Es verdad, el presidente Boric tiene razón, el ambiente está eléctrico. Es imposible no sentirlo. Pero no es por casualidad ni por fortuna. Es, muy por el contrario, por diseño. Y es desde el gobierno que se está cargando el ambiente. Son ellos quienes han insistido en empujar el único tema que podría posiblemente amplificar la atmósfera al nivel actual. Usando la conmemoración de los 50 años como ficha política, le han dado una importancia desproporcionada, dejando todo lo demás para después.
La sociedad civil, que está completamente alineada con la democracia y que entiende bien la importancia del hito, ha demostrado una y otra vez no comprender la excesiva priorización que le ha entregado el gobierno al asunto.
La electrificación del aire no puede ser sorpresa en La Moneda. Es imposible que ninguno de los ministros, subsecretarios o importantes asesores no lo haya visto venir. Era evidente que la conmemoración vendría con la estática que advierte el presidente. Por lo mismo, es probable que sea intencional. Alguien, en algún minuto, en algún pasillo de La Moneda, tiene que haber pensado que potenciar el hecho, hasta copar la agenda, sería una buena idea.
A su vez, el presidente tiene que haber concordado. No hay ninguna posibilidad de que la carga eléctrica simplemente se haya escapado de la caja sin el expreso consentimiento de la primera línea y el mismo mandamás.
La pregunta, entonces, es ¿por qué? ¿Por qué el gobierno insiste tanto en algo tan políticamente inconducente? Considerando que es evidente que a la gente normal, despolitizada, moderada y políticamente independiente no le interesa la conmemoración y que las acciones del gobierno solo han conseguido reacciones negativas, proporcionales en la dirección opuesta, debe haber alguna buena explicación.
Descartanda de plano la posibilidad de que se pueda ganar algo con llevar el tema a la primera plana, la respuesta debe ser que potenciar la conmemoración ayuda a perder menos. El gobierno no está instalando el tema de la conmemoración con tanta fuerza porque le da réditos, sino que lo está haciendo porque cree que le permitirá eludir una derrota mayor.
Aquí hay dos hipótesis. Una es que el gobierno piensa que polarizar el ambiente (mediante la electrificación) es funcional para generar argumentos en contra del proceso constitucional que se desarrolla en paralelo. Al empujar puntos que notoriamente separan (que obviamente no unen), podrá después asociar la negatividad de la carga con el proceso constitucional y pedir el voto en contra. Sabiendo que no hay forma de ganar, ni de empatar, si se aprueba la propuesta, la intención de polarizar sería solo para generar negatividad con respecto a quienes controlan la redacción del documento ahora, y usarlo en su contra como parte de la campaña después. El objetivo es hundir el proceso desprestigiando a sus controladores.
La segunda hipótesis es que el gobierno piensa que polarizar el ambiente es funcional para limpiar el aire. Considerando la gravedad de lo que han revelado las indagaciones del caso Convenios, tiene sentido. Si hace un mes y medio había sospechas de traspasos irregulares de recursos públicos a miembros de partidos oficialistas, esta semana es un hecho. El Contralor lo confirmó. Por lo mismo, poniéndose el parche antes de la herida, el gobierno habría anticipado el veredicto y habría avanzado una agenda polémica solo para desviar la atención y eludir las consecuencias cuando se sentenciará el preocupante estado de la corrupción generalizada en el Estado.
Si bien no hay certeza sobre la validez de ninguna de estas dos hipótesis, son al menos dos cuentas plausibles que permiten explicar la electrificación del ambiente, al cual se refirió el presidente Boric, y la polarización que ha resultado como consecuencia.
En cualquier caso, ambas hipótesis, que perfectamente pueden ser complementarias, comparten la conclusión de que la polarización permite evitar el peor escenario para el gobierno, como lo sería la aprobación del proyecto constitucional de Republicanos o el ascenso del tema de la corrupción a la agenda política nacional. Después de todo, es cierto que, si no se estuviera hablando de los cincuenta años se estaría hablando o de la nueva Constitución o de la corrupción en el gobierno.
Mientras que la electrificación del ambiente permite tapar todo lo demás, lo que probablemente no ve el gobierno es que la polarización que empuja es asimétrica. Mientras consolida su base de apoyo, le da razones a todos los demás para alinearse con la oposición. No divide al país en dos partes iguales, lo divide entre los que priorizan el pasado y los que miran al futuro y son muchos más los que están en el segundo grupo.
Esta idea está cada vez más arraigada en la clase política, en tanto no son pocos los que siendo miembros activos del oficialismo ya no escatiman en criticar y votar en contra de la línea oficial del gobierno, como enseñan las votaciones en el Senado de esta semana.
En corto, con una mano el gobierno ofrece diálogo y con la otra pega la bofetada. Sabiendo que la consecuencia natural de la polarización es la enemistad cívica, la empuja igual. Dice que quiere hablar, pero desprestigia y humilla cuando no se cede unilateralmente. Dice que quiere unidad, pero no es capaz de abrir sus puertas a todos por igual.
Esta semana lanzó el Plan de Búsqueda y no invitó a la oposición (en tono irónico y burlesco se dijo que se les contactó por medio de los e-mails disponibles en sus sitios web). ¿Cómo espera el presidente Boric conseguir acuerdos y progreso si no es capaz de comunicarse directamente con los timoneles de los partidos de oposición para invitarlos a dar vuelta la página?
Si la polarización por sí sola es dañina, es aún más dañina cuando es asimétrica. Lejos de estar perdiendo tracción, el gobierno está retrocediendo. Dado que todas las señales apuntan a que la propuesta constitucional se rechazará por hastío, no contenido, no tiene ni siquiera sentido sobrecompensar para sembrar dudas.
Por lo demás, si lo que busca el gobierno es tapar el escándalo de corrupción, tampoco lo conseguirá. Eventualmente tendrán que pagar los costos los que los tengan que pagar. Separando y asilando a la oposición, está perdiendo incluso la oportunidad de poder cerrar el episodio por la vía política. La cuenta de la electricidad va subiendo todos los días y nadie quiere tirar el interruptor.
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