1. ¿Qué está pasando? Los niños-alumnos de la Región de Atacama, que llevan más de 60 días sin clases, son hoy los grandes perjudicados de una batalla ideológica educacional que lleva años de años, En efecto, desde hace una década al menos, el Ministerio de Educación, por mandato del Congreso, se ha visto envuelto al menos en tres “mega-reformas”, todas de carácter administrativo (aunque cada una de ellas con un trasfondo ideológico), y que paradojalmente tienen en común que ninguna de ellas dice relación con los aprendizajes de los alumnos.
2. Gigantescos costos. Cada una de estas “mega-reformas” consume mucha energía y muchos recursos que deberían estar destinados a lo único que realmente importa: mejorar la calidad de la educación que reciben nuestros niños.
Hoy los niños de Atacama pierden 60 días más de clases, que se suman al cierre de colegios más largo del mundo que vivió Chile durante la pandemia. Aparentemente el paro tiene que ver con temas administrativos, fallas de infraestructura que reflejan problemas de gestión y a la (¿inevitable?) captura del SLEP por parte de dirigentes locales de partidos políticos.
3. La gran lección. Creo que la gran lección de todo esto está más que clara. Digámosle adiós de una vez por todas a las “mega-reformas” y enfoquémonos juntos en lo único que realmente importa: lo que pasa al interior de la sala de clases.
Tenemos desde el 2021 una Política Nacional de Inteligencia Artificial y se discute en el Congreso un proyecto de ley que Regula los sistemas de inteligencia artificial. Es decir, tenemos una experiencia de 15 años impulsado la transparencia en el sector público, pero en materia de IA aún está todo muy en pañales.
Cuando mencionan que la inflación tendrá un descenso más rápido que lo previsto en junio producto de la demanda interna. Nos está diciendo que, en vista que la economía continuará muy fría y sin indicios de mejoras en el empleo, no existirá consumo ni inversión que presionen los precios al alza.
Se echa de menos una propuesta de cambio y reforma profunda ante tamaña crisis institucional. No entender la profundidad de este trance y su necesaria priorización en la agenda es a la vez, una pérdida de una oportunidad política de gran envergadura y perder una opción de dejar un legado profundo que asegure un mejor […]
La crisis de seguridad actual opera como telón de fondo de otros elementos de crisis todavía latentes en nuestra sociedad, que pueden convertirse en el caldo de cultivo perfecto para las promesas demagógicas, el populismo autoritario o posibles escenarios de desestabilización futura. Esta urgencia debe ser tomada en cuenta por nuestra clase política.
¿Se puede justificar que empleados públicos, parlamentarios, alcaldes, jueces y fiscales, no se hagan test de drogas? Porque si las consumen no solo tienen el riesgo de estar cooptados por narcos, sino que derechamente con su consumo son parte de la red de financiamiento de esos criminales.