A partir del segundo trimestre de 2023 se ha hablado mucho sobre la situación económica en China. En particular, preocupa que el país no alcance el objetivo de crecimiento de 5% del PIB este año y que este fenómeno se extienda hacia el futuro.
El mercado laboral chino está entregando señales de deterioro. La tasa de desempleo llegó a 5,3% en julio y, desde enero 2020, solamente en 4 meses estuvo por debajo de su nivel prepandemia (promedio 2016-2019: 5,1%). Lo que preocupa aún más es el alto desempleo juvenil (16-24 años), que llegó a 21,3% en junio de 2023. El gobierno ha dejado de reportar dicha cifra y existe preocupación sobre el futuro de los casi 12 millones de universitarios que se incorporarán al mercado laboral este año.
Al mismo tiempo, una segunda fuente de preocupación viene del sector inmobiliario, específicamente lo que ocurrirá con las deudas de dicha industria. De hecho, el gobierno ha puesto límites de endeudamiento a los promotores inmobiliarios, lo cual ha gatillado algunas quiebras como la de Evergrande. En un país en donde las posibilidades de inversión están mucho más reguladas que en Occidente, el sector inmobiliario surgió como una buena alternativa para los ciudadanos chinos que buscaban rentabilidades dentro de su país. Una crisis severa en dicho sector afectaría profundamente, además de los tenedores de deuda, el ahorro de los ciudadanos chinos y podría tener efectos que podrían expandirse al mundo en forma de deflación, menor comercio internacional y mayor incertidumbre.
Una tercera fuente de preocupación es el gasto del consumidor local, cuya debilidad ha llevado a que la inflación interanual esté en terreno negativo. Finalmente, el sector exportador tampoco ha estado a la altura de lo que se esperaba, poniendo más presión bajista en la actividad económica del país.
Los índices bursátiles, por su parte, han reaccionado a estas noticias. El CSI 300 de Shanghái, que refleja de buena forma el desempeño de la economía china, ha caído casi 3% en el año. El sector inmobiliario, en tanto, ha caído 5% en el año medido por el Shanghai Property Index.
Pese a todo esto, continúan existiendo oportunidades de inversión en China para inversionistas extranjeros. Un inversionista no invierte sólo en países, sino que en proyectos. En China sigue habiendo oportunidades atractivas en el mediano y largo plazo. El país, si bien podría crecer bajo su objetivo este año, tiene crecimientos proyectados de 4,8% en 2023, 4,7% en 2024, y 3,6% promedio entre 2026 y 2030. Es decir, la economía seguirá creciendo a tasas mayores que las de economías desarrolladas y, por ende, seguirá siendo atractiva. Algunos ejemplos de industrias que tienen buenas perspectivas en China son: componentes electrónicos, vehículos eléctricos, servicios de salud y servicios financieros, entre otras.
Respecto de la situación actual, no se espera que la política fiscal y monetaria le den el impulso necesario a la economía para lograr su objetivo de crecimiento de 2023. Este tampoco vendrá de la depreciación artificial de la moneda o del recorte de impuestos a las transacciones bursátiles. Pero, a pesar de todo, el país seguirá creciendo. Un inversionista global con un portafolio diversificado no debería dejar de mirar a China con buenos ojos.
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