Octubre 2, 2022

El Congreso no debe ceder su potestad otra vez. Por Sergio Muñoz Riveros

Ex-Ante
Crédito: Agencia Uno.

Si los partidos están discutiendo una propuesta de “bases constitucionales”, quiere decir que consideran válido abordar directamente el contenido de un nuevo proyecto de Constitución. Nada debería impedir, entonces, que el Congreso dé continuidad a ese debate y asuma la responsabilidad de ser, como corresponde, la sede natural de los acuerdos para renovar el pacto constitucional.


Los juegos de apariencias son, como es sabido, parte del compendio de maniobras usado desde siempre en la política. Así, después del plebiscito, lo más urgente para los partidos oficialistas fue disimular su abrumadora derrota, quitarle trascendencia, conseguir que el público mirara hacia otro lado. Era indispensable conseguir que se desvaneciera la imagen del compromiso del gobierno con el proyecto rechazado, y por cuya aprobación Boric estuvo dispuesto a hacer todo lo que vimos. El Frente Amplio y el PC se habían ilusionado con la posibilidad de conseguir un triunfo que colmara sus aspiraciones. No veían, o no les importaban, las consecuencias.

Todo sugiere que La Moneda y los partidos del Apruebo no se pusieron en la eventualidad de perder. Si hubiera sido así, habrían actuado con mayor sentido de las proporciones y mayor decoro. Frente al hecho brutal de la derrota, optaron por “crear realidad”, esto es, dar a entender que lo ocurrido era solo un capítulo de un proceso histórico en curso, que tenía los inconvenientes que se producen a veces porque el pueblo se queda atrás y no alcanza a percibir la sabiduría de “los adelantados”.

En rigor, Chile no tiene un problema propiamente constitucional, que deba resolverse con diseños creativos y el auxilio de expertos. El verdadero problema de los últimos años ha sido crudamente político, o sea, una confrontación por el poder que estuvo condicionada por el intento de hacer saltar por los aires todas las reglas, en octubre de 2019. Aquella vez, creció la audacia de quienes fundaban sus expectativas políticas en la acción directa, pero también creció el oportunismo de muchos que aprovecharon la confusión para ganar a río revuelto. No hace falta demostrar que numerosos integrantes de la Convención no creían en la democracia representativa, y que algunos ni siquiera creían en Chile.

El gobierno debió darse tiempo para masticar y digerir el Rechazo. También los dos bloques de partidos que conviven en su seno. Sin embargo, no lo hicieron. Pese a que chocaron con la realidad, prefirieron hacer como si ello no hubiera tenido mayor importancia. Lo que descubrieron al atardecer del domingo 4 de septiembre fue que el país no era el que creían que había surgido después de la revuelta. Había perdido eficacia la extorsión política basada en el miedo a nuevos estallidos. Ha pasado un mes, y lo único que cabe es tomarle el peso a lo ocurrido y evitar nuevos desaguisados. Y han sido demasiados desde el Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución, suscrito el 15 de noviembre de 2019. Ya vimos todo lo que salió de allí.

Sería lamentable que las conversaciones de los partidos que están en curso se convirtieran en un nuevo malentendido. ¿Por qué tienen que resignarse ante la idea de meter al país en un nuevo ciclo de agitación e incertidumbre, con campaña electoral incluida, en medio de los problemas urgentes que deben atenderse, como la crisis de seguridad pública, las derivaciones de la recesión y el acuerdo previsional que se requiere? ¿Por qué pensar en una nueva convención, con bordes improbables, cálculo de cuotas y enredos reglamentarios, si el país cuenta con un Congreso completamente legítimo?

Si los partidos están discutiendo una propuesta de “bases constitucionales”, quiere decir que consideran válido abordar directamente el contenido de un nuevo proyecto de Constitución. Nada debería impedir, entonces, que el Congreso dé continuidad a ese debate y asuma la responsabilidad de ser, como corresponde, la sede natural de los acuerdos para renovar el pacto constitucional. Un asunto cardinal es, por supuesto, reivindicar el principio de igualdad ante la ley, por encima de la raza, el sexo, la religión o cualquiera otra condición. Debe haber un solo registro de electores, o sea, hay que eliminar el registro étnico creado tristemente hace dos años. No puede haber escaños reservados sobre la base de la segmentación racial de la población. Por lo menos, debería haber quedado claro que somos una sola nación.

