¿Qué se vota el 17 de diciembre? Por Cristián Valdivieso

Director de Criteria

En ningún escenario “la casa de todos”, “el hogar común”, o “una que nos una” estarán presentes. Definitivamente, el 17 de diciembre votaremos con motivaciones bien distintas a los contenidos constitucionales.  En fin, mirado desde fuera de la caja política, era bastante obvio que esto pasaría.


Ni la casa de todos, ni el hogar común, ni una que nos una. No, nada de eso es lo que se zanjará el 17 de diciembre en las urnas. Ese caluroso domingo, habrá que salir a optar por disputas políticas, entre políticos y en lógicas de izquierdas vs. derechas u oficialistas contra opositores.

Completo, este segundo (más bien tercer) proceso constitucional ha sido un enfrentamiento en clave política clásica, muy alejado de lo que se ofreció a la población tras el acuerdo del 15 de noviembre de 2019. Una oferta que en gran medida se cumplió para el proceso que fracasó el 4 de septiembre del año pasado.

Tanto el plebiscito de entrada de 2020, la elección de convencionales (2021) como el plebiscito de salida (2022), fueron momentos electorales con una fuerte impronta e implicación ciudadana. Para bien y mal, fueron tiempos donde las grandes mayorías sintieron que había en juego algo importante por lo que se sumaron a las múltiples campañas ciudadanas desplegadas en cada hito electoral. El mundo político, la clase si se quiere, asustada se echó para atrás, escondió o suspendió sus juicios a sabiendas que cualquier intervención desde sus trincheras sería contraproducente para sus intereses.

Con el triunfo del rechazo, el denominado momento constituyente se diluyó y, sin embargo, los partidos políticos pensaron que habían ganado un nuevo aire que les permitía recetarse un proceso constitucional adicional.

El resultado de la insistencia fue que la ciudadanía optó mayoritariamente por quienes no querían una nueva Constitución, e hizo de esa elección un plebiscito al gobierno. Ya nada tenía relación con un nuevo pacto social y, desde ese momento, el nuevo proceso quedó timbrado como una disputa de poder entre los políticos. La ciudadanía entre que desapareció y se restó por completo.

En frío, ese es el contexto que nos espera en algo más de un mes. Visto así, las tensiones y el legado de ese plebiscito hay que leerlas y proyectarlas en función de lo que el mundo político y cada sector dentro de éste se juega.

Un contexto de distancia y desinterés ciudadano por ir a las urnas donde se dibujan tres escenarios como más probables: Un triunfo holgado del “en contra”, un triunfo del “en contra” por escaso margen y un triunfo del “a favor”, también por escaso margen.

Hasta ahora, el escenario más probable según las encuestas es un triunfo holgado del “en contra”. Un resultado que significaría una derrota general de la clase política, la que ineludiblemente sería apuntada por incapaz y por haber “sacado a pasear” a la sociedad por cuatro años para terminar en nada. En realidad, para terminar peor, lo que agrandaría la grieta entre la ciudadanía y los partidos, abriendo un apetitoso espacio para propuestas populistas que inviten a “que se vayan todos”.

Políticamente, el mayor costo de un triunfo amplio del “en contra” lo pagaría Republicanos que, además de pilotar el proceso estrellado, no habría podido cumplir con la promesa de “dar vuelta” un resultado adverso. Y, aunque en el Gobierno sacarían cuentas alegres, no tendrían cómo celebrar el haber terminado validando la Constitución “tramposa”.

Si, por otro lado, el resultado fuera estrecho en favor del “en contra”, esto aumentará la polarización entre izquierdas y derechas agudizando las dificultades del ejecutivo para avanzar en sus reformas. Los mayores damnificados políticos serían los partidos de ChileVamos y su dubitativa candidata Evelyn Matthei. Mientras Kast capitalizaría como propia toda la votación “a favor” adicionada al 35% que alcanzó su partido en la elección de consejeros, ChileVamos se licuaría por haberse plegado al mundo republicano abandonado su promesa de tender puentes con la centro izquierda para llegar a “una que nos una”.

Por último, si el “a favor” se impone, el resultado envolvería una derrota implacable para la izquierda en general y el gobierno en particular. La Moneda viviría la pesadilla de una tercera derrota en menos de tres años quedando además en la estacada por haber empujado un nuevo proceso sellado con una Constitución validada democráticamente, tanto o más pro mercado y conservadora que la del 80’.

Y, sin dudas, un triunfo del “a favor” sería Para Republicanos y José Antonio Kast la consolidación de su proyecto político de cara a las presidenciales de 2025.

En ninguno de los tres escenarios “la casa de todos”, “el hogar común”, o “una que nos una” estarán presentes. Definitivamente, el 17 de diciembre votaremos con motivaciones bien distintas a los contenidos constitucionales.  En fin, mirado desde fuera de la caja política, era bastante obvio que esto pasaría.

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