El gobernante Partido Comunista de Chile inició su XXVII Congreso Nacional. El Congreso, en la tradición del partido, es el momento en que se establecen las líneas estratégicas y normalmente se elige o ratifica la directiva de la organización. Es un momento relevante de la vida del centenario Partido Comunista en que la ideología vuelve a ocupar un lugar destacado en la visión de mundo de sus militantes y se proyectan las tareas y desafíos para un largo próximo período.
Este Congreso se da, además, en un momento muy auspicioso del partido. Forma parte del gobierno ocupando puestos claves como los ministerios de Educación y Trabajo y la subsecretaría de Defensa, además de ocupar la vocería por parte de su rutilante militante Camila Vallejo.
El partido ha demostrado lo que vale y lo que pesa al interior del gobierno: lo pudo hacer para la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado en que le enmendó la plana al propio Presidente Boric obligándolo a despedir a su asesor Patricio Fernández y asumir el relato por ellos definido. En las próximas elecciones municipales y gobiernos regionales el partido podrá demostrar -como de hecho ya lo hizo en la negociación de la alianza oficialista- que es el principal de la coalición. Como broche de oro, el Congreso los pilla, por primera vez en la historia de la República con su también chispeante diputada Karol Cariola sentada en la presidencia de la Cámara de Diputadas y Diputados.
La sombra ante tan luminoso panorama la aporta el popular entre ellos alcalde Daniel Jadue, próximo a ser formalizado en junio por cohecho, fraude al fisco y otros delitos. Sin embargo, el partido tiene suficientes espaldas como para respaldarlo sin ambages, afirmando incluso su inocencia aunque la justicia determine lo contrario. Esa misma confianza en las propias ideas y valores -que ciertamente serán ratificadas en el Congreso XXVII- la ponen de manifiesto a propósito de las acciones de la dictadura venezolana, a la que defienden y justifican ante cualquier eventualidad, incluido el asesinato de un refugiado político en nuestro país.
Los debates del Congreso se iniciaron con la presentación de un documento que baja la línea y un discurso de su presidente Lautaro Carmona. Naturalmente, se reivindicó el estallido social como expresión del cansancio del pueblo con el sistema neoliberal, se alabó “las evasiones masivas saltando el torniquete”, y, como siempre, se culpó de todos los males a los empresarios y al imperialismo norteamericano.
Como demostración de sus intransables principios, el partido reivindicó la necesidad de un proceso constitucional que reconozca el carácter plurinacional del Estado y regule a los medios de comunicación social: dos ideas ampliamente rechazadas por el plebiscito del 4 de septiembre de 2022, pero que el Congreso del partido vuelve a validar. El trabajo de masas y la movilización popular volverá a abrir las grandes alamedas para una nueva -ya no tanto- constitución.
El XXVII Congreso del Partido Comunista no va a modificar un ápice las verdades consagradas por su relato, no va a detenerse en la caída del muro de Berlín, no va a criticar el ultranacionalismo ruso que encarna Putin, no va a criticar ni a Maduro ni a Ortega, no va a aportar nada nuevo a la comprensión del Chile actual salvo ratificar la curiosa supervivencia de su ortodoxia marxista-leninista.
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