Agosto 5, 2023

Realismo con Renuncia. Por Kenneth Bunker

Ex-Ante
El Presidente Boric en La Moneda en una imagen del 24 de julio. Foto: Agencia UNO.

Presumiendo que el gobierno quiere optar por un legado, por acotado que sea, no hay ningún escenario en que no tenga que hacer una renuncia. Y mientras más se demore en entender eso, mayor será la renuncia que tendrá que hacer. El momento del realismo sin renuncia ya pasó. Ahora solo es posible el Realismo con Renuncia. A fin de cuentas, no es tan malo. Nunca darse cuenta de la realidad es peor.


Lo que se presentó esta semana en materia tributaria no fue un “pacto”. Probablemente se le llamó “pacto” para dar la idea de que había cierto nivel de acuerdo tras el documento. Pero la verdad, sin embargo, es que no era más que una propuesta unilateral, como así lo dejaron ver las duras críticas que prontamente vinieron desde la oposición, apenas se conocieron los ejes rectores de la idea.

Más que un documento de consenso que acuerda la necesidad de avanzar de manera determinada en ciertos principios es un borrador. Es una idea muy general con ejes rectores que solo satisfacen de forma suficiente a su autor. Por lo demás, es una idea incipiente, como así lo dejó ver el mismo presidente cuando sugirió que a pesar de estarlo presentando no sabía ni cuándo ni dónde se entregaría el proyecto definitivo.

Ahora bien, suponiendo que el objetivo final es aprobar la reforma en el Congreso, llama profundamente la atención la estrategia política empleada. Pues, sabiendo que el primer intento de reforma fracasó en forma estrepitosa precisamente por haberse saltado la formalidad de negociar con la oposición, ahora se acaba de hacer lo mismo, pero con el agravante de profundizar la animosidad.

En su discurso el presidente derechamente culpó a la oposición (“ustedes saben quiénes son”) de haber hundido el primer intento de reforma, y así, torpedeado todos los beneficios que potencialmente pudieron haber resultado de la recaudación. Obviamente es una estrategia que vendrá con costos, en tanto no puede ser una buena idea vilipendiar al mismo grupo de personas al que después hay que ir a pedirle el voto.

Haber convocado una cadena nacional para presentar un proyecto que está en pañales, solo para terminar insultando a la oposición que hay que convencer es absurdo. Es difícil ganar tracción con la gente cuando tienes 30% de aprobación, pero es más difícil hacerlo si más encima estás constantemente dándole razones a la oposición para no cooperar. Se habla de construir mientras se cavan trincheras.

Arriba se cuestionó la idea de que el objetivo efectivamente fuera pasar la reforma en tanto es sencillamente irracional tratar de hacerlo de la forma en que se está haciendo, en un momento álgido como el actual, con el Caso Convenios en pleno desarrollo. El gobierno no está avanzando con cuidado, atento a que, si fracasa otra vez en lo mismo, quedará absolutamente derrotado y humillado a un paso del vacío.

Si el gobierno efectivamente quiere pasar la reforma tributaria, puede pasarla. Pero para eso debe pactar de verdad, no solo decirlo para la prensa. La reforma tributaria puede pasar si se persuade con argumentos y evidencia a la oposición, y sobre todo si se está dispuesto a hacer sacrificios y conceder. Lamentablemente nada de eso parece ser parte del plan. Por el contrario, el gobierno parece seguir empecinado en lo mismo.

Esto revela la bifurcación en el camino. Por un lado, el sendero del pacto falso, la estrategia política y la insistencia obtusa. Por el otro, el del acuerdo real, el reconocimiento de la vulnerabilidad y la realización de que, si no se concede, no se avanza. Mientras que el primero permite sostener el balance partidario del gobierno, conduce al fracaso político. Y mientras el segundo induce tensión interna, al menos permite presentar el sacrificio como logro.

El gobierno hoy se encuentra en un punto similar al que se encontraba la expresidenta Michelle Bachelet cuando pronunció la famosa frase del Realismo sin Renuncia. Pues, poco después del caso Caval, se dio cuenta que no podría avanzar ni en lo absoluto ni en lo relativo si no concedía. Así, la frase simboliza la realización de aquello, y los ajustes estratégicos que se hicieron después, la consecuencia de esa realización.

El presidente Boric, y al parecer el gobierno en lo general, no han caído en la realización de la profundidad de su impopularidad y de la crisis de corrupción que le afecta. Desde afuera, pareciera que siguen pensando que viven en enero de 2022 y que tiene tiempo para planificar su gobierno. La realidad es muy distinta, pues se acercan a pasos agigantados a la mitad de su mandato y no han conseguido nada que los pueda eximir de la crítica.

Presumiendo que el gobierno quiere optar por un legado, por acotado que sea, no hay ningún escenario en que no tenga que hacer una renuncia. Y mientras más se demore en entender eso, mayor será la renuncia que tendrá que hacer. El momento del realismo sin renuncia ya pasó. Ahora solo es posible el Realismo con Renuncia.

A fin de cuentas, no es tan malo. Nunca darse cuenta de la realidad es peor. En el caso de la reforma tributaria, que ya viene mal planteada, el escenario es claro. Es mejor una reforma acotada que ninguna reforma. Mientras que una reforma acotada permite al menos optar por un legado, no hacer ninguna reforma obliga al presidente Boric a seguir dando excusas por no haber cumplido.

En lo relevante, en lo de fondo, una reforma tributaria acotada alza la vara. Si más adelante se hace una segunda reforma acotada será por la existencia de la primera. Hacer algo siempre es mejor que no hacer nada. Por ejemplo, si se hubiese aprobado la reforma previsional propuesta por Bachelet, hoy se estaría debatiendo la reforma desde el piso establecido en 2016 y no desde el piso establecido en 1980.

El gobierno no solo debe despertar de su letargo, aceptar su vulnerabilidad, transparentar la realidad, y renunciar a su programa inicial, sino que además debe moverse rápida y firmemente hacia una estrategia de gradualidad que al menos le permita argumentar que hizo algo relevante. Mientras más se demore en moverse hacia la gradualidad, mayor será la renuncia que tendrá que hacer.

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