Septiembre 24, 2023

¿Qué hará Boric ante el plebiscito? Por Sergio Muñoz Riveros

Ex-Ante
El Presidente Gabriel Boric junto a la presidenta y el vicepresidente del Consejo Constitucional. Foto: Agencia UNO.

Faltan solo 12 semanas para el nuevo plebiscito y Boric no podrá eludir un pronunciamiento. Ya sabe que el texto que saldrá del Consejo será muy distinto de aquel que le llenaba el gusto. Por si fuera poco, llevará la impronta de sus adversarios de derecha y centroderecha, que son mayoría en el Consejo.


Como sabemos, Gabriel Boric, apoyado por el Frente Amplio y el PC, se entusiasmó con la perspectiva de un cambio constitucional que llevara a cabo la reingeniería completa de Chile. Recién llegado a La Moneda, se comprometió temerariamente con la Convención refundacional y el proyecto allí elaborado. Y perdió estrepitosamente. Nadie duda de que el triunfo del Rechazo el 4 de septiembre de 2022 representó su derrota personal. En un régimen parlamentario, habría tenido que renunciar.

Protegido por la Constitución vigente, debió haber hecho una pausa, con el fin de pensar seriamente sobre el futuro. Le habría servido crear una instancia de análisis con sus asesores y los partidos de gobierno para superar la obsesión constituyente y responder al reto de gobernar lo mejor posible. Sin embargo, apostó rápido por un segundo proceso, creyendo quizás que así se crearía una posibilidad de revancha. Le convenía la estabilidad, pero, con mirada corta, se obstinó en la idea de desmontar el orden constitucional al que, paradójicamente, le debe todo.

Ni Álvaro Elizalde ni Vlado Mirosevic, que en diciembre pasado eran presidentes del Senado y la Cámara, le recomendaron mesura ni sentido práctico. Al contrario, levantaron los papeles del acuerdo de los partidos como si celebraran un gran acontecimiento. No sabían, por supuesto, que el verdadero acontecimiento iba a ser que el único partido que no firmó tal acuerdo, el Republicano, obtendría un resonante triunfo en la elección del Consejo Constitucional el 7 de mayo.

En otras palabras, los partidos que le hicieron caso a Boric por razones tan nobles como la cuota de cargos en el gobierno, fueron por lana y salieron trasquilados. El ejemplo más bochornoso es el del PPD, partido que, en 2019, con Quintana a la cabeza, alentó la aventura constituyente, luego hizo algún ruido en la Convención, pero terminó sin elegir un solo consejero en mayo.

Faltan solo 12 semanas para el nuevo plebiscito y Boric no podrá eludir un pronunciamiento. Ya sabe que el texto que saldrá del Consejo será muy distinto de aquel que le llenaba el gusto. Por si fuera poco, llevará la impronta de sus adversarios de derecha y centroderecha, que son mayoría en el Consejo. Da la impresión de que su plan no estuvo bien pensado.

 ¿Qué hará Boric ahora?

Primera opción: llamar a votar en contra del proyecto definitivo, el que se conocerá en noviembre luego del procesamiento de las diferencias que surjan entre el Consejo y la Comisión Experta. Eso significaría tomar posición junto al PC, para el cual la prioridad es “derrotar a la derecha”. Si el mandatario se pronuncia en tal sentido, el Frente Amplio cerrará filas, por supuesto. En el PS, todo dependerá quizás del movimiento de las encuestas.

Si los partidos oficialistas se cohesionan en torno al voto en contra, tendrán que explicar por qué prefieren mantener la Constitución actual, o sea, “la de Pinochet”, como han dicho una y otra vez, con desprecio por la firma de Lagos. A lo mejor, dirán que más adelante la pueden reformar en el Congreso. ¡Gran descubrimiento! ¡Todas las reformas materializadas en 30 años se aprobaron en el Congreso!

No sería extraño que, si Boric llama a rechazar el proyecto del Consejo, la balanza se incline hacia el lado opuesto. Para mucha gente, el mandatario es “el referente” para hacer obligadamente lo contrario. De tal modo, y por encima de los contenidos del proyecto, el plebiscito se convertiría en un nuevo referéndum sobre el gobierno.

Segunda opción: expresar apoyo al nuevo texto, pero con reservas y con la promesa de propiciar reformas en el Congreso. O sea, “aprobar para reformar”. Suena conocido. En ello influiría, probablemente, la consideración de que, al fin y al cabo, él tendrá que firmar el nuevo texto si es aprobado por los ciudadanos. Tal postura difícilmente unificará al oficialismo. El PC no estará dispuesto.

