Aun sabiendo que sin ese segmento amplio y oscilante electoralmente no se ganan elecciones presidenciales, en más de dos horas de debate la idea de clase media no fue mencionada explícitamente ni por Provoste, ni por Narváez ni por Maldonado. Sí, leyó bien. La clase media no apareció en todo el debate. Ninguna visión de cómo recuperar los sueños movilizadores de ese grupo mayoritario, hijo de esa misma Unidad Constituyente y que hoy se siente a la deriva.
Relato de la centroizquierda. En pocos meses, cuando termine el actual gobierno, se cumplirán 32 años desde el retorno a la democracia. De ellos, 24 habrán sido conducidos por una centroizquierda -hoy Unidad Constituyente- que en ese periodo fue capaz de interpretar de mejor manera que la derecha las subjetividades y sensibilidades ciudadanas. La promesa de libertad para pensar, decir y hacer, sumada a la perspectiva del progreso económico, resultó movilizadora para una población ansiosa por huir de la pobreza y sacudirse del autoritarismo conservador.
Veleidosa clase media. El desdibujamiento del relato de la hoy llamada Unidad Constituyente posibilitó la llegada de los dos gobiernos de derecha que no prometieron otra cosa que devolverle la esperanza perdida a esa clase media hija de la Concertación. Un primer gobierno Piñerista que generó empleo, pero no se hizo cargo de las debilidades del mercado para proveer seguridad y derechos sociales. Y este segundo, mal evaluado por la ciudadanía, entre otras cosas por haber prometido rescatar a la clase media para terminar abandonándola.
Debate de Unidad Constituyente. Pero sobre ello no se escuchó nada en un debate donde se conversó en claves y códigos de política pública, como si ya estuvieran gobernando o sentados exponiendo en la CEPAL o en una discusión en el Congreso. Una retórica desconectada de la ciudadanía donde los únicos temas en disputa fueron los entreveros partidarios para nombrar a sus candidatos.
No veo al Presidente como un líder empoderado para manejar una situación política y económica compleja que empeorará. Ni tampoco explicándole a la ciudadanía qué es lo que él quiere y necesita, cuál es su visión para salir del impasse político-económico-social y constitucional, sino más bien evadiendo la realidad, minimizando los errores.
Parece más aconsejable que el gobierno separe su suerte del texto propuesto por la convención, adopte una prudente distancia y analice con pragmatismo “todos los escenarios”, ya que su obligación seguirá siendo gobernar el país y no defraudar las esperanzas de cambio que anidan en la sociedad chilena.
Si vamos a recaudar más, es un imperativo moral asegurar que esos recursos públicos se gasten bien. Para que el gobierno tome en serio el rol del Estado en su lucha contra la desigualdad, debe tener a la vista que los esfuerzos en gastar bien son tres veces más efectivos que los esfuerzos en recaudar […]
Para poder discernir cuándo estamos frente a propaganda y cuándo frente al ejercicio de la libertad de expresión, el Servel ha interpretado que en caso de que ésta se contrate o sea pagada, es propaganda, sino, libertad de expresión. A mi juicio es una interpretación bastante reducida.
Son muchos los motivos de desazón frente al proyecto de la Convención, pero el más inquietante es la plurinacionalidad, pues constituye el germen de la división de Chile. Es, además, un injerto tomado de la Constitución boliviana. Cómo las cosas no pasan casualmente, ahora se entiende el papel de Elisa Loncón, que anunció la refundación […]