-Al parecer, según algunas encuestas, la gente ve con distancia el nuevo proceso constituyente. ¿Ves señales de riesgo de que no haya sintonía de la población con el proceso y el éxito del texto se complique?
-Sin duda existe el riesgo. En el proceso anterior los partidos tuvieron un rol secundario: fue conducido por una mezcla de académicos y activistas. Y fracasó rotundamente. El nuevo proceso está siendo coordinado por los partidos, con todos los riesgos que eso implica. Es literalmente un intento de autosalvataje por parte de una clase política llena de pifias y carencias en la cual la mayoría de las personas no confía. Rescatar nuestra institucionalidad democrática depende ahora del instinto de supervivencia de organizaciones altamente defectuosas. Pero no tenemos nada mejor: ni activistas ni académicos estuvieron a la altura la vez pasada. El pueblo unido sin partidos avanzó directamente al basurero de la historia.
-¿Qué impresión te dejan algunos nombres elegidos para competir en las elecciones de consejeros? ¿Se logró una mezcla de experiencia y nuevos liderazgos?
-Cuando uno trata con partidos políticos tiene que tener claro que operan con dos criterios: electoralismo y lealtad corporativa. Aceptan gente de afuera en la medida en que traigan votos, pero siempre haciendo un balance respecto a su lealtad al partido o a alguna de las trenzas políticas dentro del partido. Si no les convencen, optan por gente de la casa. Por eso no les gustan los intelectuales o los personajes del mundo cultural o televisivo que se mandan solos.
En el juicio contra Sócrates los partidos siempre estarán con la polis. Eso explica el tipo de personajes que a veces eligen, que distan de lo que el sentido común consideraría ideal. Lo importante, al menos en mi opinión, es que esa distancia no sea aberrante. Si el sentido común indica que necesitamos un caballo, los partidos probablemente traerán zebras y burros. Lo importante es que no lleguen con salamandras y escarabajos.
-¿Que tipo de consejeros crees que espera el electorado?
-La expectativa social respecto a los miembros de la nueva convención es de “expertos”: eso significa gente con experiencia en los asuntos constitucionales. Es decir, políticos, asesores, gente con un pie en la academia y otro en la política. No especialista en áreas ínfimas del derecho constitucional con miles de papers, ni tampoco operadores políticos que no tienen visión de conjunto. Esa es, en mi opinión, el criterio para juzgar la idoneidad de los candidatos respecto a la tarea que tienen por delante. Y, en base a ese criterio, veo hasta ahora más zebras y burros que salamandras y escarabajos, aunque la presencia de los segundos no deja de ser importante, lamentablemente.
-¿Cuál rol pueden jugar los independientes, que fueron muy criticados en el proceso anterior?
-El gran problema de los “independientes” es que muchos son de un perfil bueno para llamar la atención, robar cámara y ponerse creativos. Se mandan solos, trabajan para sí mismos o para una causa estrecha y se sienten superiores al resto por ello. Ese perfil es un desastre cuando se está en medio de negociaciones políticas serias, donde muchas cosas deben ser puestas en la balanza al mismo tiempo. En otras palabras, bienvenidos los independientes con visión de estado y disciplina política, pero el resto que se quede en los matinales o se dedique a organizar marchas. Faranduleros y activistas siempre estarán más preocupados de su propia imagen que del bien común.
-¿Es posible que Chile vuelva a rechazar? ¿Qué consecuencias tendría?
-No quedan más trucos en el sombrero y estamos en una franca deriva autoritaria. Si esto no resulta, la polarización de la élite política, mezclada con las urgencias sociales, terminará desfondando el régimen democrático.
-¿La derecha está en una disputa por cuál sector ocupa una posición hegemónica? ¿Ves posible que Republicanos y el PDG avancen en desmedro de Chile Vamos?