Tercera opción: abstenerse. Ello le permitiría mostrarse como un estadista que está por encima de los bandos. Parece la postura más conveniente para sus intereses, pero implicaría que cada partido oficialista actuara por su cuenta y, por lo tanto, todos los ministros y altos funcionarios. Vale decir, desorden a toda orquesta. Sería, además, la explícita renuncia de Boric a liderar a sus huestes en un proceso que él puso en marcha. Tiene mucha razón Jorge Schaulsohn al decir que la izquierda se encuentra en un zapato chino.

La desaprobación al gobierno se ha estabilizado en torno al 65%. Ese es el dato fundamental. Se trata de una corriente ciudadana que definirá su voto en diciembre a partir del siguiente principio: no hacer nada que pueda ser aprovechado por el gobierno. Tal corriente es la expresión del “antioctubrismo”, esto es, del rechazo a la ola de irracionalidad y violencia que llevó al país a una situación de inmenso riesgo en 2019. La reaparición de algunas figuras estelares de la Convención, como Baradit, Atria y otros, reforzará esa corriente.

Ha durado demasiado la confusión que derivó del desdichado momento en que, por la presión de la barbarie en las calles y el oportunismo de los parlamentarios, se abrió la puerta a un experimento que lo puso todo en discusión. Es hora de poner orden para que la libertad sea posible. El país necesita estabilidad institucional. Hay que exigir lealtad con la democracia.

Para seguir leyendo columnas de Ex-Ante, clic aquí.

Publicaciones relacionadas

Director Ejecutivo Fundación P!ensa

Julio 12, 2025

La UDI después de Evelyn Matthei. Por Juan Pablo Rodríguez

Evelyn Matthei durante la proclamación presidencial realizada por la UDI en enero. Foto: Agencia UNO.

Mirando el mediano plazo, la permanencia en Chile Vamos inexorablemente lleva a la UDI a una mímesis con sus aliados centro-liberales, cuestión similar a la que le ocurrió al Socialismo Democrático con el Frente Amplio y el Partido Comunista. Si la UDI quiere seguir siendo un proyecto parecido al que ideó Jaime Guzmán, parece más […]

Ex-Ante

Julio 12, 2025

La sumisión del Socialismo Democrático: la rana que hierve. Por Kenneth Bunker

El Socialismo Democrático ha pagado el costo completo de un gobierno que no lidera, y no ha recibido algún beneficio institucional o político real. Solo ha logrado mimetizarse hasta perder su relevancia, dentro de la coalición política más inoperante, desordenada, incapaz y corrupta que la izquierda ha visto en cinco décadas.

Directora de Trabajo Social de la Facultad de Educación y Ciencias Sociales de la Universidad Andrés Bello.

Julio 12, 2025

Sacándonos la venda: una “verdad incómoda” sobre la pobreza en Chile. Por Carmen Lamilla

Estar incómodos, implica reconocer que, aunque hemos avanzado, aún queda mucho por hacer. Es sacarnos la venda de los ojos y entender que el “verdadero progreso” no se mide solo en cifras, sino en la capacidad de construir una sociedad más justa, donde todos tengan la posibilidad de vivir con dignidad.

Ex-Ante

Julio 11, 2025

Lo que hay detrás del evento “Democracia siempre” impulsado por Boric. Por Jorge Schaulsohn

Los presidentes Yamandú Orsi, Gustavo Petro, Lula da Silva, y Gabriel Boric.

“Democracia Siempre” podría haber sido un acto valiente, un punto de inflexión en la defensa de valores universales. Pero, al menos por ahora, parece un ejercicio de marketing político, que predica más de lo que practica. No hay que pecar de ingenuos: esta cumbre también tiene una dimensión estratégica orientada a robustecer las credenciales democráticas […]

Socio Líder de Consultoría y asesoría empresarial, PwC Chile

Julio 11, 2025

Crecimiento, empleo y productividad: Los desafíos para el próximo gobierno. Por Federico Morello

El futuro de Chile para los próximos 20 años depende en gran medida si la oferta electoral que tendremos a nuestra disposición será capaz de resolver -y financiar- estos desafíos estructurales que tienen a nuestro potencial de desarrollo cada vez más disminuido.