Demócratas cruzó el Rubicón, se atrevió a desafiar al oficialismo, a romper el tabú y pactar con la oposición de derecha, pese a haber votado siempre a favor de los proyectos del Gobierno. Es un terremoto político, el puntapié inicial de la configuración de una nueva alianza para enfrentar electoralmente al eje socialista-comunista que marcó el fin de la Concertación y que hoy manda en el Gobierno.
Los discursos para la galería. Hay veces que las ramas no dejan ver el bosque. Eso es exactamente lo que está pasando con el debate sobre lo ocurrido en el Senado a raíz de la elección de la nueva mesa, que ha desatado un festival de recriminaciones sobre el supuesto incumplimiento de un acuerdo administrativo que repartía el poder interno.
- Y si bien es cierto que desde un punto de vista formal ese fue el detonante que privó al oficialismo de la presidencia del Senado, lo que ocurrió es algo mucho más profundo y trascendente que tiene muy poco que ver con la conformación de las comisiones.
- Todos los lamentos por el presunto rompimiento de los acuerdos, la pérdida de las confianzas, los obituarios al Senado como lugar de encuentro, es retórica, discursos para la galería, control de daños. Distraer la atención del hecho evidente que el PPD está tan deteriorado que no fue capaz de designar un candidato hasta la hora undécima.
Un terremoto político. La aritmética no ha cambiado y sin acuerdos no pasará nada con la agenda del Gobierno, sea quien sea el presidente del Senado.
- Lo que verdaderamente sucedió fue un terremoto político, el puntapié inicial de la configuración de una nueva alianza para enfrentar electoralmente al eje socialista-comunista que marcó el fin de la concertación y que hoy manda en el Gobierno.
- Demócratas cruzo el Rubicón, se atrevió a desafiar al oficialismo, a romper el tabú y pactar con la oposición de derecha, pese a haber votado siempre a favor de los proyectos del Gobierno.
- Algo que no veíamos desde los tiempos de la Unidad Popular.
- Un entendimiento que se empezó a gestar hace tiempo, “cocinándose” a fuego lento en un sentido sociológico. Porque el fin de la concertación, que pasó casi desapercibido en un principio como si se tratase solo de un cambio de nombre (Nueva Mayoría) dejó un vacío de representación en un segmento muy grande de la ciudadanía democrática que combatió a la dictadura y protagonizó la transición.
- El que todo haya, aparentemente, seguido como antes tuvo mucho que ver con la conducta de la Democracia Cristiana. Un partido tan traumatizado por el rol que jugó en el golpe de estado, que elevó a la categoría de pecado mortal cualquier entendimiento con la derecha democrática.
- Para esa DC no existía ninguna alternativa. Solo podía pactar y gobernar con la izquierda. Hizo un saludo a la bandera levantando una candidatura alternativa a la de Apruebo Dignidad que no llegó a ninguna parte. Después se declaró independiente del Gobierno pero terminó en la práctica como partido oficialista sumándose a una lista común para enfrentar las próximas elecciones.
- Una postura insostenible en el tiempo, ya que el carácter refundacional del Gobierno generó divisiones tremendas en su seno, que alcanzaron el punto de ebullición con motivo del plebiscito constitucional, donde un sector se rebeló negándose a respaldar una propuesta de extrema izquierda.
El quiebre ideológico. Más allá de lo cuantitativo, la división formal de la Democracia Cristiana y el surgimiento de Demócratas cambió el escenario. Fue un quiebre ideológico, reminiscente a lo que en su día ocurrió con el Mapu y la Izquierda Cristiana.
- Podríamos decir que con efecto retardado se está cristalizando la división de la ex concertación, el reagrupamiento de quienes nunca estuvieron de acuerdo con el giro hacia la izquierda del partido socialista, que le tiró la cadena a la DC y a la renovación resucitando su alianza histórica con el PC.
- Por eso surge también Amarillos, un partido que se define como “reformista” en oposición al proyecto revolucionario (aunque impracticable) del gobierno actual.
- Ninguno de estos partidos considera un anatema pactar con Chile Vamos para darle gobernabilidad al país y ambos están dispuestos a competir con la izquierda tradicional en la primera vuelta de las elecciones presidenciales.
- Para la izquierda oficialista el surgimiento de un nuevo eje de centro reformista constituye una amenaza que la obliga a reflexionar sobre sí misma, pues pone en riesgo su permanencia en el poder. Hasta ahora su reacción ha sido pedestre y grosera, acusando a sus protagonistas de derechistas, vendidos, traidores, de darse vuelta la chaqueta.
- “Indignos de ocupar ningún cargo en el Senado”, como espetó un José Miguel Insulza totalmente fuera de control.
- Las palabras de senador Insulza son un ejemplo de cómo ha aumentado la polarización en el país. Según un estudio elaborado por el Departamento de Periodismo de la Universidad Adolfo Ibáñez entre 2017 y 2024 el “índice de polarización alcanzó casi ocho puntos, en una escala de uno a diez.
- Algo que no debería sorprendernos pues vivimos un largo período en que todo lo que se consideraba bueno y virtuoso fue denostado como malo y perverso, incluyendo también a sus protagonistas, entre los que figura destacadamente Insulza, quien en ese tiempo era una figura emblemática del político transaccional.
- Además, por primera vez un sector de la izquierda recurrió a la violencia para lograr objetivos políticos en plena democracia poniendo en riesgo la estabilidad del Gobierno.
Involución de la izquierda renovada. El gobierno del Presidente Boric también ha sido polarizante, con un discurso agresivo y descalificador, dividiendo a los chilenos entre buenos y malos, generosos y avaros, sensibles e insensibles.
- El surgimiento de dos partidos que aspiran a representar un centro reformista es la consecuencia natural de la involución de una parte de la izquierda renovada concertacionista que optó, legítima pero equivocadamente, por aliarse con Apruebo Dignidad.
- Es el inicio de una nueva etapa. Por primera vez se abre un debate, una competencia, una disputa en el seno del progresismo. Surge una alternativa que no tiene complejos para explorar y construir acuerdos programáticos y/o electorales amplios ni pactar con otras fuerzas democráticas, incluyendo a partidos de derecha que también lo son.
- Los partidos tendrán que perfilar mejor su identidad utilizando la terminología con rigurosidad. ¿Qué quiere decir eso de “Socialismo democrático”? ¿Hay partidos socialistas en la coalición de Gobierno que no son democráticos? ¿Si el Partido Socialista es socialdemócrata, por qué no se define como tal?
Una nueva coalición política. El talón de Aquiles del actual gobierno es su falta de coherencia interna, una especie de “smorgasbord” de partidos que empujan para distintos lados y se sabotean mutuamente, lo que hace imposible gobernar con eficiencia. Algo que no se puede volver a repetir.
- Lo ocurrido en el Senado es el germen de un cambio profundo. Contempla una elección primaria entre Demócratas, Amarillos y Chile Vamos para competir con un candidato o candidata única a la presidencia; y ofrecerles a los chilenos una alternativa, una nueva coalición del centro progresista con la derecha democrática. Que sería el primer Gobierno transversal, de “cohabitación”, desde la recuperación de la democracia.
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