Sueños de cartón. Sobreoferta de credenciales académicas y sobreproducción de elites en un país estancado (Ariel-Planeta, Santiago de Chile, 2024), de Pablo Ortúzar Madrid, aborda la crisis de certificados de enseñanza en Chile. El autor se aboca a los títulos universitarios, aunque sin dejar de considerar la paupérrima situación de la educación temprana, básica y media. Se basa en informes estadísticos y conceptos provenientes de la economía, como título de valor, y de la sociología, como sobreproducción de elites, de Peter Turchin, y precariado, de Guy Standing.
Ortúzar considera dicho problema como una clave de lectura que permitiría comprender:
El autor busca demostrar:
Según su tesis central: “la principal sombra del Chile de los treinta años es que la clase política trató de resolver en el sistema educativo casi todos los problemas y contradicciones del desarrollo capitalista, produciendo una inflación de certificados académicos, desvirtuando el sentido y la calidad de la educación y creando las condiciones para una profunda erosión del pacto social”.
Por otro lado, Ortúzar observa que el creciente desinterés por la calidad de la educación ha sido determinante en la inflación de títulos universitarios, y un incentivo para que el sistema político estimule su sobreoferta. Refiriéndose a las evidencias concretas de tal decadencia, afirma: “En los hechos, a pocos les importa la educación en sí misma, lo que se refleja en el poco aprecio por la labor docente, así como en el desinterés por la calidad de la enseñanza y en la presión constante por promover de grado a los estudiantes, aunque no reúnan los requisitos. (…) el mercado comienza a verse saturado de títulos que certifican que sus portadores poseen conocimientos y capacidades que, en realidad, dudosamente tienen”.
Siguiendo su tesis principal, la inflación de títulos universitarios derivó en el surgimiento de una clase universitaria endeudada y furiosa, debido a la degradación de la esperanza de las clases medias de superar su situación de precariedad. Según él, dicha clase, disponible para la movilización permanente y el clientelismo, constituye la actual base de apoyo a Boric.
Aun así, la considera una víctima.
¿Por qué tanta consideración ante consumidores, para los cuales un título universitario es un producto desechable más? ¿Por qué conceder algo a su desprecio por el conocimiento, exultante con ocasión de la asonada de octubre de 2019?
La valiosa tesis de Ortúzar y la historia del proceso contenido en ella permiten entender el ascenso de Boric y el Frente Amplio al poder, y la ruina de la educación chilena durante la postdictadura. Por lo pronto, desde 1998, según el informe del PNUD y, luego, con la implementación de la Jornada Escolar Completa, el CAE y la Ley General de Educación, pasando por la llamada Revolución Pingüina, en 2006, las movilizaciones estudiantiles de 2011, y el abandono de la educación temprana, básica y media, en favor de la educación universitaria.
Han sido políticas y movimientos fracasados, excepto para el surgimiento de esa contraelite antimeritocrática, identitaria y niveladora, referida por Ortúzar, de la que Boric y su horda son su cabeza visible en el poder, dispuesta a perseverar en la implementación de su régimen, a pesar de sus derrotas.
Pero su tesis no basta para descifrar las oscuras causas del llamado “estallido social”. Ni siquiera existe una expresión unívoca que permita designar lo ocurrido. Tampoco permite explicar la quema del Metro, a todas luces un acto planificado y ejecutado por profesionales, y no un hecho espontáneo. En cuanto a la fascinación provocada por esa barbarie, no bastan las herramientas proporcionadas por la sociología, ya que parte de las causas de ese virulento acontecer también son internas y espirituales.
A la sobreoferta de credenciales universitarias le es inherente el productivismo y otras lacras del mercado académico, que poco o nada tienen que ver con el conocimiento, en cuanto desarrollo de la capacidad de conciencia. La proliferación, en general, parece ser una forma de autodestrucción y de disolución, maligna de suyo: corresponde a lo sin medida, ni forma, ni determinación, que sólo deviene oscuridad carente de conocimiento.
Posiblemente, las dudas y problemas que presenta este trabajo, no obstante el peso de su tesis central, se deban a que no ha existido, hasta ahora, una concepción clara, madura y ampliamente discutida, acerca de la educación y sus propósitos, que sea capaz de ofrecer criterios racionales y constructivos para su planificación y desarrollo, cuyo horizonte sea la integridad del ser humano y el bien de Chile.
*Extracto de la presentación realizada en el Auditorio María Luisa Santander, Centro Políticas Públicas UC, 9 de enero de 2024.
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