Febrero 9, 2023

La izquierda buscando chilenos. Por Cristóbal Bellolio

Ex-Ante

En esta nueva campaña, la izquierda tendría que desprenderse del relato fragmentario de las identidades oprimidas y la cantinela de la interseccionalidad, para conectarse con la gran identidad chilena, aquella que -teóricamente- nos une en lugar de dividirnos. En síntesis, la izquierda tendría que hacer la chilenidad su bandera de lucha. O como diría Sexual Democracia, en uno de los mejores temas del rock nacional, tendría que salir a buscar chilenos. Esto explica que su logo sea un copihue, la flor nacional.


La izquierda tomó atenta nota de la lección del 4 de septiembre: no se puede ganar repudiando el sentimiento patrio, ninguneando el amor a los emblemas, por muy fundada que sea la crítica al nacionalismo como abstracción teórica o a la trayectoria histórica del estado chileno. No se puede ganar a punta de banderas negras y mapuche, así como tampoco desde el desarraigo de los cosmopolitas. Alguna vez la izquierda lo tuvo clarísimo: Allende haría la revolución con empanadas y vino tinto.

Pero el gen frenteamplista no navega cómodamente en el mar de las tradiciones, partiendo por la santísima trinidad de las fiestas patrias: considera que el rodeo es un crimen, la parada militar una glorificación belicista, y el Te Deum una ofensa al estado laico. Con ese discurso se conquistan corazones ñuñoínos, se dijo con sorna, pero difícilmente se penetra en el Chile profundo.

En esta nueva campaña, en cambio, la izquierda tendría que desprenderse del relato fragmentario de las identidades oprimidas y la cantinela de la interseccionalidad, para conectarse con la gran identidad chilena, aquella que -teóricamente- nos une en lugar de dividirnos. En síntesis, la izquierda tendría que hacer la chilenidad su bandera de lucha. O como diría Sexual Democracia, en uno de los mejores temas del rock nacional, tendría que salir a buscar chilenos.

Esto explica la puesta en escena del flamante pacto de izquierda “Unidad para Chile”, que agrupa al Frente Amplio, al Partido Comunista y al Partido Socialista, además de otros partidos menores. Su logo es un copihue, la flor nacional. No el puño en alto, no el pañuelo verde, no el arco iris LGTBQ, no el símbolo Wiphala, mucho menos el Negro Matapacos. No, es un coqueto e inocente copihue, estética medio Lira Popular, aquella planta de fantasía que no vemos nunca pero que evoca cierta nostalgia, cierta ingenuidad, por un Chile donde la cosa parece más simple y armoniosa. A diferencia de todos los otros símbolos identitarios, el Copihue es de todos. No divide, une.

Esto es consistente con el nombre del pacto, que apela directamente a la unidad de Chile. No solamente a la unidad de la izquierda. Valga aquí un paréntesis: en medio de la teleserie para decidir si llevaban una o dos listas, la comisión política del PS sostuvo con gravedad que el problema de la izquierda es que se dividía por “ideas”, mientras la derecha se unía por “intereses”.

El subtexto es que la derecha tiene pocas ideas en común, pero comprende que debe actuar conjuntamente en la defensa del capital, o algo por el estilo, mientras la izquierda, por su celo justiciero y rigor intelectual, se pelearía por minucias ideológicas que no permiten ver el bosque.

Esto es erróneo en varios niveles. En los últimos treinta años, los partidos de la derecha con representación parlamentaria han votado prácticamente igual en todas las materias. Ha sido tremendamente difícil distinguir entre liberales y conservadores, libremercadistas y socialcristianos, gremialistas y nacionales. No hace falta apelar a sus intereses compartidos; sus ideas son casi las mismas. De hecho, justo ahora que aparecen diferencias relevantes en la comprensión del momento político, la derecha se divide.

Si fuera por defender el capital, Republicanos y Chile Vamos competirían en el mismo pacto. No lo hacen, precisamente porque los dividen sus ideas. Por otra parte, lo que rompió la alianza histórica PS-PPD en la actual contingencia fueron intereses electorales, no ideas. Si fuera por ideas, Carolina Tohá es tan socialdemócrata como Ana Lya Uriarte. Por ahí no pasa la cosa. Pasa porque el PS interpretó que había un espacio de influencia no explotado dentro del oficialismo, y el PPD captó que su sobrevivencia depende de reconfigurar una identidad centroizquierdista, apostando a desmarcarse del bajo momento del gobierno y la “lista del indulto” (Girardi dixit). Cierre del paréntesis.