En este cuadro, ha llamado la atención que los dirigentes de cinco de los seis gremios empresariales que integran la CPC se hayan apresurado en dar su apoyo a la elección de una segunda convención, aunque manifestaron diferencias sobre el número de integrantes, el modo de elegirlos, los escaños reservados, las cuotas de expertos, la paridad de género, etc. Van demasiado rápido. Deberían respaldar al Congreso.

No hay ninguna razón para que los parlamentarios vuelvan a cercenar sus propias atribuciones. Si aprueban la Ley de Presupuesto cada año, políticas públicas en todas las áreas, nombramientos de los miembros de la Corte Suprema, reformas constitucionales como la que condujo al plebiscito, etc., quiere decir que tienen plena autoridad para tomar decisiones sobre las normas constitucionales. Están investidos de facultades a las que no pueden renunciar sino por motivos dudosos. Es hora de fortalecer una institución fundamental del régimen democrático como es el Congreso. Ello es crucial en momentos en que es muy alta la inquietud por la gobernabilidad.

Publicaciones relacionadas

Escritor y columnista

Septiembre 14, 2024

Perfil: Ángela Vivanco, bueno es el cilantro, pero no tanto. Por Rafael Gumucio

Vivanco no aprendió en la lenta carrera judicial, la contención y el silencio. Siempre tuvo un natural don con las palabras y los gestos que la hicieron ser querida por los alumnos y temida por los colegas. Fueron justamente esos atributos, la facilidad para comunicar, para parecer empática, para parecer moderna, además de una “pequeña” […]

Cientista Político. Libertad y Desarrollo.

Septiembre 14, 2024

Informe del PNUD: ni héroes ni villanos. Por Jorge Ramírez

El Presidente Boric durante la entrega del informe del PNUD en agosto. Foto: Agencia UNO.

El informe de Desarrollo Humano del PNUD 2024 presenta una narrativa que, lejos de ofrecer un análisis equilibrado, se inclina en su dimensión interpretativa hacia la estigmatización del sector privado y la responsabilidad individual, mientras ofrece una visión complaciente hacia el rol del Estado. Este tipo de diagnóstico puede ser caldo de cultivo para el […]

Director de la Escuela de Química y Farmacia de la Universidad Andrés Bello

Septiembre 14, 2024

El uso de omeprazol en Fiestas Patrias: ¿Una solución inocua o un riesgo silencioso? Por Fernando Torres

Crédito: Agencia Uno.

El problema, como siempre, es la automedicación. En el caso del omeprazol, este riesgo se amplifica debido a la percepción errónea de que es inofensivo. La realidad es que es seguro cuando su consumo es guiado por un profesional de la salud, quien evaluará la necesidad real y ajustará la dosis y duración del tratamiento […]

Abogado, Ex Presidente de la Cámara de Diputados

Septiembre 13, 2024

El trasfondo de la crisis del sistema de designación de jueces en Chile. Por Jorge Schaulsohn

En Chile todo el proceso de designación de jueces de la Corte Suprema requiere que los interesados hagan una especie de “campaña”, no tan distinta a la de los políticos cuando postulan a un cargo. Hermosilla al parecer era un gestor eficaz, pero de ninguna manera el único “operador” del sistema. Del mismo modo que […]

Ex-Ante

Septiembre 13, 2024

El gran problema de este tiempo, pero bajo otra luz. Por Héctor Soto

Solito, la novela del salvadoreño Javier Zamora, es la historia autobiográfica de un niño que viaja como ilegal desde su pueblo a los Estados Unidos. La voz narrativa es infantil. El contexto en el que se inscribe, sin embargo, es un drama histórico de proporciones, una catástrofe social y una hecatombe política casi insoluble.