-La coyuntura actual probablemente haga que el PDG y el PR acaparen una gran cantidad de votos en la convención. Esto lo lograrán, irónicamente, por haber entorpecido y torpedeado el proceso. Ellos jugaron a hacerse los lindos esta vez, así como el FA lo hizo por 10 años antes de llegar al poder. Lo irónico es que si les va bien, estará en su propio interés conducir el proceso constitucional a buen término. No podrán bajarse del barco si lo hunden.
La cosa también será distinta para ellos, así como lo ha sido para el Presidente Boric y su gobierno, una vez que tomen la guitarra. En cuanto a proyecto político, el de la centroderecha está en ruinas, pero el PDG y el PR ni siquiera tienen uno. Luego, no hablaría de hegemonía cuando lo que hay es especulación electoral, pero no disputa de tesis políticas de fondo.
-La izquierda ha vuelto a fragmentarse. ¿Es un error estratégico del PS ir en una lista distinta a la del PPD?
-Es irónico que la amenaza atorrante del senador Latorre, que dijo que si no había alianza no habían cargos en el Estado, parece haber movido el piso en el PS. Latorre sale al centro de la foto de cierre de acuerdo. Si esto es así, el PS se estaría conduciendo por los mismos criterios que llevaron a la DC a convertirse en un partido muerto en vida.
En mi opinión, Óscar Landerretche y Ricardo Lagos tenían toda la razón en tratar de reivindicar el proyecto del socialismo democrático como algo distinto a la faramalla del FA + PC. El PPD está dispuesto a morir en esa loma, pero el PS se asustó a último minuto, cediendo a las presiones de Boric y de Bachelet, quien finalmente ni siquiera va a ir como candidata a la convención. Puede que el plan de algunos PS sea mantenerse en buenos términos con Apruebo Dignidad pensando en tomar control del gobierno desde adentro y por las buenas, pero la apuesta sigue siendo muy arriesgada por lo desperfilados que pueden quedar políticamente.
-Has dicho que el sistema de salud británico (NHS) es el paradigma institucional de Fernando Atria y la nueva izquierda. ¿Crees que Boric está tentado de imitarlo y dejar caer a las isapres?
-Fue genial cuando Chantal Mouffe, en un ataque de honestidad hace un par de meses, dijo que menos mal había tenido un percance de salud en Chile y no en el Reino Unido, donde vive, porque no habría tenido una atención tan oportuna allá. Y eso es exactamente cierto, porque el NHS, que tiene un nivel de presupuesto que Chile no podría empatar, se encuentra en serios problemas: en un país envejecido, con amplios segmentos sedentarios y mal alimentados y con un serio déficit de médicos y personal de la salud, la atención primaria a la que se accede resulta cada vez peor. Y eso significa subdiagnósticos y un creciente exceso de muertes.
-¿Hay una crisis del sistema público?
-Ahora mismo este asunto está en el centro de la discusión pública. Y quizás parte de la lección es que la variedad institucional es valiosa. Tal como un bosque nativo tiene más teclas para tocar que un monocultivo, pues sostiene un ecosistema más complejo y variado, combinar las capacidades de lo estatal, lo privado y la sociedad civil pone más cartas en la mano de un país para adaptarse a distintos desafíos. Por eso la batalla entre estatistas y mercadistas tiene muy poco sentido.
-¿Dirías que Boric es estatista o ha cambiado?
-El gobierno se veía jugadísimo por el estatismo ciego, pero parecen haber reconsiderado esa posición en el último tiempo, tanto en el caso de las isapres, donde parecen querer ir por la demolición controlada y no por el derrumbe, como en el caso del combate a los incendios y los esfuerzos de reconstrucción, donde la ministra Vallejo ha repetido ya varias veces lo valioso y central que resulta el aporte de la sociedad civil.
Ojalá esto representara un giro ideológico de la izquierda en ese sentido. Me consta que gente como Javiera Martínez o Noam Titelman representan a una nueva generación intelectual sin los sesgos ideológicos de personajes como Fernando Atria, y sería una gran noticia que ellos tomaran la batuta en ese ámbito.
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