Sostengo que la invocación de la “unidad” es novedosa y más interesante en otra dimensión. Los líderes más destacados de la nueva generación que gobierna montaron su carrera articulando un severo cuestionamiento a la política de los acuerdos y la vocación consensualista de la transición. Cada vez que la izquierda extra-concertacionista oía apelaciones a la unidad, lo que escuchaba era que los grupos políticos y económicos dominantes intentaban pasar de contrabando su agenda hegemónica, como si los fines de la política ya se hubieran zanjado y la discusión se limitara a los medios apropiados, el triste reinado de la racionalidad neoliberal tecnocrática que Mouffe llamó “post política”. La verdadera política, dijeron sus intelectuales, se trata de recuperar su naturaleza conflictiva, inherentemente partisana, su dimensión agonista.

Esto fue lo que hicieron en la pasada Convención: desoyeron los llamados a construir consensos transversales que incluyeran a todos los sectores políticos, recordando que este es un juego de pasiones e intereses opuestos, donde el poder y la legitimidad se obtienen a punta de mayorías, no de “unidad” (algo así como la doctrina Stingo).

La nueva cara de la izquierda de cara al proceso constituyente 2023 revela una superación, sincera o estratégica, de dicha narrativa adversarial, y testimonia un giro hacia un discurso político y estético que subraya lo que tenemos en común por sobre lo que nos divide, lo que nos integra por sobre lo que nos fragmenta. Quien sabe, en una de esas, sus representantes en el nuevo consejo constitucional ahora vayan genuinamente por la “casa común”.  Para eso hay que partir, bien lo sabe Miguel Barriga, buscando chilenos.

Seguir leyendo columnas de Ex-Ante aquí.

Publicaciones relacionadas

Nuevo Trato

Marzo 30, 2023

Seguridad: Lo urgente, lo importante y lo accesorio. Por Isabel Contrucci H. y Álvaro García M.

Lo que no puede pasar, al menos al mundo progresista, es que, lo que hoy parece urgente, invisibilice lo que sabemos, es importante: derrotar la delincuencia y el narco exige un abordaje complejo. Necesitamos mejores herramientas para enfrentarlo, sin duda, pero también para evitarlo y prevenirlo.

Director ejecutivo de Qualiz

Marzo 30, 2023

Agenda de seguridad: Al calor de matinales y redes sociales. Por Carlos Correa Bau

Si los ciudadanos van a votar pensando en seguridad ciudadana, sin duda que castigarán a los candidatos que se perciban más cercanos al gobierno. El oficialismo tiene como tarea lograr hacer un spin en la discusión pública antes de los 15 días de silencio en las encuestas y no seguir bailando al ritmo de los […]

Académico de la UAI

Marzo 29, 2023

¿Cómo creerles ahora? De la arqueología tuitera a la segunda derrota del octubrismo. Por Cristóbal Bellolio

¿Cómo creerles ahora que están del lado de las policías y de su seguridad en el combate contra delincuencia? ¿Cómo creer que el riñón feminista de la movilización -que cantaba “puta, maraca, pero nunca paca”- ahora se acongoje desde La Moneda por la vulnerabilidad de las carabineras?  Esta crisis simboliza la segunda derrota del ethos […]

Directora Ejecutiva de Chile Transparente

Marzo 28, 2023

¿Cómo perciben los jóvenes la corrupción? Por María Jaraquemada

Ilustración de Más Información + Derechos.

Si bien la Constitución no es una varita mágica, sin duda que hay avances que podemos hacer para que la percepción interna sobre la corrupción se empiece a acercar más a la externa -donde Chile muestra cifras más cercanas a países desarrollados y OCDE- y en esto el diseño institucional es clave para que quienes […]

Ex-Ante

Marzo 27, 2023

El corazón de las tinieblas y la paz social. El funeral narco que obligó a suspender clases en Valparaíso. Por Lucy Oporto V.

La disolución de Chile, su ruina institucional, material, moral y espiritual, su pendiente a la barbarie y a la guerra de todos contra todos, iniciada en octubre de 2019, se han ido profundizando. La suspensión de clases debido a un funeral narco, al paso de un cortejo fúnebre de un difunto acribillado, a su vez, […]