Esta semana fueron entregados a grandes rasgos los ejes del Proyecto de Cumplimiento de las Obligaciones Tributarias. Su lanzamiento no sólo es interesante por la oportunidad (de la mano con la reforma de pensiones) sino que también, porque sus principales objetivos son el financiamiento de la mitad del aumento de la Pensión Garantizada Universal (PGU) a $250.000 y el desarrollo del Sistema Nacional de Cuidados.
En líneas generales, un plan atractivo. Por un lado, porque no es un aumento impositivo, sino que la búsqueda del respeto de las normas tributarias vigentes. Mientras que, por otro lado, los objetivos a financiar van en línea con los que apoyamos la capitalización individual en el sistema de pensiones y que la solidaridad en éste debe costearse principalmente vía impuestos.
No obstante, una de las herramientas presentadas por Hacienda para alcanzar un mayor cumplimiento de las obligaciones tributarias es la flexibilización del secreto bancario, tema complejo y muy delicado.
Finalmente, el debate sobre el levantamiento del secreto bancario con fines tributarios no puede ser abordado —ni medido— solamente desde una perspectiva recaudatoria. Es imperativo discutirlo —al menos— de cómo conversa con nuestro ordenamiento jurídico (Constitución, Ley General de Bancos, Código tributario, etcétera) y desde una perspectiva filosófica en cuanto a nuestro derecho a la vida privada.
Hay una verdad económica que conviene recordar: no se puede recaudar sobre lo que no se genera. Y si algo ha quedado claro en la experiencia reciente, es que más impuestos no necesariamente significan más recursos. A veces, ocurre exactamente lo contrario.
Incrementar la asignación a Activos Alternativos al 20% en los próximos años podría añadir un 1% anual a las rentabilidades, elevando las pensiones autofinanciadas hasta un 25% más. Esto crearía un círculo virtuoso: mayores ahorros financian el desarrollo, generando empleos y fortaleciendo el sistema.
Seguir generando puentes de confianza es uno de los elementos clave para que avancemos en una dirección más positiva de mayor crecimiento, empleos formales, aumento de salarios y mejores políticas públicas en materias tan fundamentales como la seguridad, educación, salud, entre otras.
La gran norma anticorrupción (FCPA) no está muerta y la gran noticia es que se ha retomado su aplicación. Aunque la ruta es algo distinta, será importante estar especialmente atentos a su aplicación en los próximos meses.
Más allá de este nivel de incertidumbre, 2025 se está mostrando como un año de consolidación para las criptomonedas, cuya capitalización global ya sobrepasa los US$3.3 trillones, con Bitcoin representando una dominancia de más del 60% del mercado.