Hace más de cuatro meses que el convenio para evitar la doble tributación entre Chile y Estados Unidos entró en vigencia, marcando un hito en las relaciones económicas entre ambas naciones. A medida que el mercado y las autoridades se adaptan a estas nuevas regulaciones, es interesante reflexionar sobre su efecto y el potencial que ofrece para fortalecer el ecosistema de inversión en nuestro país.
Para los chilenos, Estados Unidos siempre ha sido considerado como una de las principales plazas para invertir. De hecho, según datos de la Subsecretaría de Relaciones Económicas Internacionales (Subrei), entre 1990 y 2020, la nación estadounidense se posicionó como el quinto destino de inversión directa de Chile, convirtiéndose en el principal lugar de inversión fuera de Sudamérica. En este sentido, aunque el tratado podría potenciar esta posición, las ventajas de este país van más allá de beneficios fiscales, debido a su tamaño, estabilidad y relevancia global.
El convenio abrió espacios para revisar las estructuras de inversión que se utilizan desde Chile hacia Estados Unidos, en especial porque este acuerdo otorga certezas en diversas materias como transparencia fiscal, tasas reducidas en dividendos e intereses, entre otras, lo que podría incentivar a que las compañías y personas simplifiquen o mejoren sus estructuras de inversión.
Por otro lado, desde la perspectiva estadounidense, el Tratado abre nuevas oportunidades que podrían tener un impacto relevante en nuestra economía a futuro. Una de las más destacadas es la reinstauración de la exención para la compra y venta de acciones en la bolsa sujeta a ciertos requisitos. Este régimen estuvo vigente en Chile hasta septiembre del 2022 y luego fue reemplazado por una tasa de 10% a la ganancia de capital.
Dado el impacto que recibió el mercado de capitales por los retiros de fondos de pensiones ocurridos durante la pandemia, sumado al desincentivo que generó la nueva tasa de 10% a la ganancia de capital, sería una excelente noticia que los inversionistas americanos aprovechen esta exención y aumenten su inversión en la bolsa de valores de Chile.
Lo anterior tendría un impacto en las inversiones, pero también podría ser beneficioso para el mercado de capitales en su totalidad, pudiendo impactar -a mediano plazo-, en las tasas de interés con las que todos nos financiamos.
Por su parte, la cláusula de no discriminación del convenio permite que gastos por regalías (cobros por tecnología) no estén sujetos a límites de deducción cuando son pagados a una empresa del mismo grupo residente en Estados Unidos. Esto podría incentivar a las compañías chilenas a adquirir conocimientos (know-how) y mayor innovación desde sus relacionadas del exterior, mejorando su productividad y eficiencia.
En este escenario y, considerando lo anterior, estamos frente a una gran oportunidad para fortalecer las relaciones económicas y fomentar la inversión. Sin embargo, para que ello suceda, es fundamental que los actores públicos y privados den a conocer y promuevan los beneficios de este tratado, alentando a los inversionistas a hacer uso de las ventajas que ofrece.
Hay una verdad económica que conviene recordar: no se puede recaudar sobre lo que no se genera. Y si algo ha quedado claro en la experiencia reciente, es que más impuestos no necesariamente significan más recursos. A veces, ocurre exactamente lo contrario.
Incrementar la asignación a Activos Alternativos al 20% en los próximos años podría añadir un 1% anual a las rentabilidades, elevando las pensiones autofinanciadas hasta un 25% más. Esto crearía un círculo virtuoso: mayores ahorros financian el desarrollo, generando empleos y fortaleciendo el sistema.
Seguir generando puentes de confianza es uno de los elementos clave para que avancemos en una dirección más positiva de mayor crecimiento, empleos formales, aumento de salarios y mejores políticas públicas en materias tan fundamentales como la seguridad, educación, salud, entre otras.
La gran norma anticorrupción (FCPA) no está muerta y la gran noticia es que se ha retomado su aplicación. Aunque la ruta es algo distinta, será importante estar especialmente atentos a su aplicación en los próximos meses.
Más allá de este nivel de incertidumbre, 2025 se está mostrando como un año de consolidación para las criptomonedas, cuya capitalización global ya sobrepasa los US$3.3 trillones, con Bitcoin representando una dominancia de más del 60% del mercado.