Bastante se ha escrito ya en relación a la oportunidad que se ha abierto para Chile y el litio frente a la transición energética y la necesidad de reducir las emisiones de carbono, en particular, por la mayor demanda por vehículos eléctricos que ello significa, dado que uno de sus minerales críticos es dicho mineral. Sin embargo, permítanme llamar la atención respecto a definiciones que la misma Estrategia Nacional del Litio, anunciada por el gobierno, requiere y que serían un buen impulso a esta oportunidad.
El mercado del litio se ha mostrado muy dinámico y con una alta volatilidad en el precio, el que ha significado que las exportaciones chilenas de este mineral hayan pasado de un promedio anual de US$ 169 millones entre los años 2003 y 2015, a US$ 8.093 millones el año 2022, según el Banco Central. El precio del carbonato de litio equivalente (LCE), en tanto, pasó de US$ 7.950 por tonelada en diciembre de 2020 a US$ 62.000 por tonelada en diciembre de 2022, de acuerdo a lo informado por Cochilco. Y es en estas circunstancias cuando los gobiernos quieren maximizar la recaudación fiscal, por lo que todos los esfuerzos están puestos en estimular el mercado.
Y Chile no es la excepción. En abril de 2023 se anunció la Estrategia Nacional del Litio, para desarrollar dicha industria y aumentar las riquezas para el país. Pero, así como los precios han sido altamente volátiles y se proyecta que al menos haya una década en que esto siga ocurriendo, luego de este periodo se estima que el reciclaje de las baterías de litio comenzaría a abastecer buena proporción de la demanda. Así, hay consenso en que la ventana del litio es corta. Adicionalmente, como indica la misma Estrategia Nacional del Litio, los proyectos se demoran entre 6 y 8 años en comenzar a producir. Esto es, quedarían menos de 20 años para realmente aprovechar las rentas que permitan una mayor riqueza para el país.
Y este es el apuro que se observa por desarrollar el mercado en Chile y al que obedece el reciente anuncio de un acuerdo entre Codelco y SQM, que sería muy rentable para el Estado chileno, especialmente a partir del 2031. Pero a pesar del apuro, no se visualizan mayores avances en otros frentes. Uno de esos frentes sería la definición de los otros salares distintos de Atacama y Pedernales, donde se podría producir.
De hecho, la misma Estrategia Nacional del Litio señala entre sus antecedentes que un estudio de Sernageomin del año 2013 indica que el 90% de las reservas se encontrarían en el Salar de Atacama, porque no se conocen los otros salares. Igualmente, dicha Estrategia indica que se creará una red de salares protegidos que alcanzaría al menos un 30% de estos complejos ecosistemas. También se indica que habrá definiciones en términos de salares y proyectos estratégicos. Y estas definiciones deberían haber estado listas hacia fines de 2023; sin embargo, aún no hay novedades y se ha indicado como nueva fecha para estos anuncios el próximo abril. Sin estas definiciones no es posible saber en qué otros salares se podrá explotar el litio.
Mientras tanto, el tiempo pasa y pasa, y como todos los países que tienen este mineral quieren aprovechar las rentas, avanzan en obtenerlas. De acuerdo a las proyecciones de JP Morgan, hacia el 2030 Chile se tendría que conformar con el cuarto lugar en producción mundial, con solo un 10% de participación. El primer lugar lo mantendría Australia, con 23%, y China y Argentina superarían a Chile, con participaciones de 16% y 13% respectivamente. Y esto sin considerar que África pasaría de un 1% hoy a un 13% de la producción mundial. Cabe destacar que actualmente Chile abastece el 30% de la oferta mundial, cuenta con el segundo lugar en producción, después de Australia que produce el 47%; mientras el año 2016 era primer productor mundial, con un 41% del mercado. Además, Chile posee las mayores y mejores reservas, y las mejores condiciones del mundo para producir, con los costos más bajos.
Pero los avances de estos otros países no son casuales. Estados Unidos, que se proyecta provea el 8% de la producción hacia el 2030, anunció recientemente US$ 90 millones en un acuerdo con Albemarle para reabrir su mina Kings Mountain y aumentar la producción doméstica de litio. Otro anuncio es de una inversión de US$ 11 millones para la producción geotérmica del mineral a partir de salmuera. Por su parte, Argentina, aunque cuenta con un litio de menor calidad y con inferior infraestructura minera que Chile, actualmente cuenta con dos proyectos en operación, siete que deberían empezar a producir el 2025 y cerca de 30 proyectos hacia el 2030. Y es el tema institucional el que lo hace más competitivo que Chile.
En este sentido, es una importante señal el envío de dos proyectos de ley para reducir la permisología que acaba de anunciar el Presidente Gabriel Boric. Sin embargo, vale la pena hacer dos alcances. El primero es que dichos proyectos tienden más a la optimización que a la modernización de procesos, eliminación de trabas, reducción de duplicidades, que habría sido mejor. Y el segundo es que, si queremos agilizar, mandar proyectos de ley que pueden estar años en el Congreso no se visualiza como la mejor manera.
Con todo, una muy buena señal sería acelerar las definiciones en términos de salares protegidos y estratégicos. Por mientras, los avances de Chile se parecen más a la historia de las aceitunas de Lope de Rueda, en que un matrimonio comienza con una discusión acerca del precio que iban a cobrar por las aceitunas que acababan de plantar y que iban a cosechar en seis o siete años más. Como indicó el vecino de este matrimonio, cuando se dio cuenta de la citada discusión: “¡Qué cosas más raras vemos en esta vida! ¡Las aceitunas no están plantadas, y ya las hemos visto reñidas!”
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