-Boric tiene una caída importante, no es el presidente peor evaluado, ¿pero sí uno de los que más rápido ha bajado?
-Exactamente. Un 27% no es el nivel más bajo que ha tenido un Presidente. Piñera durante su segundo gobierno llegó a un 9%; Bachelet tuvo un nivel mínimo de un 15% en su segundo mandato.
Lo cierto es que el nivel de Boric a siete meses de gobierno, o 31 semanas, no lo había tenido ningún otro presidente. Bachelet en su segundo gobierno se demoró 60 semanas en llegar a este nivel de aprobación. Piñera en la semana 85 quebró esta barrera del 30%.
Por lo tanto esta caída en la aprobación de Boric refleja que nunca hubo luna de miel, y en cambio experimentó un proceso acelerado de frustración de expectativas en torno al cumplimiento de las promesas de campaña y de la capacidad de gestión del Gobierno.
-¿Está relacionado con las perspectivas económicas, que según la encuesta es de las más pesimistas desde de la pandemia?
-Los factores son múltiples. Pero yo creo que hoy este nivel de aprobación y la forma como se está evaluando al Gobierno se explica porque el miedo que hay en torno a la delincuencia y la violencia eclipsa todo lo demás. El miedo ha tendido a invisibilizar a todos los otros temas que se están discutiendo, que son relevantes.
Por ejemplo, la inflación, los errores en torno a los nombramientos de ciertas personas en cargos claves, tanto en Chile como en el extranjero; en su minuto haberse opuesto a los retiros; haber estado alineado con la opción Apruebo, que termina perdiendo; y los problemas de Irina Karamanos, etc. Todo eso queda invisibilizado debido al miedo y el estrés y el cansancio que están generando la delincuencia y la violencia.
-Respecto al tercer aniversario del 18-O, ¿la encuesta refleja el fin, en cierta forma, del octubrismo? ¿La visión positiva del estallido social disminuye radicalmente?
-Hay un rechazo mayoritario al octubrismo generacional. A la violencia como mecanismo para conseguir cambios políticos y sociales. Y ya teníamos antecedentes concretos de este proceso del fin de del octubrismo cuando veíamos que la confianza en Carabineros estaba en sus niveles más altos desde el 2016. Y que había aumentado más de 20 puntos en relación al 18 de octubre.
Esta encuesta es un reflejo de eso, del fin del octubrismo, porque principalmente muestra un cambio significativo en relación a como pensaban los chilenos en el 2019. Ese año los chilenos creían que el uso de la fuerza de Carabineros y del Ejército para controlar el orden público y la violencia había sido excesiva; y que habían abusado de su poder. Era un 70% y ahora cae 31 puntos. Hoy son amplia mayoría quienes creen que la fuerza pública fue proporcional a la violencia que había en las calles.
Al mismo tiempo hay una caída por los niveles de apoyo a acciones de protesta social, como las evasiones; el que baila pasa; los encapuchados, las barricadas, la primera línea, que tenía una buena imagen en su minuto y hoy día solo un 26 % está de acuerdo con ella.
-¿Pero no sigue siendo alto ese 26% de apoyo, un cuarto del país?
-Piensa que en 2019 era 55%. Es una caída significativa. Probablemente, en este fin del octubrismo hay una doble dimensión. La primera es el fin de la legitimidad de la violencia para conseguir cambios políticos y sociales; y la recuperación de la confianza de carabineros.
Por otro lado hay una segunda dimensión, que me parece más interesante aún, que después de tres años los costos del estallido social, de la pandemia y de la incertidumbre política y económica que hay hoy día en el país, han sido altísimos. El 93% cree que estamos peor en delincuencia en comparación a antes del estallido social; en violencia un 90%. Que la situación económica es peor, un 75%; que la imagen internacional de Chile es peor, un 75%. Finalmente han pasado 3 años y Chile es un país más pobre, más desigual, con una precariedad económica mucho más significativa, con niveles de delincuencia y violencia muchos más altos que los que teníamos hace 3 años. Que la imagen de Chile está dañada. Por lo tanto, hay una amplia mayoría, arriba del 60%, que piensa que no hemos ganado nada después de tres años del estallido social.
-Sobre el proceso constituyente, un 68% quiere una nueva constitución, pero lo llamativo es que un 44% quiere hacer reformas a la constitución vigente, casi empatado con quienes quieren hacer un nuevo texto.
-A pesar de que el 62% que logró el Rechazo fue contundente para decirle NO a la propuesta de la convención constituyente, lo que ha dejado hacia el futuro es más bien confusión sobre cuál es el camino que hay que seguir. Las encuestas en esta oportunidad no están dando señales a la política de cuál es la ruta adecuada y lo que requiere este proceso político va a ser de un gran liderazgo, que hoy día no veo.
-¿Por qué?
-Porque efectivamente el único consenso que hay es que queremos una nueva carta (NC), pero no sabemos si eso pasa por reformar la actual en lo que sea necesario o hacer una nueva. No hay consenso tampoco si quiero un plebiscito de entrada o ir directamente a una convención. Y tampoco si tiene que ser 100% electa o mixta con expertos. No hay consenso mayoritario. Este no es el momento para que las encuestas o la opinión pública tengan la capacidad para decir qué es lo que hay que hacer. Esto va a requerir de un acuerdo político que guie. La amenaza de esto es que la política llegue a un consenso, por ejemplo ir directamente a una convención y que se consenso sea rechazado por la opinión pública. Ese es un riesgo latente y real.
-Un 53% quiere una convención mitad electa, mitad con expertos elegidos por el Congreso. ¿Es viable esa fórmula?
-Lo que ocurre es que la gente no tiene claro qué son los expertos. Se imagina a personas expertas pero sin militancia política; académicos y economistas sin militancia. A ex parlamentarios la gente no los quiere, los abogados constitucionalista tampoco, ministros de corte suprema tampoco, ex presidentes tampoco. De alguna manera el imaginario de lo que es un experto creo que es complejo de aterrizar.
-Hablando de liderazgos, ¿entre las figuras políticas mejor o peor evaluadas no hay variación?
-Claro, destacan positivamente Evelyn Matthei, Claudio Orrego, Germán Codina (aunque con bajo conocimiento) y Rodolfo Carter. Lo más interesante es que Bachelet sigue siendo el personaje político mejor evaluado de la ex Nueva Mayoría o del socialismo democrático. Pero ojo que Álvaro Elizalde ha estado ganando espacio también. Piñera y Kast en este contexto de pesimismo mejoran sus niveles de aprobación. Entre los peor evaluados aparece Vlado Mirosevic, que paga el costo de haber sido rostro del Apruebo. Y por último Daniel Jadue y Guillermo Teillier.
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