Columna de Ana Josefa Silva:
Para quienes nos volvimos adictos a los nordic-noir, Oscuridad (Darkness) se aparece justo cuando ya sentíamos que estaban escaseando.
Se las llama así porque comparten los códigos del cine negro y se han desarrollado en países nórdicos; se han convertido en un género en sí mismo.
Oscuridad se inscribe en él, pero amplía el horizonte y corre ciertos márgenes.
Los escenarios cambian y se nos abre hacia realidades que en nuestro imaginario sobre los países nórdicos parecen descartadas: el barrio bajo, esos espacios marginales desangelados, oscuros, carentes de esa armonía arquitectónica y de diseño que deslumbra y lejos de aquellos circuitos turísticos impolutos y bellos.
Entre las mejores de su género —ese que le da densidad sicológica a sus personajes, con investigadores con sus propios problemas personales—, esta es una historia de serial killer.
Y comienza cuando una chica de 17 años sale de una fiesta, se interna por calles oscuras y solitarias, pasa bajo un puente y su rastro desaparece. Esto ocurre en Greve, un barrio de Copenhague de los suburbios.
Ese es el prólogo.
Cuando el detective de la policía Jan Michelsen lleva seis meses investigando este caso, desaparece Natasha, otra joven de características similares a la primera. Michelsen sospecha que los casos podrían estar conectados y que es probable que se trate de secuestros.
Por ello, pide ayuda a Louise Bergstein, psicóloga criminalista quien, luego de una temporada en Londres, había decidido alejarse de la policía.
La serie es cruda, por momentos sórdida hasta la truculencia, porque en paralelo al trabajo de Jan y Louise sigue al secuestrador, Anders Kjeldsen, un sicópata sádico de mucho cuidado, que cuenta con la colaboración de una misteriosa mujer, Stine Velin.
Pero esa violencia no está allí para epatar al espectador: lo interesante de ello es cómo escarba en la complejidad de la mente asesina.
Una imagen de Dinamarca que no estaba en nuestros registros y que captura my bien la dirección de fotografía.
Ese clima sombrío que se anuncia en el título.
Muy buena. Adictiva.
Oscuridad [Darkness / Den som dræber – Fanget af mørket]
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“Disfruta la Guerra, porque la paz dolerá”
Hay momentos relevantes de la historia de la humanidad que suelen permanecer en las sombras o bien asomarse muy de vez en cuando. El caso más emblemático es el de la Alemania inmediatamente post Segunda Guerra Mundial, con un Berlín dividido en cuatro zonas, a cargo de cada uno de los aliados vencedores.
Los Derrotados es justamente eso: la vida cotidiana en 1946 de esos vencidos, sobrevivientes en una ciudad destruida física y moralmente, donde coexisten víctimas y victimarios camuflados, aprovechadores, traficantes de lo que sea (personas incluidas), inescrupulosos de toda índole y tonelaje, mendigos por doquier.
Allí conviven la miseria de la mayoría y el lujo ostentoso de unos pocos representantes diplomáticos. Hoteles con sus bares y comedores limpios y luminosos, con cuadras y cuadras de calles hechas añicos, departamentos derruidos, habitados así, con socavones y restos de paredes bombardeadas. Soldados que patrullan sus respectivos trozos de territorio, gigantescas prisiones a donde han ido a parar justos y pecadores.
No hay espacio para la inocencia. Ni en los niños. (“El odio es muy absorbente”).
Es una ciudad rota, poblada de almas rotas.
En medio de todo ello, Elsie Garten (Nina Hoss, la musa del gran Christian Petzold) ha organizado un Departamento de Policía.
El lugar donde funcionan es lo que queda de una suerte de galpón vidriado con subterráneo. Es un grupo muy singular de personas: mujeres y hombres de cualquier edad, sin armas. Por ley de las fuerzas de ocupación, ningún alemán puede portar armas. Todos sus derechos están suspendidos.
En medio de esta decadencia, de poderosos turbios y personas dañadas por el odio, Elsie es una mujer que quiere instalar la esperanza de que se puede volver a vivir; de que la ley y la justicia prevalecerán.
Hasta allá llegará Max, un detective de la policía de Nueva York, enviado a contribuir a darle un aspecto profesional a este singular Departamento de Policía.
Pero hay otro motivo por el que Max está allí: su hermano, su única familia, ha desaparecido tras haber ido al frente de batalla y nadie sabe responderle dónde está.
A su vez, Elsie busca a su marido.
Es su búsqueda secreta.
Públicamente, Elsie y Max se abocan a dar con un siniestro personaje: Werner “Engelmacher” Gladow.
