Cuando los legisladores dicen actuar en pos de la gente por el retiro 10%, no lo están haciendo. Cuando el gobierno no da claridad sobre la fecha de la elección, introduce incertidumbre sobre incertidumbre. El poder en la clase política está diluido a niveles históricos y, desafortunadamente, no serán los políticos los que paguen el costo de no ordenar el partido, será la propia gente.
El gran desorden. El último año ha sido tremendamente desordenado en todo sentido. Por el estallido social primero y la pandemia después, la planificación y la coordinación política ha sido prácticamente imposible.
Realineación de partidos. La interacción entre el estallido social y la pandemia, con mayor influencia de lo primero, generó incentivos para una realineación en el sistema de partidos. Con un nuevo escenario político y social, partidos que antes no encontraban razones de cooperar, comenzaron a hacerlo y candidatos que no tenían razones de existir aumentaron su influencia. El nuevo escenario hizo posible todo lo improbable.
Desanclaje de candidatos. Si fueran solo los partidos políticos los que se estuvieran realineado, el mapa no sería tan caótico. Pero no fueron solo ellos. También fueron los candidatos presidenciales, partiendo por Joaquín Lavín, quien inesperadamente se declaró un ferviente socialdemócrata. Un hecho que antes del estallido social y la pandemia hubiese generado un remezón mayor, pero que cuando ocurrió no generó ni la mitad del oleaje esperado.
El costo del desorden. La pregunta es si este desorden es necesariamente negativo. La pregunta es si la desalineación de los partidos de sus nichos tradicionales, y el consecuente desacople de sus principales figuras, podría tener un efecto negativo sobre la dirección de la democracia. Una pregunta contra intuitiva, pues para muchos esto es precisamente lo que se necesitaba. En el espíritu del estallido social, urgía un remezón mayor.
Una diferencia histórica. Todo lo que está pasando hoy contrasta fuertemente con el pasado reciente. Hasta tan solo un par de meses antes del estallido social y la pandemia, los gobiernos y los partidos eran quienes ponían el orden. Hasta hace solo dos años, eran quienes ponían los temas en la agenda y alienaban a los suyos para pasar o bloquear proyectos de ley. Hoy nada de eso ocurre. La disciplina partidaria prácticamente no existe.
Más incertidumbre. Tiene menos sentido que el gobierno tampoco busque estabilizar la situación. Un ejemplo claro de aquello es lo que pasa con la mega elección del 10 y 11 de abril, en que coincidirán cuatro elecciones diferentes. Más que cualquier otra cosa el tema se ha vuelto un elemento más de incertidumbre en un panorama ya inestable. Por qué el gobierno aun no ha decidido qué hacer con la fecha de la elección es un misterio.
Nuestro país, como suele pasar, destaca positivamente en la región. Este año obtiene 67 de los 100 puntos, quedando en el lugar 27 del mundo, de un total de 180 países evaluados. El mismo puntaje que viene obteniendo desde el año 2017, es decir, presentamos un estancamiento en la materia. Una de dulce y otra […]
Si hay que sacar adelante una reforma es a nuestro sistema político. No porque esta reforma por sí sola afecte nuestras vidas, sino porque puede ser la condición necesaria para avanzar en reformas de productividad que nos permitirán financiar la protección social. Es la productividad, pero al comienzo es la política.
Antes de aceptar un cargo -para qué hablar de si es un cargo público- hay que hacerse la pregunta: ¿me la voy a poder o no? ¡Cuántas veces en la vida nos decimos más bien que no! Es algo que a muchos personeros del gobierno parece que no se les ocurrió. Por soberbia. O porque […]
Es difícil concebir una expresión de mayor descriterio que la injerencia en los asuntos internos de Perú en un momento de máxima tensión en ese país. Boric no se detuvo a pensar en las repercusiones que iba a tener un pronunciamiento suyo en el que culpaba de la violencia al gobierno de Dina Boluarte.
Nada contra las personas de carne y hueso propuestas para el Comité de Expertos. Grandes personas, y probablemente un aporte a la discusión. Pero la mayoría tiene perfil político más que técnico. El caso de Katherine Martorell es el más polémico, pero no es el único. Varios de ellos pudieron perfectamente competir por un asiento […]