La ministra de Trabajo ha desplegado una actividad frenética con diversos grupos y parlamentarios, una especie de feria libre para recibir propuestas, accediendo a casi todas las peticiones, dejando de lado la rigurosidad técnica. Es muy improbable que haya acuerdo para crear un sistema de reparto, que para el Gobierno representa el corazón de su reforma. Como lo fue el Estado Plurinacional en la Convención.
Campaña versus reformas estructurales. El Gobierno no pudo haber elegido un peor momento para presentar su proyecto de reforma al sistema de pensiones: en octubre habrá elecciones de alcaldes y gobernadores.
- La historia enseña que es muy difícil tramitar reformas estructurales en un año de elecciones porque todo el proceso se contamina por el cálculo electoral. Las partes no tienen la misma predisposición a hacer concesiones que pueden otorgarle al adversario ventajas en la elección. El interés general queda supeditado a otras consideraciones e intereses.
- El proyecto tendrá una tramitación larga. Ya se ha anunciado que no saldrá de la comisión de trabajo del Senado antes de julio. Es decir, se tramitará en plena campaña lo que contaminará un debate, que sin duda será despiadado.
- Se corre el riesgo de que cualquier acercamiento se interprete como debilidad o entreguismo irritando a los electores del sector y afectando su intención de voto.
- Es inevitable que la aprobación de una reforma que mejore las pensiones sea un bálsamo, un acicate para el Gobierno que mejoraría sustancialmente las perspectivas electorales de sus candidatos; un “precio” que ninguna oposición está dispuesta a solventar.
El poder de las encuestas. Ya fuimos testigos de las amenazas de personeros de Chile Vamos a los Demócratas de cancelar el pacto electoral municipal si votaban a favor de la idea de legislar; y del cambio del voto comprometido por sus diputados de aprobar la fórmula 3/3 para la cotización previsional, que terminaron rechazando.
- En un año electoral también adquieren un enorme poder las encuestas, pues es más probable que inhiban la voluntad de los parlamentarios de contradecir con su voto lo que ellas dicen que los ciudadanos quieren. Como, por ejemplo, que la cotización adicional del empleador vaya íntegramente a la cuenta individual.
- También hay que considerar que las elecciones se dan en un clima de gran polarización ideológica que se viene arrastrando desde el estallido social y que se ven reflejados en el contenido de la reforma de pensiones.
- No estamos solamente ante un debate técnico. El proyecto tiene una inspiración ideológica, en el buen sentido del término. Hay muchos prejuicios arraigados en la población. Lo que está en juego va más allá de una reforma a las pensiones; se trata de un cambio de paradigma que modifica el modelo económico y altera el funcionamiento del mercado de capitales. Lo que naturalmente hace más complejo alcanzar acuerdos.
El discurso de Ibáñez. La tramitación sería complicada para cualquier gobierno, pero sobre todo para uno como éste que no tiene mayoría en el Senado y pasa por un momento de extrema debilidad, con escándalos por todos lados.
- Cuando aún no se repone del tema del Lobby en que participaron sus ministros y la corrupción de Democracia Viva, ahora aparecen las pensiones de gracia truchas, entregadas a quienes no tenían derecho, delincuentes con amplios prontuarios, incluyendo pornografía infantil y personas que agredieron a carabineros con bombas molotov.
- Además, está amenazado por el Partido Comunista con una demanda ante la Corte Interamericana de DDHH si le quita las pensiones a sus “combatientes”.
- Que los ánimos están alterados quedó claro en la tormentosa sesión en que se aprobó la “idea de legislar” en que del diputado Diego Ibáñez descalifico a la senadora Ximena Rincón. Fue un autogol que significó el rechazo nada menos que de la cotización adicional del 6%.
- La acusó de tener conflicto de intereses por haber sido miembro del directorio de una AFP cuando no era parlamentaria y les pidió a los miembros de su bancada que no se “dejaran iluminar” por ella.
- Los rostros compungidos y alterados de los ministros eran visibles desde el hemiciclo. El diputado estaba poniendo en riesgo la aprobación de la idea de legislar que dependía de los votos de Demócratas
- Sin embargo, Ibáñez no improvisó, sus palabras no fueron fruto del clima termocéfalo que reinaba en la sesión. Traía un discurso escrito, una tesis política de su partido cuyo eje central era denostar a todos los parlamentarios que se opusieran al proyecto del Gobierno, acusándolos de serviles a los intereses de las AFP y del empresariado.
- En el oficialismo calificaron su intervención como “inoportuna” y rechazaron el ataque personal, pero no sus conceptos políticos. Porque lo que dijo Ibáñez no es una casualidad; es parte de una estrategia electoral de los partidos oficialistas.
- El discurso de Ibáñez tampoco fue tan distinto a los que pronunciaron el resto de los parlamentarios de izquierda. El diputado Soto del PPD tuvo un “día de furia” y parecía fuera de sí. Hablando también en “clave” electoral las emprendió contra Evelyn Matthei y Sebastián Pinera exigiéndoles responsabilidades políticas por la negativa de la derecha a aprobar la idea de legislar, señalando que “el pueblo les pasara la cuenta”.
El doble discurso de Jeanette Jara. La ministra del Trabajo también hace su aporte a la campaña; tiene un doble discurso. Cuando se para frente a las cámaras se pone la camiseta del PC y las emprende contra quienes tienen la osadía de encontrar mala su reforma, estigmatizándolos como defensores de las AFP.
- Se trata de sacar el máximo rédito político-electoral durante el debate del proyecto, descalificando a los opositores para que, en caso de que la iniciativa no prospere, sean ellos y no el Gobierno los “culpables”.
- ¿Cómo se puede compatibilizar la demonización de la oposición con fines electorales con la búsqueda de acuerdos?
- La situación se parece bastante a la que vivimos durante los procesos constituyentes. Siempre se supo que la única forma para que prosperara una nueva Constitución era que tuviese apoyo transversal, lo que no ocurrió.
- Del mismo modo, la única reforma de pensiones que se podría aprobar tendría que concitar el apoyo de la izquierda, del centro y de la derecha.
- Al igual que en la Convención eso significa dejar los maximalismos de lado. No basta con redistribuir el porcentaje de la nueva cotización entre las cuentas individuales y el reparto. Es muy improbable que haya acuerdo para crear un sistema de reparto, que para el Gobierno representa el corazón de su reforma. Como lo fue el Estado Plurinacional en la Convención.
- La izquierda necesita desesperadamente un logro que le permita al Presidente Boric hablar de legado. Su apuesta es la reforma de pensiones, pero no cualquier reforma, aun cuando signifique un aumento importante de las pensiones. El Gobierno quiere que sea coherente con lo que planteó en su programa, es decir que establezca un sistema de reparto controlado por el Estado y financiado con parte de la cotización empresarial.
- La ministra ha desplegado una actividad frenética con diversos grupos y parlamentarios, una especie de feria libre para recibir propuestas, accediendo a casi todas las peticiones, dejando de lado la rigurosidad técnica y recurriendo a “protocolos” para ganar tiempo y poder revisar su viabilidad y conveniencia ex post.
- Pero fracasó. El proyecto sube al senado con la mayoría de sus indicaciones rechazadas de lo que se desprende que se tendrá que empezar desde cero, en un escenario totalmente adverso.
- Es cierto, logró aprobar la “idea de legislar”, pero sobre una reforma de pensiones “innominada”, no del proyecto del Gobierno. La reforma que llega al Senado es un cascarón vacío que los senadores tendrán difícil tarea de reformular.
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