La serie —que incluye algunos racontos— es muy cruda, descarnada y contiene escenas de alto voltaje.
Es un drama cargado de suspenso que deja ver lo peor del ser humano, la degradación moral a la que puede llegar, la pregunta por la ausencia de Dios, la dignidad como una palabra que se vació de sentido.
Un trago fuerte y una mirada tan necesaria.
Los derrotados [The Defeated]
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Cuando parecía que ya había suficiente metraje rodado en torno a Colonia Dignidad —reportajes de TV, documentales, películas— Netflix estrena esta docuserie con material inédito.
Colonia Dignidad: Una secta alemana en Chile reúne y ordena 400 horas de imágenes grabadas por los mismos colonos, las que sus realizadores articularon con numerosas entrevistas a ex miembros de la secta que fundara Paul Schäfer (además de algunos otros personajes que llamarán la atención del espectador chileno).
Hay allí imágenes desde aquellas de muy antigua data hasta la época final; algunas que no se habían querido dar a conocer; otras que fueron especialmente grabadas como “propaganda”, así como material de prensa.
Entre las entrevistas hay voces que destacan más que otras, especialmente la de Salo Luna, quien en la década del ’90 escapó del lugar, siendo un joven.
Además de esas imágenes inéditas, el mayor valor de esta docuserie es que organiza la información para develarla desde sus más tempranos orígenes, cuando Schäefer, tras la guerra, funda en Alemania su “iglesia”.
Con perspectiva y contexto, la docuserie no se limita a construir un hilo historiográfico, sino que con todos estos elementos abre una mirada panorámica que permite escudriñar la dinámica propia de una secta (ya sea esta religiosa o ideológica).
Aquella en la que un líder (misteriosamente) carismático llega a establecer una relación dominador-sometidos con sus seguidores. Allí está el contraste entre la límpida fachada, la belleza de la música, los coros, el uso del discurso cristiano (¡la misma palabra Dignidad!) y el horror que se escondía.
Interesante escuchar a ex víctimas, hombres y mujeres ya mayores, intentando ellos mismos explicarse cómo y en qué momento es que se vieron atrapados en esta dinámica perversa; en esa captura emocional que anula el pensamiento.
Por momentos se asoma en ciertos testimonios algo propio de grupos de estas características: la doble condición de víctima y victimario.
Junto con entregar muchos datos clarificadores, abre también muchas preguntas, la mayoría de de las cuales comienzan con un ¿por qué? o un ¿Cómo fue posible?
Gran trabajo. Muy bien logrado.
Colonia Dignidad: Una secta alemana en Chile
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Para quienes somos devotos de Ingmar Bergman el que alguien osara hacer un remake de una de sus obras más conocidas sonaba a sacrilegio.
Bergman grabó en 1973 para TV la miniserie de 6 episodios Secretos de un matrimonio, con Liv Ullmann y Erland Josephson, y al año siguiente la adaptó para el cine.
Este año, Hagai Levi (el mismo de In Treatment y The Affair) estrenó su versión nada menos que en el Festival de Venecia.
En 5 episodios y protagonizada por Jessica Chastain y Oscar Isaac, el primer capítulo de la miniserie llegó al público el 12 de septiembre a través de HBO y este domingo, a las 21 horas, llega a su final.
Levi no solo no “profanó” una obra de arte sino que consiguió rescatar, intacto, el espíritu y el concepto universal que hay tras la obra de Bergman, para imprimirle un sello propio y trasladar el conflicto al siglo XXI.
De todo lo positivo (que es mucho) que se puede decir de esta versión hay dos elementos claves:
En esta historia trasladada a EE.UU. en la era actual, Mira (Chastain) es una ejecutiva de una empresa tecnológica con una carrera brillante y mucho mundo. Jonathan (Isaac) es un profesor de filosofía. Forman una muy buena pareja, muy bien avenida. Por el tipo de trabajo que cada uno desempeña, hay un acuerdo más o menos tácito de que sea él quien se ocupe más de la casa y de la hija que tienen.
¿Cuándo, entonces, se produjo esa trizadura en esa relación perfecta? ¿Por qué?
El dolor de ver agonizar un amor sin que ninguno advirtiera señal alguna de que ello pudiese suceder se suma a la angustiosa avalancha de preguntas e incertidumbres allí donde estaba le seguridad y el refugio.
Entre los ’70 y el 2021 ha habido muchos cambios en la sociedad y en las relaciones de pareja. Pero la inmensa complejidad al interior de éstas, sigue siendo la misma.
Eso es de por sí un gran “hallazgo”. Porque parece obvio, pero no lo es en absoluto.
Secretos de un matrimonio [Scenes from a Marriage]
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