El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobó hace unos diez días, sin votos en contra, una declaración llamando a la creación de “pausas y corredores humanitarios urgentes y prolongados en toda la Franja de Gaza durante un número suficiente de días” que permita liberar a los rehenes en manos de Hamas y atender las urgentes necesidades de la población gazatí sometida a varias semanas de bombardeos, destrucción de las ciudades, aislamiento y carencia de servicios básicos.
En esa línea, en Qatar, Estados Unidos, Egipto y Hamas alcanzaron un acuerdo aceptado por Israel que significaría una pausa de cinco días en las acciones armadas del ejército para posibilitar la entrega de ayuda humanitaria en la Franja de Gaza y la liberación de al menos una parte de los rehenes retenidos por Hamas. La idea, que empieza a materializarse el día de hoy, supone la entrega de 13 rehenes israelíes, niños y mujeres, a cambio de 150 prisioneros palestinos, operación delicada que será administrada por la Cruz Roja y que no está exenta de riesgos. De ser exitosa abrirá la posibilidad de continuar con esta política hasta lograr la liberación de los más de 200 rehenes en manos de Hamas. El mundo mira con esperanzas y expectativas lo que ocurrirá hoy.
Para Israel, el intercambio se justifica por su prioridad en salvar las vidas de sus connacionales. De hecho, el estado de Israel existe por ese motivo. Es una opción existencial. Sin embargo, Netanyahu convocó al gobierno y a su gabinete de guerra para tratar el acuerdo, despertando inmediatas reacciones polémicas de sus ministros de los ultraconservadores movimientos Poder Judío y del partido Sionista Religioso. No obstante, la presión de los familiares de los secuestrados y de la opinión pública israelí e internacional valida el acuerdo, aunque implique la liberación de algunos presos palestinos y negociar con el terrorismo.
Otros de los dramáticos casos que han movilizado a diferentes países son los de niños y niñas nacidos prematuros o hospitalizados con cáncer y que han debido ser evacuados hacia hospitales de Egipto y Jordania, en operaciones en que participado profesionales de esos países además de Estados Unidos, Palestina e Israel. La confusión y el caos de la guerra afecta dramáticamente a los infantes y las personas hospitalizadas ya que estos recintos no escapan a la acción armada de las FDI pues según Israel los hospitales son utilizados por Hamas como refugio para sus equipos operativos e ingreso a la red de túneles desde los cuales se disparan cohetes contra territorio israelí, algo que Hamas niega a pesar de las evidencias. El enorme hospital Al Shifa de hecho se convirtió en el epicentro de la ofensiva israelí en los últimos días, creando una alta sensibilidad y preocupación en el mundo entero.
El presidente Biden exhibirá un éxito diplomático relevante de concretarse el intercambio, lo que mejora su posición en el escenario actual. Tras su reunión con el líder chino Xi Jinping, ha reiterado que después de la guerra el estado palestino debe ser una realidad, pero Netanyahu ha seguido alentando a los colonos extremistas de Cisjordania y declara explícitamente su aspiración a ocupar y administrar la Franja de Gaza por tiempo indeterminado. Por otra parte, descalifica a la Autoridad Nacional Palestina como interlocutor válido para la gobernanza futura de Gaza.
Sin embargo, el incondicional apoyo norteamericano a Israel puede empezar a tropezar con las críticas que al interior de los Estados Unidos levanta la política de Netanyahu y que le pueden costar caro al propio Biden. El gobierno norteamericano, como principal aliado de Israel, necesita poner sobre la mesa un plan de paz que renueve sus credenciales como árbitro ante el mundo árabe para un acuerdo que dé estabilidad y aleje el peligro de una regionalización del conflicto. En la medida que la amenaza de Hamas se debilita gracias a la enérgica respuesta israelí, el intercambio de rehenes por presos palestinos da cuenta que el tiempo de la política se acerca en el medio oriente y en Israel.
No es fácil saber si un estado palestino va a poder garantizar la paz y la convivencia en seguridad con Israel, una aspiración absolutamente legítima. La mayor parte de la población de Israel lo dudaba antes del 7 de octubre, con mayor razón ahora después de ver las escenas de festejos ante la incursión barbárica de Hamas. Sin embargo, lo que sí podemos saber con certeza es que la pretensión de negar el derecho a la autodeterminación de los palestinos es lo que alienta al extremismo islámico y lleva a la situación de inseguridad que se vivió el 7 de octubre y que muy probablemente la incursión de los tanques y tropas de Israel en la Franja de Gaza, con el costo humano que está teniendo, no hará más que incrementar el odio en la región.
La superioridad militar y tecnológica de Israel no es garantía suficiente para una seguridad y una paz estable. Ella requiere del espíritu de lucha de su pueblo y la solvencia que entregan sus fuerzas armadas, pero también debe descansar en la paciente creación de vínculos de confianza mutua, en el común compromiso con el derecho internacional y la solución pacífica de controversias con el mundo árabe y palestino en particular. Suponer que es posible postergar indefinidamente las legítimas aspiraciones del pueblo palestino es un error que alienta la yihad islámica que impulsa Irán a través de los grupos extremistas, agravando y prolongando el sufrimiento de ambos pueblos.
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