-Este martes hay un cónclave en Cerro Castillo, donde al parecer van a conversar sobre las diferencias que hay entre las dos almas del oficialismo. ¿Revela una crisis interna que no se soluciona?
-Hay que decir que el último cónclave, el de noviembre, no sirvió para nada. El propio Presidente dijo que aspiraba a una sola coalición. Es obvio que no resultó. Además, la primera decisión significativa post cónclave fueron los indultos a finales de diciembre. No fue una decisión analizada por las dos almas puestas sobre la mesa, sino que más bien un guiño al mundo del Frente Amplio y al PC.
-Y que provocó otra crisis severa…
-Que duró enero, febrero y parte de marzo y fue una de las crisis más agudas que ha tenido el gobierno, de la cual todavía no ha salido. El Presidente y su entorno, que son los que organizan este cónclave, son los que tienen que evaluar qué pasó con el de noviembre, para no repetir los errores. El de noviembre era para ponerse de acuerdo, la idea era tratar de armar una sola coalición política de cara a las elecciones que venían. Todo indica que no se logró.
-El Socialismo Democrático (SD) se queja de que Apruebo Dignidad (AD) vota en contra del gobierno y no paga ningún costo. En cambio el SD sí los paga, como se ve en el descenso de Carolina Tohá en las encuestas.
-Hoy en día se ha visto que hay un desgaste por parte de algunos ministros del SD. La verdad es que los ministros del Comité Político no pueden ordenar a sus propios parlamentarios. La pregunta es: ¿por qué el PC tiene dos miembros en el Comité Político si la Karol Cariola vota como quiere en el tema de los retiros o la Ley Naín Retamal?
No se entiende mucho la responsabilidad que tienen los ministros con respecto a sus parlamentarios. Se supone que esto no es un es un club de independientes, es un club de militantes y por lo tanto tienen que poner sobre la mesa su voto a la hora de establecer una línea política.
En ese sentido el Socialismo Democrático lleva pagando las cuentas hace rato. Si el objetivo de la reunión de noviembre era hacer una sola coalición y que las decisiones se tomaran concienzudamente y eso no ocurre, entonces es el Presidente, su entorno y los ministros del comité político los que tienen que reconocer las fallas que ellos mismos están generando.
-¿El PPD y la ministra Tohá son los que han pagado más costos de esta disonancia entre entre los dos sectores?
-Exacto, porque al final esto se transforma en el juego del padre y la madre. El padre queda como el buena onda, el que no aplica los castigos y la madre como la malvada. Porque los hijos aprenden a manipular rápidamente y a saber dónde tienen que ir a pedir permiso y cómo tienen que hacerlo. Mientras no exista un orden, esto va a seguir así. En el fondo este es un gobierno en el que nadie paga consecuencias todo sale gratis. Hace rato.
-¿Eso es grave?
-Por supuesto, porque no hay consecuencias políticas con respecto a los actos que se cometen. Y eso viene desde el principio. Tiene que ver con que es un gobierno de alma joven, por lo tanto no tiene capacidad de disciplina. Por ejemplo: el nivel de las filtraciones en este gobierno son inéditas y no paran. Entonces, es obvio que la indisciplina va a seguir. El problema es que la gobernabilidad se construye con disciplina política.
-¿El presidente tiene que dar alguna señal en el cónclave? ¿Que necesita hacer Boric para demostrar que está sobre las dos almas y que puede ser un presidente unitario más que un presidente que favorece a un determinado sector?
-No es un tema de ser buena onda. Lo primero que tiene que saber el presidente es cómo se están tomando las decisiones, cómo las va tomar. Y en ese sentido, si hay un grupo que quiera estar en la calle y en el gobierno al mismo tiempo, tiene que asumir las consecuencias. Pero no puede ser que en este minuto, por ejemplo, el Partido Socialista no tenga a nadie en el comité político porque Ana Lya Uriarte está enferma.
-¿Falta autocrítica en La Moneda?
-Primero, tiene que haber una autocrítica por parte del Presidente y su entorno, por todo lo que sucedió a partir de diciembre. Y eso implica esencialmente revisar los indultos, el cambio de gabinete y lo que ha sido la gestión legislativa. Tiene que haber una autocrítica sobre la reforma tributaria, que se perdió y nadie pagó un peso por la derrota. En este gobierno, todo es gratis, todo sale gratis. Entonces, lo primero que tiene que hacer es una autocrítica, porque si uno comete errores y nadie paga el costo, van a seguir los errores. Pero la autocrítica principal tiene que ver con el último trimestre del gobierno, que ha sido bastante desastroso.
-¿Acaso es necesario un nuevo cambio Gabinete?
-No, no, no. Más que un nuevo gabinete, acá lo que se requiere son compromisos que se cumplan. Si el presidente dijo en noviembre yo quiero una sola coalición, ¿contra qué evidencia factual hizo ese anuncio? Todo queda en la nebulosa. Tenemos una reforma de pensiones que no se sabe cuándo va a salir. La pregunta es quién hace la autocrítica, mientras la derecha pone la agenda.
-¿De qué manera la enfermedad de Ana Lya ya se transformó en un hecho político que necesita una solución?
-Sí, lo que pasa es que Chile es el típico país que no conversa estas cosas por temor. En el fondo se junta el tacto humano, la sensibilidad y la gobernabilidad. Es un tema complicado para los chilenos, porque son cosas que no han ocurrido, o no existen precedentes, por lo menos en los últimos tiempos. Hay que ser bastante claro con este tema. Y yo creo que el Presidente tendrá que tener todos los antecedentes sobre la mesa para poder tomar una decisión.
-¿Crees que el sexto retiro va a ser un gran desafío para esta coalición oficialista?
-No. Yo creo que eso se va a caer. El gran desafío es la reforma de pensiones y darle gobernabilidad al país ante una posible derrota el 7 de mayo. Creo que ahí está la clave.
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