La última encuesta CEP deja en evidencia un fenómeno innegable: las ideas de derecha están ganando terreno en la batalla cultural chilena. Las preferencias de las personas encuestadas son claras y muestran una marcada inclinación hacia la derecha, privilegiando el esfuerzo individual, el orden y la seguridad por encima de las libertades públicas y privadas.
Es interesante notar cómo estas preferencias se vienen cristalizando desde el año 2019, pero estas van en un fuerte aumento, lo que sugiere que este cambio ideológico no es pasajero, sino que está arraigado en la sociedad chilena. Incluso, se observa que la ciudadanía se siente más identificada con un Gobierno fuerte, dispuesto a restringir los derechos individuales en aras de mantener el control y la autoridad. Además, la valoración positiva de personajes provenientes de sectores de derecha revela una consolidación del poder de este bloque político.
Este panorama categórico plantea un desafío de proporciones para las fuerzas de izquierda en Chile. El futuro parece cuesta arriba para ellos en los próximos procesos electorales, y también para la administración actual encabezada por el presidente Boric. Su agenda progresista se enfrenta a una sociedad que claramente ha mostrado preferencia por un enfoque más conservador.
Por otro lado, las derechas no pueden permitirse la complacencia frente a estos resultados favorables. La tentación de extraviarse en el camino es una amenaza latente. La historia reciente de Chile Vamos tras el plebiscito de 2022 es un ejemplo claro de cómo el poder puede nublar la visión y tener como resultado una pérdida de coherencia y unidad.
La derecha debe asegurarse de que sus ideas y políticas estén realmente alineadas con las preferencias de la mayoría, y no solo busquen satisfacer a su base más leal. Si bien la encuesta muestra un apoyo mayoritario, esto no garantiza una aprobación incondicional, especialmente en un país que ha oscilado entre distintos sectores políticos en el pasado reciente.
Con todo, ambos bloques deben ser cautelosos y responsables en la interpretación de estos resultados, ya que el respaldo ciudadano no es un cheque en blanco, sino una exigencia de coherencia y sensatez en el ejercicio del poder político.
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