En medio de las turbulencias asociadas, primero a la banca norteamericana por los casos de Silicon Valley Bank y Signature Bank, donde posteriormente en la banca europea aparecieron los de Credit Suisse y Deutsche Bank, tanto la Reserva Federal como el Banco Central Europeo continuaron subiendo las tasas de interés, en una clara señal en pro del objetivo de control de la inflación por sobre el de estabilidad financiera.
En Chile, la TPM se ha mantenido en 11,25% desde noviembre 2022, dado que la inflación (instantánea o spot) se ha mostrado de manera persistente en niveles elevados. Las presiones inflacionarias continuarían siendo importantes, haciendo así que la convergencia a la meta de 3% podría aún estar sujeta a riesgos como para empezar a normalizar la tasa rectora.
Técnicamente, ¿qué problemas emergen de esta visión? Los bancos centrales en el mundo han caracterizado el core de la economía a través de tres ecuaciones fundamentales: la Curva de Phillips (que representa la oferta agregada), la curva IS (que representa la demanda agregada) y la Regla de Taylor (que representa la función de reacción o las condiciones que se debieran dar para justificar un movimiento de tasas). En esta última, en general el consenso apunta que además de la brecha de producto -que es la diferencia entre el producto efectivo y el potencial-, un determinante clave son los desvíos de la inflación respecto a la meta. Pero no es cualquier medida de inflación: es la proyección de 12 a 24 meses de la inflación subyacente, y no la inflación spot. La razón empírica está en los rezagos con los que en la práctica opera la política monetaria.
En las decisiones de política monetaria que hemos visto en el mundo, ha primado hasta ahora el enfoque de esperar que ceda primero la inflación spot, que no tiene nada que ver con el nivel de tasas de hoy día, sino con las decisiones tomadas hace uno o dos años, en lugar de tomar decisiones en base a la inflación proyectada. Acá la pregunta legítima que surge es si las proyecciones de inflación, a uno y dos años de los bancos centrales, están internalizando adecuadamente los ajustes realizados en el último tiempo a las tasas de política. En Chile, la TPM neutral o de largo plazo es 3,75%, de acuerdo con las propias estimaciones del Banco Central de Chile. Por lo tanto, el nivel de 11,25% parece bien restrictivo respecto al nivel neutral, y en base a las elasticidades históricas reportadas en la literatura, no resulta razonable que la inflación proyectada no esté convergiendo a la meta a marzo de 2025.
La importancia de esto radica que hoy justamente lo que está en riesgo latente es la estabilidad financiera, donde es clave entender la posición de la banca. La situación de fragilidad que hoy enfrentan los bancos globalmente se explica por las fuertes alzas de tasas de interés que se han realizado en el mundo en el último año, y el efecto que ha producido en el valor razonable de los instrumentos financieros (por el cambio en el precio de estos papeles y su relación inversa con la tasa de interés). Para dimensionar la importancia de este efecto, basta con revisar los shocks de tasas o curvas de tasas de interés, que habitualmente se emplean en las pruebas de tensión que desarrolla la industria, donde se observa que en general shocks de 300-400 puntos base serían suficientes para afectar negativamente a los bancos. En este caso, los aumentos ya realizados en el mundo varían entre esos rangos y los 1.000 puntos base.
En línea con esto, un estudio reciente (Jiang et al, 2023) muestra que sólo para Estados Unidos las pérdidas no realizadas (no reconocidas contablemente pero que sí existen financieramente) alcanzarían los US$ 2 billones (2 trillion) en la banca norteamericana, unas siete veces el tamaño del sistema financiero local. Adicionalmente, la contracción fuerte del crédito asociados a los mismos niveles de las tasas, al ser el canal del crédito uno de los mecanismos de transmisión con los que opera la política monetaria, ha gatillado que los ingresos por intereses de las entidades se reduzcan fuertemente, afectando sus descalces de plazos entre activos y pasivos que es el núcleo del negocio bancario.
De un estudio recientemente publicados por el Bank for International Settlements (BIS, por sus siglas en inglés) y de los datos que la CMF respecto de la banca nacional, se concluye que a nivel de sistema la posición relativa de la banca chilena sería mejor en términos de liquidez de corto plazo (LCR) y apalancamiento, en comparación a los bancos del resto del mundo; pero estaría por bajo en términos de capital básico. Asimismo, se destaca que serían al menos tres los bancos globales internacionalmente activos que tendrían un LCR por bajo el 100% en el estudio del BIS.
En Chile, estamos en plena implementación del marco denominado Basilea III, que fue el conjunto de reformas introducidas a la regulación y supervisión bancaria tras la crisis financiera internacional de 2008-2009, por el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea (BCBS, por sus siglas en ingles). La adopción full de estas reformas no estará completa hasta 2025, ya que el calendario de implementación fue -adecuadamente- establecido de manera gradual pensando en tiempo normales.
No obstante, hay varios componentes que no estarían vigentes en la actualidad y que serían claves en un contexto como el actual. Por ejemplo, la constitución plena de algunos colchones de capital como el de conservación o por bancos sistémicos, y la capacidad de la CMF de requerir un mayor nivel de activos líquidos (ALAC) por hasta un 20%. Asimismo, de la reforma a la ley de bancos quedó pendiente todo lo relativo a los mecanismos de resolución bancaria. Con todo, en el complejo panorama externo actual, y las expectativas de contracción para la economía chilena en 2023, resulta muy importante hacer un uso adecuado de los instrumentos con los que actualmente cuenta la autoridad y que garanticen la estabilidad financiera en el corto plazo.
En ese contexto, se vuelven importantes los resultados de las pruebas de tensión que la banca envíe a la autoridad en abril próximo tanto para capital (en el informe IAPE) como liquidez (en el ILAAP), así como los resultados de los ejercicios que la propia autoridad realiza (Banco Central y CMF). No es claro hoy día el uso que espera darle el regulador a esta herramienta prudencial. Finalmente, la potestad de la autoridad monetaria de proveer medidas excepcionales de liquidez, así como iniciar prontamente el proceso de normalización de la tasa de política monetaria, son centrales para que el sistema financiero chileno de una nueva muestra de solidez.
El mercado local cierra la semana con un desempeño positivo, impulsado por el liderazgo de Latam Airlines y un IPC que mostró control en la inflación. A nivel internacional, los datos laborales en EE.UU. reforzaron el optimismo en los mercados, con la expectativa de que la Fed avance en recortes de tasas de manera cauta.
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