-¿Votaste Apruebo como habías dicho en junio o cambiaste de idea?
-Yo hice un planteamiento del Apruebo con reformas en un intento de buscar acuerdos, de generar pactos fundamentales, de generar puentes, en un mundo bastante polarizado. Habían tres pasos de diferencia entre el Apruebo con Reforma y el Rechazo por una Nueva Constitución. Yo finalmente voté Apruebo, pero creo que sigue pendiente el mismo problema. Sigue pendiente el problema constitucional, nos va a seguir acompañando, intentar esconderlo bajo la alfombra o postergarlo sería un error de magnitudes históricas, un caso de estudio de cómo echar a perder un país.
-¿Cómo se pueden conciliar las urgencias del proceso constitucional, las reformas y la seguridad?
-Precisamente , en el llamado del Presidente Piñera el 12 de noviembre de 2019 se señalaban tres pactos: el acuerdo por la paz social, por la nueva constitución y una agenda social. La agenda contra la violencia decayó, la nueva constitución siguió, y el pacto social tuvo serios bloqueos políticos. El Gobierno optó por esperar el resultado del plebiscito para sacar adelante las decisiones estructurales. Fue un error.
-¿Por qué?
-En este momento necesitamos enfrentar con visión de Estado estos tres pactos que han estado pendientes. Estamos en el peor de los dilemas, se están enfrentando todos estos pactos, pero uno no puede avanzar sin el otro. O sea, no vamos a continuar el proceso constituyente si no hay un avance en la agenda de seguridad pública y mientras no haya un pacto social. Lo que tenemos que hacer es avanzar en los tres pactos de manera paralela. El Gobierno, junto al Congreso, debe orientar esos tres pactos y fijar un itinerario. Pero no podemos quitarle prioridad a uno de ellos. Los tres son relevantes. Esta idea de haber paralizado toda el debate legislativo por el proceso constituyente fue un error que nos está costando muy caro.
-La derrota fue tan apabullante que de hecho hay sectores que están planteando que no es necesaria una carta o hacer una pausa. ¿Te preocupa que se diluya?
-Hay quienes dicen que no podemos seguir avanzando en el proceso porque lo relevante es la agenda de seguridad pública. Otros plantean que la prioridad la debe tener la agenda social. Llevamos tres años entrampados y paralizados en uno de estos caminos, pero necesitamos avanzar en los tres temas con grandes acuerdos de todas las fuerzas políticas.
Vamos a tener que hacer este ejercicio que parece inusual en la política chilena de caminar y mascar chicle a la vez. Y ese esfuerzo hay que hacerlo ahora, no hay margen para equivocarse. Tampoco para pequeñeces ni mezquindades de ningún sector político en ninguna de estas agendas. Se requiere mucho capital social para fortalecer al sistema político. Chile está en un equilibrio muy precario. No tengo ninguna duda que avanzar en estos tres pactos se va a volver una necesidad, con velocidades distintas, pero todos a la vez.
-¿Tu postura es una convención, una comisión de expertos o algo mixto?
-El debate del mecanismo es exactamente la manera equivocada de enfocar el debate. Es el típico error, que sucede también en la agenda de la violencia y en la agenda social, de centrarse primero en los instrumentos. Hoy lo más importante es el resultado. La idea es fijar, por ejemplo, los seis pilares de la nueva constitución: el equilibrio entre lo social, económico y medioambiental; el catálogo de derechos sociales robustos en equilibrio con el sector privado. La pura definición del mecanismo es insuficiente. Porque ese no es el problema que tenemos a la vista, sino los acuerdos mínimos.
-¿Hay modelos que podrían servir de guía?
-Tenemos varios modelos, para pensar estos acuerdos sustantivos. Un modelo fue lo que hicieron los sudafricanos para llegar a su constitución de 1996; primero tuvieron una constitución interina, que tenía 34 principios, que orientaron el trabajo de la asamblea, para escribir el texto final. Bajo ese modelo, podríamos buscar 10 o 20 principios fundamentales. Uno podría decir: “es deber preferente del Estado promover y fortalecer la educación pública. En ningún caso aquello implica menoscabar la educación privada”. O un sistema político donde el bicameralismo va a ser importante; el Senado no se elimina, pero se deben buscar formas de cooperación entre el Ejecutivo y el Congreso.
-Otro modelo son los Pactos de La Moncloa.
-Sí. Lo que hicieron los españoles conducente a la constitución del 78, en plena crisis económica, saliendo de una dictadura, pero con amplio diálogo social. Un tercer modelo es lo que han hecho los irlandeses. Tuvieron la Convención del 2012 al 2014; después tuvieron una asamblea de ciudadanos, del 2016 al 2018. La primera era mixta, tenía un tercio de políticos y dos tercios de ciudadanos electos al azar; la segunda, solo de ciudadanos. Y en ambos casos la discusión era sobre tópicos específicos.
-Pero llegar a eso acuerdos mínimos es muy complejo… y luego el tema procedimental no es menor.
-La cuestión relevante es acordar estos mínimos sustantivos, y luego se deriva la cuestión procedimental. A mí me parece razonable que se elija una nueva Convención más acotada, con un período más corto, fuertemente apoyada por una comisión de expertos. Y así, se libera al Gobierno de gobernar y al Congreso de sacar adelante la agenda social.
-¿Ese acuerdo cómo lo ves?
-El acuerdo general tiene que ser de dos o tres páginas, con orientaciones para el futuro órgano constituyente. Porque en el fondo hoy día estamos presos de la tragedia de la hoja en blanco, de esta idea refundacional. Y yo creo que si algo hemos aprendido es que la hoja en blanco tenemos que acotarla muchísimo. La manera de hacerlo es con orientaciones muy claras, acuerdos mínimos; podemos mirar el modelo sudafricano, español, irlandés, pero vamos a tener que inventar un modelo chileno. Que se generen orientaciones muy claras, en particular desde el Congreso, hacia el órgano constituyente. Y me parece que eso disminuye la idea refundacional de la hoja en blanco, disminuye la incertidumbre en los ciudadanos, en el mercado, en los inversionistas. Porque no están en juego de nuevo todas las instituciones como en la convención anterior.
-Esa hoja que ya no es blanca, ¿de dónde parte?
-Uno puede trabajar sobre la base de las mejores ideas de la convención constitucional, de la propuesta de Bachelet y de la constitucióm vigente. En el mecanismo hay que ser muy flexible y pragmático. Porque de ese modo la tragedia de la hoja en blanco se disipa, para tratar de generar certezas. Pero eso requiere muy buena política.
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