla. ¿Quieres ceviche ? y uno educadamente y con una pizca de ironía dice: “No podría”, pero a uno le insisten ¿No quieres ceviche? ¿De verdad no quieres ceviche? Ahí se nos empieza a terminar la paciencia a nosotros los seres sensibles y uno puede reaccionar como tirando un gancho derecho de Tyson y decir por ejemplo: Señora, ni con orden judicial me voy a comer su papel remojado en ese jugo de limón tan falso como el color de su pelo. Pero no. Uno se preparó. Uno precomió un buen curry de pollo y jalapeño, no aforró y se mantuvo civilizado. Algo es algo.
Esta receta funciona muy bien con jalapeños que tienen un picor bastante uniforme que pega en la boca un combo de sabor bastante suave.
Ingredientes:
2 cucharadas de mantequilla
1 cucharada de aceite de maravilla
½ cebolla picada fina
1 pedazo de jengibre del tamaño de un dedo pulgar, pelado y picado fino
1 diente de ajo
1 jalapeño picado, aprox 1 ½ cucharada
½ pimentón en cuadritos
400 grs. de tomates en tarro (sólo los tomates sin el jugo)
2 cucharadas de triple concentrado de tomates
1 cucharadita de comino molido
1 cdta. de cúrcuma
300 grs. de yogurt natural
1 kilo de pechugas de filetes de pechuga de pollo, cortados en cubos de 2-3 cms
1 cucharada de garam masala
Una pizca de pimienta de cayena
Sal y pimienta
En una olla grande a fuego medio ponga la mantequilla a derretir y dore la cebolla picada.
Mientras se dora la cebolla ponga el jengibre, ajo, pimentón y el jalapeño en un mortero con un poco de sal hasta que queden triturados los ingredientes. También se puede hacer con un procesador pero que los ingredientes no queden hechos una pasta. Luego agregue los vegetales molidos a la olla y siga dorando junto a la cebolla por unos dos minutos.
Agregue los tomates y cocine a fuego fuerte. Mientras se cocinan apriete los tomates con una cuchara de palo para que se vayan incorporando a la salsa. Luego de unos 4 minutos agregue el triple concentrado de tomates, comino molido, cúrcuma molida y un poco de sal y revuelva todo.
A continuación agregue el yogurt de a poco y revuelva para que no se le formen grumos. Cuando ya esté caliente agregue el pollo. Ponga el fuego bajo y tape a la olla. Cocine por 20 minutos hasta que el pollo esté listo ( la mejor manera de saber si está listo es probándolo)
Para terminar agregue el garam masala y una pisca de cayena y cocine sin tapa por unos 5 minutos más. Sirva de inmediato con arroz Basmati.
Esta receta al parecer es original de Cataluña, qué como se sabe esta repleta de habitantes propensos a la camorra.
Ingredientes:
3 cebollas blancas
Vinagre
Aceite de oliva
Sal y pimienta
Pele las cebollas. Pártalas por la mitad a lo largo y córtelas en tiras no muy finas (entre 3 y 5 mm).
Envuelva las cebollas en un paño de cocina limpio, póngalo sobre el mesón de la cocina y afórrele puñetazos hasta que haya soltado gran parte del líquido.
Ponga la cebolla en un plato –y el paño en abundante agua– y aliñe con vinagre, aceite y sal y pimienta a gusto. Deje reposar la cebolla por una hora para que tome bien el sabor del aliño y sirva como ensalada o acompañamiento.
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Obviamente existe la tentación de ahogar la ensalada en sal, aceite y sus compañeros, pero si la madurez se impone, los aliños, como dicen los italianos, deben solo besar a las verduras. Pero una ensalada sin aliño no es ensalada. Al menos debe llevar sal, porque por eso se llama ensalada. Algo es algo.