Para el PC y el Frente Amplio, Boric se pasó de la raya, cruzó un “Rubicón”. Sacrificó el monopolio que sobre los DDHH había mantenido la izquierda. Cometió el “pecado capital” de blanquear a Piñera relativizando su responsabilidad en las violaciones de los DDHH cometidos durante su administración. Responsabilizando también a la izquierda de exagerar las cosas, de abusos y excesos retóricos, de faltar a la verdad, de exacerbar las tensiones.
Un reguero de pólvora. Las polémicas forman parte de nuestra idiosincrasia política. Toda declaración o intervención es replicada de inmediato mediante conferencias de prensa o declaraciones difundidas por los medios de comunicación. En el congreso se ve a menudo como los parlamentarios hacen cola para entregar su opinión.
- Prima el individualismo, nuestros políticos actúan como lobos solitarios. Lo más importante no es lo que se dice, sino ser el primero en salir para transformarse en el protagonista de la noticia y terminar siendo invitado a los matinales y noticieros.
- Eso pasó con el discurso del Presidente Boric en las exequias del expresidente Piñera. No había terminado de hablar cuando la Diputada Carmen Hertz, desde Barcelona donde se encuentra, arremetió contra él acusándolo de negacionista por decir que “durante su gobierno las querellas y recriminaciones fueron más allá de lo justo y razonable”.
- La noticia cundió como un reguero de pólvora y se empezaron a sumar otras figuras del Partido Comunista. Por primera vez desde que asumió el poder Boric estaba siendo objeto de cuestionamientos políticos relacionados con los derechos humanos, por miembros de su propia coalición.
- La Diputada Lorena Pizarro lo acusó de “relativizar o negar las violaciones de derechos humanos durante la revuelta popular” lo que calificó de gravísimo. Imputación que hasta ese momento estaba reservada solo para derechistas contumaces nostálgicos de Pinochet.
En el resto de la alianza de gobierno, a excepción del Partido Socialista, nadie salió en defensa del presidente. Ha predominado el silencio, incluso en el partido en que él milita.
Leguleyadas. El Presidente tampoco ha salido a defender sus dichos y los voceros del gobierno optaron por “leguleyadas”, es decir buscando reinterpretar el significado de las palabras.
- Según esta teoría Gabriel Boric no estaba criticando la presentación de querellas contra Piñera y sus colaboradores. No habría utilizado el término en su acepción jurídica “acto por el cual el fiscal o un particular ejercen ante un juez o un tribunal una acción penal contra quienes estiman responsables de un delito”; sino que, para aludir al exceso de discordia, quejas, “expresión de un sentimiento doloroso”.
- Dicho de otra forma, el gobierno presionado por sus partidos “recogió cañuela” relativizando las expresiones del Presidente, despojándolas de su significado trascendente y disminuyendo su valor.
- Porque la valentía y el coraje que se le atribuyó al Presidente consistía en haber tenido la audacia y honestidad intelectual de reconocer que la izquierda a la cual pertenece cometió abusos presentando querellas infundadas, tanto durante el estallido social como durante la pandemia.
- Que actuó de esa forma deliberada e irresponsablemente para hacer daño al gobierno y a la persona de Piñera, todo ello como parte de una estrategia desestabilizadora.
- El Presidente, sin duda que se refería a las querellas presentadas contra Piñera, sus ministros y subsecretarios por torturas y lesiones graves, delitos de lesa humanidad, tráfico de influencias y cohecho. Querellas por los efectos adversos y secuelas tras someterse a procesos de vacunación, violación de normas sanitarias en tiempos de pandemia.
- Muchas de ellas patrocinadas por abogados del Frente Amplio, actuales ministros, ex convencionales de la lista del pueblo, la Comisión Chilena de DDHH, la Academia de Humanismo Cristiano, entre otras.
El pecado capital de blanquear a Piñera. Es perfectamente entendible que las palabras del presidente hayan caído como una bomba de racimo en los partidos de gobierno porque implicaron un cuestionamiento a la veracidad de las acusaciones de violaciones sistemáticas y masivas a los derechos humanos durante el estallido social y a la complicidad del gobierno de Piñera en ellas.
- Para Apruebo Dignidad, Boric se pasó de la raya, cruzó un “Rubicón”. Sacrificó el monopolio que sobre los DDHH había mantenido la izquierda. Cometió el “pecado capital” de blanquear a Piñera relativizando su responsabilidad en las violaciones de los DDHH cometidos durante su administración. Responsabilizando también a la izquierda de exagerar las cosas, de abusos y excesos retóricos, de faltar a la verdad, de exacerbar las tensiones.
- Sin embargo, la molestia e irritación de la izquierda va mucho más allá del discurso de Boric. Están descolocados por lo que consideran la elevación a la categoría de un estadista democrático de un personaje cuya criminalización formó parte del ADN del Frente Amplio y del Partido Comunista desde siempre. Reclaman que el Gobierno fue mucho más allá de lo que el protocolo requería, que el Presidente se dejó llevar por sus emociones y no midió las consecuencias de sus palabras.
- Que envalentonó a la derecha que hoy no solo exige el retiro de las querellas sino la aprobación de un conjunto de proyectos de ley presentados por el fallecido presidente; que se opondrá con nuevos bríos y sin descolgados al sistema de reparto que el Gobierno propone en su reforma previsional.
Derecha fortalecida. Es cierto que el fallecimiento repentino de Piñera y sus circunstancias, el funeral de estado (que correspondía) y los elogios transversales han debilitado a la izquierda. La percepción ciudadana del Gobierno actual ha cambiado para peor por el contraste.
- La derecha en su conjunto se ha fortalecido y por primera vez cuenta con un referente universal “inmaculado”. El “Piñerismo”, que se transformó de la noche a la mañana en un símbolo de eficiencia, dedicación al servicio público, comprometido con la democracia y la justicia social. Algo que la derecha nunca tuvo.
- Surge una posibilidad, de que toda la derecha se agrupe en torno a la ahora “mítica” figura de Piñera, a quien cada facción podrá atribuirle los méritos que más les acomoden.
- Una especie de peronismo derechista a la chilena. Un Paraguas en el que caben todos. Una “nueva” derecha piñerista” podría ser mucho más competitiva y convocante que un proyecto de izquierda desgastado e ineficaz.
- Mientras tanto, la izquierda desconcertada continuará por un buen tiempo debatiendo sobre la responsabilidad del Gobierno y del propio Presidente en el surgimiento del fenómeno piñerista, que nos pilla a todos por sorpresa.
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