Los países no se desarrollan sin querer queriendo. Junto con la construcción de instituciones, aprovechar las ventajas comparativas y adoptar estrategias para competir en el comercio mundial es fundamental. 40 años atrás, reconociendo lo limitado de nuestro mercado doméstico y buscando aprovechar el enorme mercado global, nos abrimos al mundo como ningún país lo había hecho antes. Establecimos tratados comerciales con más del 90% del PIB mundial para potenciar nuestras virtudes. Hasta el día de hoy el vino chileno entra a China en mejores condiciones que el francés y australiano, impactando directamente el bienestar desde Limarí hasta el Maule. Chile no sería el mismo si no fuera por las exportaciones que representan casi el 30% de nuestra economía.
Un par de décadas después, cuando la globalización se ha vuelto la norma, necesitamos encontrar nuevamente formas de diferenciarnos en el mercado mundial para aumentar nuestras oportunidades de negocio y productividad. Así, es como durante los últimos años la industria del hidrógeno se ha vuelto tema recurrente, sin embargo, es uno complejo. Toda industria es un sistema de proveedores, insumos, regulaciones, capital humano, conocimiento, inversiones, infraestructura y logística que no se construye de un día para otro.
Frente a muchas incertezas, hay un tema central donde si conocemos la respuesta: toda oportunidad nace donde hay demanda. Hoy el mundo necesita Hidrógeno Verde para reemplazar el consumo de combustibles fósiles en industrias y sectores que no es posible electrificar, como son los aviones, barcos, industria pesada, y transporte terrestre de gran envergadura. Sin embargo, tal como en nuestro previo ciclo de desarrollo, la demanda está fuera de nuestro país. Canadá y Australia se presentan como algunos de nuestros potenciales competidores, y tienen algo que nosotros no: son miembros activos del TPP-11. Uno de los acuerdos de libre comercio más grandes del mundo, junto con la Unión Europea y el NAFTA en norte América.
Además de los países miembros, Reino Unido, Taiwán, China y Ecuador han hecho aplicaciones formales para unirse a esta reciente zona de comercio. Es decir, se suman potenciales cliente a los que Australia y Canadá podrían tener condiciones preferentes al buscar demanda por Hidrógeno en Japón, China o el Reino Unido.
El mundo espera que la nueva industria del Hidrógeno Verde sea responsable por aproximadamente un 21% de la reducción de emisiones que necesitamos como humanidad para ser carbono neutral. Esa reducción en base a consumo de la novedosa molécula vendrá principalmente de las mayores economías, no de Chile. Nosotros tenemos la oportunidad de ser uno de los proveedores claves, pero necesitamos asegurar los canales comerciales y legales para abastecer la demanda, y así, atraer la inversión y conocimiento que necesitamos. De lo contrario, sería como esperar que todo el cobre que producimos lo consumiéramos en Chile, cuando la realidad es que exportamos prácticamente el 100%.
La radiación del desierto de Atacama y los vientos de la Patagonia son nuestros activos para generar energía renovable a precios inmejorables por el resto del mundo. Ahora, es necesario acompañar paneles solares y turbinas eólicas por una extensa cadena de creación de valor en torno a ellos. Convertir agua desalada en hidrógeno, para transformarlo de gas a líquido, o combinarlo con nitrógeno para convertirlo en amonio, después transportarlo en barcos o tuberías, para ser nuevamente convertido en hidrógeno o fertilizante, no son procesos simples. Sin olvidar el almacenaje intermedio, o la opción de combinarlo con gas natural para el consumo residencial. Las alternativas en generación, manejo intermedio y consumo en torno al hidrógeno son múltiples, pero aún presentan importantes desafíos técnicos y comerciales.
Sin duda, los primeros pasos serán en el mercado doméstico, sabiendo que la oportunidad está en abastecer a clientes en todo el mundo. El mensaje es simple: tenemos un gran desafío por delante y necesitamos tomar las acciones que simplifiquen el camino que como país necesitamos recorrer. Esto no será solo regulación e incentivos para un nuevo sector productivo, sino que la política industrial que tomemos se verá impactada directamente por nuestra política comercial.
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