La discusión sobre el problema de la informalidad me hace recordar un maravilloso cuento infantil de Jérôme Ruillier sobre la inclusión: “Por cuatro esquinitas de nada”. En el cuento, un grupo de círculos salen todos los días a jugar al patio grande por una puerta redonda. Sin embargo, hay un “cuadradito” que no cabe por la puerta y no puede acompañarlos.
Los círculos quieren incluir a “cuadradito” a sus tardes de juego, pero por más que lo intentan no logran que cruce la puerta. Se les ocurre una solución: cortarle sus cuatro esquinas para que se parezca más a un círculo, pero “cuadradito” se resiste a esa solución tan dolorosa. Luego de mucho meditar, los círculos concluyen que el problema no es “cuadradito”, sino la puerta, así que, tijera en mano, cambian la forma de la puerta para que círculos y cuadrados pueden cruzarla sin problemas.
De manera similar, cada vez que se habla del problema de la informalidad laboral, las soluciones propuestas apuntan en una dirección similar a la de “cortar las esquinas”, logrando “formalizar” a los informales. No hay duda alguna que el trabajo formal será siempre preferible al informal, no sólo en términos de la protección que entrega a los trabajadores, sino también por una serie de impactos virtuosos que produce sobre la sociedad y la economía.
Sin embargo, también es cierto que formalizar el empleo depende de factores cuyos efectos suelen lograrse a muy largo plazo como, por ejemplo, mediante mayor crecimiento económico y aumento de la productividad, formación de capital humano, mayor eficiencia tributaria, regulación menos burocrática, apertura comercial, entre otros, todos canales deseables y a los que debemos apuntar como país hacia mediano y largo plazo. Es más, incluso alcanzando todo lo anterior, la naturaleza y característica de ciertas actividades hacen muy difícil su formalización.
La dificultad radica en qué hacer en el corto plazo con el 27% de los trabajadores que están actualmente en la informalidad, quienes no tienen acceso a licencias médicas, seguro de cesantía, protección a la maternidad ni tendrán una pensión suficiente para su vejez. Quizás, como en el cuento, tengamos que “corregir la puerta”, haciendo ajustes al actual sistema de protección social para lograr incorporarlos.
Existen experiencias exitosas que apuntan a avanzar en esa dirección. Un buen ejemplo es el monotributo, sistema aplicado en Uruguay, Argentina y Brasil. Bajo este esquema, las micro y pequeñas empresas pagan un tributo único, que incluye tanto el pago de impuestos como las cotizaciones para la seguridad social para un grupo reducido de trabajadores.
Así, los microempresarios ven facilitado el proceso de pago de contribuciones sociales para sus empleados (o para sí mismos). Bajo este esquema, la tasa de contribución suele ser menor que para el resto de la población, pues se encuentra subsidiado por el Estado.
Otro mecanismo importante es el de otorgar mayor flexibilidad a las contribuciones de los informales, de manera que coticen cuando y por el monto que puedan. Un ejemplo de esta solución se ha aplicado en Colombia mediante un sistema llamado Beneficios Económicos Periódicos -BEPS-, que permite ahorrar para la vejez por el monto y el tiempo que el trabajador pueda. Cuando el ahorro del trabajador no es suficiente para financiar una pensión mínima, el saldo ahorrado y sus retornos se devuelve al trabajador.
Un tercer ejemplo lo tenemos en nuestro propio país, mediante la incorporación a la seguridad social de los trabajadores independientes que emiten boletas de honorarios, por medio de una retención adicional en sus boletas por parte del Servicio de Impuestos Internos. El pago de sus contribuciones ha sido paulatino y se estableció un orden de prelación en las asistencias cubiertas. De forma similar, otro tipo de trabajadores que cuentan con formalización tributaria, como taxistas o feriantes, podrían pagar sus contribuciones a través de sus patentes y permisos de operaciones tributarias.
Finalmente, una propuesta que viene tomando fuerza en la discusión internacional es la de “pensiones por consumo”. Bajo esta modalidad, un porcentaje del pago del IVA que hacen las personas naturales se les devuelve al término del año tributario para financiar sus cotizaciones.
Más allá del camino que se elija, la incorporación de más trabajadores al sistema de seguridad social de nuestro país es una necesidad imperiosa, que irá en su propio beneficio. Sería importante que, en el marco de la actual discusión de la reforma previsional, no se olvide que la informalidad laboral que conduce a una baja densidad de cotizaciones es una de las causas principales de las bajas pensiones autofinanciadas de nuestros jubilados.
El principal indicador de la Bolsa de Comercio de Santiago, el S&P IPSA, cerró este lunes prácticamente sin cambios, registrando una leve baja de 0,21% y quedando en 6.232 puntos, en una jornada en la que los montos transados estuvieron por debajo de los promedios diarios.
Las expectativas para el empleo se ven complejas con una economía que muestra claras señales de desaceleración. Así lo refleja el Índice de Avisos Laborales de Internet (IALI) durante agosto, que completó 29 meses retrocediendo al terminar en agosto con una caída de 24,4%.
El sector público y privado enfrenta retos comunes para implementar la ley, como cumplir plazos, gestionar transferencias internacionales de datos y realizar evaluaciones de impacto en protección de datos.
El índice S&P IPSA de la Bolsa de Comercio de Santiago se alineó con las caídas de los mercados globales, retrocediendo un 1,83% en la jornada de este viernes, alcanzando los 6.245,42 puntos.
Antes de decidir cómo financiar las pensiones actuales, debemos diseñar un plan detallado y realista, focalizar bien las personas y grupos que necesitan de este apoyo, y no quedarnos con el 3% como un mantra. Solo luego podremos analizar el mecanismo de financiamiento más eficiente.