Así como en la vida personal, en política, el propósito moviliza. El propósito es el que permite tener un norte, una orientación que encauza la motivación para actuar en función de fines.
El propósito más abstracto del actual gobierno era algo así como terminar con el modelo neoliberal. “Vamos a enterrar el neoliberalismo” decía el entonces candidato Boric en campaña. “Queremos dejar atrás el modelo neoliberal”, decía en sus primeros meses como mandatario.
El camino al cementerio en el que se enterraría el neoliberalismo tenía una parada necesaria y un propósito intermedio: una Convención Constituyente y el apruebo de una nueva Constitución en un plebiscito.
Sucedió que el cambio constitucional abortó en el rito de paso y aquello de enterrar al neoliberalismo perdió fuerza narrativa y tracción social. El Presidente se vio compelido a bajar varios cambios en el lenguaje transformador y, a regañadientes, a hablar de cosas tan aburridas y concretas como seguridad pública, control migratorio y empleo. Temas fastidiosos, nada post materialistas y carentes de propósito para quien quería hacer cambios radicales en salud, educación, pensiones y un etcétera que incluía las ganas de terminar con el capitalismo.
Pero como la resignación no es amiga de la rebeldía, los temas aburridos (y los costos) quedarían en manos del Socialismo Democrático mientras la motivación presidencial se pondría en empujar un nuevo proceso constituyente y en asestar algunos golpes al “modelo”. A corto andar, el tiro le salió nuevamente por la culata al mandatario cuando la derecha se adueñó del segundo proceso constitucional y sus reformas naufragaron ante la indiferencia de la mayoría ciudadana.
Acosado por el infortunio, el mandatario entendió que este no era el momento ni de enterrar el neoliberalismo ni de asestarle golpes. Así, se propuso plegar las velas y, ahora sí, resignarse a un propósito más modesto, pero útil para sus objetivos de más largo plazo: asegurar la fidelidad de ese 26% de personas que lo votó en primera vuelta y legar ese electorado para sí y su generación política. Un legado nada despreciable, disponible para el corto plazo y más aún para cuando el tiempo se lleve los recuerdos de una mala gestión, de los malolientes “Convenios” y los vientos de la sociedad vuelvan a soplar a favor de las grandes transformaciones.
Fue entonces que el 30%, que sostenidamente reflejan las encuestas, apareció como un propósito con sentido frente a la adversa realidad. Un electorado más bien joven y claramente más sintonizado con las nuevas generaciones de la izquierda que con esa antigua e indefinida centroizquierda devenida en Socialismo Democrático.
Es posible que mucho de lo que hemos visto desde las elecciones del 7 de mayo, cuando Apruebo Dignidad derrotó al Socialismo Democrático, se explique desde este nuevo propósito. ¿O no fue el PC el que impuso los términos para la conmemoración de los 50 años? ¿O no es el PC el que está impidiendo buscar acuerdos para salvar el segundo proceso constitucional? ¿Y la ley de usurpaciones?
En fin, aunque a veces pareciera que el Mandatario sigue coqueteando con el zigzagueo, en los hechos Gabriel Boric, al menos por ahora, zanjó. Resolvió que el rumbo y el propósito que tendría su gobierno para el tiempo que le quedaba estaría alineado con cuidar ese 30% y más en sintonía con las definiciones del Frente Amplio y el PC que con las del Socialismo democrático.
Un propósito político aún incompleto sin una candidata para sucederlo. La primera pista la dio la misma Vocera cuando de vuelta al Palacio tras unas vacaciones, y más empoderada que nunca, anunció por voz propia que ese día habría un cambio ministerial. Y que ella no se movería ni de su puesto ni de la protegida zona de confort en que elige ejercerlo.
Las candidaturas de Carolina Tohá, Michelle Bachelet, o quien fuese del Socialismo Democrático, serían como siempre planes B, de emergencia para el mandatario. El Presidente optó por Camila Vallejo como quién, más temprano que tarde, sería su candidata a sucederlo.
Visto así, la noticia en desarrollo es si la Vocera será la candidata del PC o acompañará a Boric en su propósito de fundir en un solo gran partido Frenteamplista a la nueva generación política de izquierda. Más que mal, la banda de Camila en el PC, no tiene nada de ancha.
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