Argentina a principios del siglo XX era el granero del mundo y un país casi desarrollado, no obstante, carente de una institucionalidad ordenada, profesional y robusta que facilitara la fe pública en ella.
Las consecuencias han sido un siglo de corrupción, promesas vacías, despilfarro fiscal e inflación desatada. Cansados, los argentinos decidieron votar por primera vez por un candidato que ofrecía dolor, sangre, sudor y lágrimas con el fin de comenzar a llenar con concreto el foso infinito heredado de las administraciones anteriores.
El presidente Javier Milei asumió esta semana y en menos de 3 días, su ministro de Economía, Luis Caputo, anunció un paquete de medidas económicas que, en el papel, son el antibiótico exacto que requiere la agónica economía trasandina. El ministro en cadena nacional y con un discurso claro, directo y sin eufemismos reveló las siguientes medidas: (1) Devaluación de la moneda (2) Suspensión de la obra pública (3) Reducción de subsidios de energía y transporte (4) Reducción de la plantilla del Estado (5) Suspensión de la publicidad oficial (6) Reducción de las transferencias a las provincias (6) Eliminación de los derechos de exportación y (7) Reemplazo del sistema de importación.
Sin vueltas se tomaron decisiones necesarias y de gran envergadura que buscan reducir el déficit fiscal, controlar la inflación y reactivar la economía. No obstante, también serán brutales para la población argentina, que tendrá que soportar un shock económico nunca visto. Solo queda desearles la mejor de las suertes, si logran tolerar estoicos estas medidas, pueden tener un futuro promisorio.
En este lado de la cordillera, llevábamos 30 años haciendo bien las cosas. El país había experimentado un crecimiento sostenido y una baja inflación, lo que, en consecuencia, aumentó la calidad de vida de la población. Sin embargo, comenzamos a enamorarnos de las frases melosas, nos acostumbramos a correr en círculos y olvidamos que los actos hablan más que las palabras.
Por ejemplo, en pensiones llevamos décadas escuchando la creación de comisiones evaluadoras de los consejos para el estudio provisional, creando una estructura circular inútil.
En productividad, por un lado, el ministro de Hacienda anunció un gabinete compuesto por los ministros ya existentes, con el fin de agilizar las tareas que ellos mismos deberían haber realizado en los últimos dos años. Mientras que, por otro lado, el gobierno profesa que el crecimiento es prioritario, pero permitió – llegando tarde y mal al congreso – que el domingo antes de navidad el comercio cierre por elecciones.
Podemos seguir sumando frases vacías. En los diferentes Chile day, nuestras autoridades aseguran que “Chile es un país seguro, donde se respetan las reglas…” pero en la práctica, ningún poder del Estado ofreció una resistencia oportuna, concreta y contundente a la tercera sala de la corte suprema donde se realizaron políticas públicas disfrazadas de fallos con el fin de dinamitar el sistema privado (y en consecuencia, público) de salud. Gran parte de este sistema es operado por capitales estadounidenses y británicos, por lo que probablemente y, al igual que con los retiros del 10% de las compañías de seguro de vida, terminaremos demandados en el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI) del Banco Mundial.
La cultura popular resume lo anterior en “Obras son amores, y no buenas razones”. Y es que el gobierno, continúa realizando contundentes declaraciones contra la delincuencia, pero en la práctica indulta, realiza defensas corporativas a involucrados en el caso convenios y muestra un megáfono como medida antiinmigración. Toda vez que, tuvo la oportunidad de abrazar – pese al dolor y lágrimas que esto causaría en sus rojos corazones – el robusto marco legal para luchar contra la delincuencia, el terrorismo, la corrupción y la inmigración ilegal que ofrece la propuesta constitucional que votaremos este domingo.
Esta falta de pragmatismo e incoherencia está minando poco a poco la fe pública ya no sólo sobre quienes nos gobiernan, sino también sobre las instituciones que estos manejan. Porque es probable que hoy aún estemos parados en el mismo lugar que estuvo Argentina a comienzos del siglo XX y ciertamente, nadie desea que nuestro futuro sea la Argentina de principios del siglo XXI.
El IPSA cerró con un alza de 0,73%, alcanzando los 6.781 puntos, su nivel más alto desde mayo, con un volumen transado de $115.856 millones. La sesión estuvo marcada por anuncios corporativos de Mallplaza, mientras el dólar subió levemente a $976,7 y el cobre retrocedió 0,66% a US$4,23 por libra.
En respuesta a una consulta de Ex-Ante, la Sofofa enfatizó la urgencia de un acuerdo político para una reforma previsional que asegure pensiones dignas. Apoyan mecanismos de compensación para mujeres y destacan que el sistema debe abordar sus debilidades manteniendo sus beneficios actuales.
El IPSA cerró con un alza de 0,18%, llegando a 6.732 puntos, mientras Falabella anunció un plan de inversión de US$650 millones para 2025. El dólar terminó plano en $976, tras los datos de inflación en EE.UU. y el retroceso del cobre de 0,23% a US$4,26 por libra.
Una década después del primer informe Programa para la Evaluación Internacional de las Competencias de los Adultos (PIAAC), Chile sigue en el último lugar de la OCDE en habilidades laborales. Sin un cambio estructural, la precariedad educativa continuará limitando el desarrollo económico y social del país.
El IPSA cerró con un alza marginal de 0,09%, alcanzando 6.720 puntos, impulsado por altos montos transados en Falabella y Mall Plaza. El dólar subió a $975, mientras el cobre retrocedió un 0,07% a US$4,27 por libra, en un contexto internacional marcado por expectativas inflacionarias en EE.UU.