Lo que tenemos en la Convención Constituyente es una nueva generación – el promedio de edad es de 45 años y un 41% tiene menos de 39- que no ha tomado el poder por asalto, lo ha ganado en las urnas. Un segmento etario distinto al que ha detentado el poder político desde el retorno a la democracia y que ahora pondrá su sello a los tonos y contenidos de la nueva constitución.
Pronósticos y resultado. En este mismo espacio, dos días antes de la elección de constituyentes, advertí que parecía riesgoso anticipar resultados sobre la base de la historia electoral anterior. También que dudaba mucho que hubiese buenas proyecciones a partir de encuestas pues, para ello, era necesario contar con al menos 28 encuestas independientes, una por distrito, con grandes muestras cada una y contingentes al día de la elección.
Renovación generacional. En segundo lugar, es una Convención de personas jóvenes. El promedio de edad es 45 años, el más bajo de un órgano de representación popular desde el regreso de la democracia. El 41% de sus integrantes tiene menos de 39 años y la convencional más joven, 20 años.
Apuesta por el diálogo. Desde esta perspectiva generacional podemos empezar a avizorar parte del espíritu que impregnará el Palacio Pereira una vez que la convención esté en régimen.
La invocación de la buena fe en el caso no tiene cabida. Fuera de que “nadie puede alegar la ignorancia de la ley” (art. 8 CC), la buena fe no ampara el error inexcusable; y en el caso concreto, la excusa sería que la Senadora y la Ministra desconocen las prohibiciones que les impone la […]
El uso del término “solidaridad” en el debate previsional ha generado confusión. Al parecer esta palabra enmascara un impuesto obligatorio que afecta a trabajadores de todos los ingresos. Usemos un lenguaje más claro y honesto para evitar malentendidos en una política pública clave.
Esperemos que quienes nos gobiernen desde marzo 2026 al 2030 no reemplacen una consigna por otra, sino por políticas públicas bien pensadas, con medidas consistentes al objetivo de recuperar la educación chilena en su capacidad de integración social y de formación para la vida.
Sin un crecimiento sostenible que se acerque más al 5%, seguiremos en un ritmo cansino, empeorando en todos los indicadores y año a año seguiremos con las mismas discusiones. Hagamos que las cosas cambien.
Que el Instituto Nacional haya pasado en 20 años de ser el noveno mejor colegio del país, según el ranking PSU/PAES, a ocupar hoy el lugar 303, no es casualidad. Es el resultado de un diseño ideológico, elaborado con premeditación y alevosía.