-Durante la negociación constitucional hubo críticas desde la izquierda a Amarillos porque intentó establecer una comisión de expertos elegida por el Congreso. ¿Estabas de acuerdo con esa postura?
-A ver, nuestra idea era un comité de expertos que no fuera un comité sin dientes, sin posibilidad de actuar, sino que tuviera relevancia. Y creo que tal como quedó el acuerdo, ese objetivo se logró.
-¿Cuál es tu evaluación sobre el resultado de 98 días de negociaciones?
-El acuerdo garantiza que las bases sobre las cuales se va a desarrollar la discusión sean de amplio consenso. Lo más probable es que sea aprobada por la gran mayoría. Bases acordadas que difieren absolutamente de lo que fueron algunas de las pautas del texto constitucional rechazado de la Convención.
Este acuerdo constitucional es continuación lógica del Rechazo del 4 de septiembre, que explica el nivel de destemplanza de algunas críticas en contra nuestra. Mucha gente que estuvo por el apruebo sigue estando con alguna lógica parecida y eso explica la mala leche.
-¿Por qué?
-Porque en general los ataques a Amarillos han sido muy inescrupulosos. En el siguiente sentido: hay mucha gente (y fue una de las razones por las cuales se demoró el acuerdo) que veía en los Amarillos una amenaza a sus intereses electorales.
Los Amarillos representaron una rebelión masiva de bases de centro izquierda y de centro del país que siempre votó por la Concertación. Esa amenaza trataron de revertirla, intentando crear una brecha entre el mundo amarillo y el mundo de estas bases para ver si recuperaban algo del capital. Pero no lo lograron.
-Hubo críticas de Daniel Matamala y Oscar Contardo que dijeron que Amarillos no era representativo y pusieron en duda sus credenciales democráticas. ¿Qué respondes a eso?
-El hecho de que ellos estén dedicados a hablar de los Amarillos refleja la importancia que los Amarillos tienen y es en sí mismo un desmentido del intento de ningunearlos. Y en segundo lugar, si hay algo que ha sido antidemocrático en este tiempo es el intento de defender proyectos como el texto constitucional, que la mayoría del país rechazó.
Nosotros rechazamos el texto constitucional, a diferencia de ellos que han tenido una actitud más bien de trinchera referente a este tema.
-¿El nuevo acuerdo cierra el ciclo refundacional?
-Yo creo que este acuerdo cierra el ciclo refundacional. El anhelo revolucionario tuvo su expresión constitucional en el texto rechazado en septiembre, y lo que viene ahora será muy diferente. Se marcha a un proyecto de nueva Constitución , con bases acordadas, con un procedimiento y método que aseguran que no haya sorpresas, ni cosas inesperadas.
-¿El Presidente Boric hizo bien en pedir que se apurara el acuerdo?
-La reacción del presidente Boric llamando al acuerdo es muy importante. El hecho de que sean 50 constituyentes permite quitarle espacio a los sectores más radicales. Valoro que se reordena un cuadro político favoreciendo más a las regiones. Son tendencias que favorecen una posición moderada, la misma que acogió la posición de Rechazo en el plebiscito del 4 de septiembre.
-Amarillos ha tenido muchas dificultades para conseguir la firmas para convertirse en partido.
-Nosotros estamos trabajando en eso. Pero nos falta. Una cosa es conseguir 67.000 adherentes, pero otra cosa muy distinta es que la gente se comprometa a militar por Amarillos. A mí no me importa que después decidan dejarlo. Lo que importa es que le den la oportunidad de ser un actor político.
Creo que lo vamos a lograr. Somos una corriente de centro, que está por la moderación, por el cambio gradual. Hasta ahora ese espacio ha estado desierto, y ese es el espacio que tiene vocación de ocupar Amarillos.
-En este proceso estuvo mucho más cerca de la derecha que de la izquierda. ¿Ese va a ser el espacio natural del movimiento?
-Amarillos no coincidió con la derecha. Amarillos coincidió con las mayorías populares del país. Quienes coincidieron con las minorías fueron precisamente los que votaron Apruebo. Así que no vengan con el cuento de la derecha. ¡Ellos se equivocaron!
-Este proceso constitucional se va a topar con los 50 años del golpe en 2023. ¿Cómo evitar el riesgo que vuelva a dividirse la sociedad entre pinochetistas y allendistas?
-La primera cosa es advertir que existe ese peligro. Ahora, yo esperaría que el presidente Boric y los responsables de organizar esto, se preocupen de que sea un análisis sereno. Para que no vuelva a vivirse en Chile lo que en ese entonces vivimos. Que fue una polarización extrema y una situación donde la violencia se transformó en una especie legítima para todos los sectores sociales. Y así terminamos como terminamos.
Porque si bien hay víctimas y victimarios, y hay violaciones de derechos humanos, decir que la responsabilidad es solo de los victimarios, es una ceguera frente a la realidad. De alguna manera todos tenemos que reflexionar sobre nuestras responsabilidades para haber llegado a una situación de polarización y de enfrentamiento como a la que entonces se llegó.
Espero que el tono que le otorgue La Moneda a este trabajo de conmemoración, sea para buscar serenidad, para valorar los acuerdos y no los desacuerdos, para valorar las cosas nuevas de Chile y no quedarnos pegados 50 años atrás.
-¿En qué sentido?
-Hoy somos un país que valora su desarrollo económico como entonces no lo tuvimos. Y la importancia de fenómenos nuevos, como es la valoración de la mujer en la sociedad. Lo que necesitamos ahora es reconocer que 1970-1973 no es un período para aplaudirlo ni para glorificarlo. Es un periodo para no repetirlo. Y que no merecen aplausos ni la UP ni Pinochet ni la derecha.
Para enfrentar problemas de la magnitud que tenemos en salud, en educación, en violencia, en degradación de las ciudades, en fin, necesitamos acuerdos transversales muy amplios. Y por lo tanto si algo tenemos que hoy día rescatar de esta historia es la importancia de no volver a caer en ella.
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