-¿Qué te pareció la ceremonia de conmemoración de los 50 años? ¿Qué destacarías y que pudo haber estado mejor?
-Creo que la ceremonia, la diversidad de las autoridades visitantes, la presencia de los poderes del Estado, la calidad de los discursos de Isabel Allende y del Presidente Boric lograron encarrilar una conmemoración que estuvo cerca de descarrilarse por completo. Es particularmente relevante lo que Boric le dijo a los suyos, mostrando su voluntad de liderar la transformación de la izquierda: nunca más la violencia debe sustituir el debate democrático, las violaciones a los Derechos Humanos se condenan en todas partes sin importar el color del régimen político qué los viola, y la unidad debe imponerse a la fragmentación identitaria. Creo que Boric anticipa su liderazgo futuro de la centroizquierda e izquierda democrática
-¿Crees que estuvo a la altura de las expectativas considerando todo lo que el gobierno anticipó?
-Es evidente que el mes de conmemoración estuvo lejos de las expectativas que se habían hecho el Gobierno y el Presidente, que soñaron en un momento con algo como lo que encabezó Luis Lacalle Pou en Uruguay. Pero no tenemos a Mujica, el exTupamaro de sabiduría ilimitada, y la derecha uruguaya, al menos el Partido Nacional, el más grande, fue opositora a la dictadura militar y nadie reivindica la herencia de ésta, diferencia radical con lo que ocurrió y ocurre en Chile. Creo que al final terminó desde el punto de vista del Presidente y del Gobierno como una oportunidad desaprovechada de crecer liderando gestos de pacificación. Como dijo el propio Boric, lo que va a quedar de todo esto es el Plan Estatal de Búsqueda.
-Finalmente la derecha decidió no asistir ni firmar un documento conjunto. ¿Cómo leer políticamente este hecho?
-En parte se explica por las torpezas y conductas erráticas del Gobierno, pero el fondo es que sienten que Republicanos les está respirando en la nuca y no quieren dejarle a éstos todo el voto duro de derecha, particularmente con un gobierno que tiene 2/3 de la población en contra. Sin embargo, creo que fue un error marginarse de la declaración y del acto. Pudieron haber llegado con su propio texto a concordarlo con el Presidente, cuya ansia por lograr incorporarlos les dejaba harto espacio para influir, incluso en haber invitado a personalidades internacionales de derecha y centro, influyendo en los términos del encuentro, en fin. Al final quedaron autoexcluidos de una ceremonia que terminó siendo nacional y negándose a firmar un texto que compartían por razones que la gente entiende son exclusivamente de lógicas internas y de cálculo político
-¿Ves más dura a la derecha respecto de lo que fueron conmemoraciones anteriores? ¿En ese sentido que te pareció en particular la declaración de la UDI señalando que el golpe fue inevitable?
-Me parece un error grave de la UDI jugarse por la “inevitabilidad” del Golpe, lo que en la práctica significa avalarlo 50 años después sabiendo sus consecuencias posteriores. Una cosa es que den la pelea para que el Golpe no sólo se asocie a sus consecuencias sino también a sus causas, y otra completamente distinta es respaldarlo por inevitable. La política democrática consiste justamente en apostar siempre a resolver democráticamente las crisis de la democracia. Lo único importante para la derecha debió haber sido que el “nunca más” a soluciones autoritarias a una crisis de la democracia y “nunca más” violaciones a los DDHH se extendiera también al “nunca más” promover o tolerar la violencia política en democracia. Creo que la presión republicana y sus representantes en la interna hicieron descarrilar a la UDI de su línea
-Un actor diferente fue Sebastián Piñera que aunque no asistió al acto, firmó la declaración y pasó a ser elogiado por el gobierno como un demócrata y fue nombrado dos veces por Boric en su discurso. ¿Cómo observas ese papel que el desempeñó?
.Hay que creerle a Piñera, al parecer, que su propósito es ser un buen expresidente. Porque no le importó contrariar al electorado duro de la derecha y diferenciarse de sus partidos, integrándose como uno más al club de expresidentes, consiguiendo además que se incluyera la condena a la violencia política en el Compromiso de Santiago y de paso un cambio acrobático en la apreciación del Presidente Boric a su presidencia. De alguna manera, también amortigua el efecto negativo de la decisión de los partidos de Chile Vamos.
-¿Cómo está el clima del país respecto a esta fecha, según lo que han mostrado las encuestas?
-Como lo dicen las encuestas, los 50 años tenían muchísima más importancia para la élite dirigente que para la gente común, incluidos los jóvenes. Los gobiernos de Allende y la dictadura de Pinochet tienen menos valoración positiva y más negativa que todos los gobiernos desde Aylwin a Piñera. La fecha y los actos conmemorativos eran vistos más como factores de división que de unidad, por lo que las expectativas de la población eran muy reducidas, muy pocos esperaban que se avanzara en una lectura común. Por lo mismo, la declaración de los presidentes debe haber tenido muy buena acogida. La polarización exacerbada que hemos visto en el Congreso y en el debate político no tiene un correlato en la opinión pública, y el espectáculo polar de las últimas semanas no ha hecho otra cosa que profundizar la crítica y el distanciamiento ciudadano de la política. El gobierno y el presidente cayeron en su aprobación estas semanas justamente por eso.
-¿Cuál será el desafío del gobierno ahora que pasó este hito?
-Volvemos a la normalidad previa a la conmemoración, que al final fue prácticamente suma cero, tanto para la oposición como para el gobierno. Se podría decir que todos zafaron, nadie naufragó, pero tampoco despegó ninguno. Es como si no hubiera pasado nada y volvemos a fojas cero, con un gobierno que tiene el doble de rechazo que aceptación y una dificultad mayor para equilibrarse entre la presión de su barra brava y la necesidad de sintonizar con las mayorías ciudadanas. Lo que viene dependerá de si la derecha le regala a la izquierda la posibilidad de recuperarse en diciembre de las dos severas derrotas culturales y políticas de la Convención y la elección de consejeros constitucionales, repitiendo la pretensión de dirimir en la Constitución los grandes debates políticos propios de disyuntivas legislativas y presidenciales.
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Gonzalo Cordero (UDI): “La gran diferencia que probablemente nunca se va a zanjar es si el golpe era evitable o no”.https://t.co/FPOYJpGm3s
— Ex-Ante (@exantecl) September 11, 2023
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