Algo es algo: ¡Jamó! Por Juan Diego Santa Cruz

Cronista gastronómico y fotógrafo
Cerdos ibéricos.

Nada se compara a su majestad el jamón de bellota 100% ibérico. No queda sino maravillarse de cómo el ser humano ha alcanzado tamaña perfección que requiere en partes iguales de ingenio, paciencia, tradición y un ecosistema único.


La última vez que fui a Madrid llegué el 2 de mayo de 2009, día del derby Real-Barça. Me instalé en un bar para ver el partido con el sueño de ser parte de los festejos pero la ilusión duró hasta los diez minutos del segundo tiempo cuando el Madrid quedó 2-3 abajo. De ahí en adelante sólo hubo incredulidad y un silencio que se rompía con frases terminadas en cagarse en Dios segundos después de los goles de Henry, Messi y Piqué. El Barcelona le hizo 6 pepas al Real en el Bernabeu y los goles de Higuaín y Ramos no bastaron para evitar la humillación de los madridistas.

En el bar un tipo se empinaba las cañas como si fueran jarabe para la tos intentando desviar la vista de la TV y perder la consciencia rápidamente. Otro españolísimo masticaba unas gambas y la frustración hasta que encontró con quién desquitarse: un marroquí que en el primer tiempo parecía su amigo. “¡Es que si a tu puelo no le gusta el jamó! ¡¿Qué le gusta a tu puelo?!” le enrostró al marroquí quien no dijo palabra probablemente por vivencias previas que le aconsejaban guardar silencio. Con la calma tensa y yo en corral ajeno me fui por la derré’ mientras retumbaba la pregunta, porque ¿a quién coños no le gusta el jamón?

A los gatos le gusta el jamón, y mucho. Y por gato me refiero a quienes cuyo padre y abuelo han nacido en la capital de España. Este apodo, al parecer, es gracias al hombre que en el año 852 escaló en pocos segundos las murallas de Madrid que había construido Muhammad I. El “Gato”, como se le apodó de inmediato al ágil valiente, también abrió las puertas de la ciudad para que entraran las tropas del rey Alfonso VI. Líos antiguos (y no tanto) de moros y cristianos.

Deambulando algo extraviado llegué al bar “Los Gatos” (usted ya sabe por qué se llama así). Me salvé del trato de forastero y caña en mano me mimeticé con los locales. Los camareros se desquitaron del fracaso deportivo con los turistas gringos que dos segundos después de entrar al bar fueron guiados a un salón trasero donde se comía sentado y por el doble de precio. Los que estábamos cerca de la barra, parados obviamente, comíamos unos pinchos subvencionados por la gente de Jacksonville o de Salt Lake City. Una maravilla. También comí jamón. Harto.

Nada se compara a su majestad el jamón de bellota 100% ibérico. No queda sino maravillarse de cómo el ser humano ha alcanzado tamaña perfección que requiere en partes iguales de ingenio, paciencia, tradición y un ecosistema único. Al suroeste de España, en Extremadura, hay 18 mil hectáreas de dehesas que con sus encinas y alcornoques dan sombra y alimento a los cerdos de la raza negra extremeña, de talla mediana y formas redondeadas como las de la Bellucci que terminan su engorda a punta de bellotas y hierbas. Con sus patas, sal y 36 meses se hace el mejor jamón que, aunque a justificados altísimos precios, reconforta menos frecuentemente el alma de los moros que la de los cristianos.

Desgraciadamente hay religiones a las que no les parece nada de bien ni el jamón planchado ni el ibérico ni ningún otro. Las dietas Kosher y Halal no incluyen al porcino en su repertorio porque las sagradas escrituras prohíben su consumo. Muchos piensan que esta severa restricción tiene su explicación en consideraciones sanitarias como la triquinosis y otros males. En realidad, para judíos y musulmanes, la prohibición de comer jamón o cualquier otra parte del cerdo es de origen económico-ecológica. El chancho florece con abundante agua, sombra y frutos del bosque, tres cosas muy escasas en la dura geografía de medio oriente. Además, si tenemos en cuenta que los porcinos son la criatura más omnívora de la tierra y que comen todo, incluyendo árboles, niños y pilas, era sensato prohibir a un competidor de esa calaña aunque fuese la más deliciosa de las criaturas. Para más remate su consumo se asocia a una costumbre de los cristianos cosa extraña porque, al menos yo, nunca he visto un chancho en un pesebre.

En pocas semanas voy de nuevo a Madrid sólo por tres días y tengo diecinueve lugares a los que quiero ir a comer jamón y otras vituallas, todos indispensables. Comeré como gato un buen cocido madrileño, callos, cochinillo asado, buñuelos de bacalao, Gildas, ventresca, sobrasada, gambas al ajillo, huevas de maruca y por supuesto vermut del grifo. Por fortuna mía y de muchos otros que practicamos la religión Jamonista, también comeré croquetas de jamón, bocadillo de jamón, habitas con jamón, alcachofas con jamón, jamón y más jamón. Algo es algo.

Receta para el domingo

Croquetas de jamón

  • Para 6 personas / 20 croquetas

Ingredientes

  • 100 g de jamón serrano

  • 1/2 cebolla picada fina

  • 50 g de harina

  • 50 g de mantequilla

  • 1/2 lt de leche

Para rebozar y freír:

  • Harina

  • 2 huevos batidos

  • Pan rallado

  • Aceite de oliva extra virgen

Corte la mantequilla en dados y póngala a derretir en una olla mediana. Pique finamente la cebolla y dórela durante 4-5 minutos. Luego añada la harina y mezcle muy bien con un batidor de alambre. Vierta la leche poco a poco, sin dejar de revolver. Cocine durante 15 minutos aproximadamente revolviendo constantemente y en ese momento agregue el jamón. Cocine por 5 minutos más. (Es una salsa bechamel con jamón)

Con una espátula saque la mezcla de la olla y póngala en una fuente de vidrio. Deje enfriar la mezcla y luego de un par de minutos cúbrala con film plástico para que no haga costra (fíjese que el film toque la mezcla). Luego lleve al freezer por 15-20 minutos o unas dos o tres horas en el refrigerador.

Cuando la masa esté fría, tome dos cucharas de postre para formar las croquetas. Con una cuchara tome una porción de masa y dele forma con la otra para formar un quenelle (como un huevo alargado).

  • Ponga harina en un plato.
  • Ponga pan rallado en un plato.
  • En un bol bata dos huevos.

Pase la masa por harina para que queden cubiertas levemente. Luego métalas al bol con huevo y finalmente cúbralas de pan rallado. A continuación fríalas en aceite de oliva a 180º.

Cuando estén hechas, retírelas y escurra el exceso de aceite sobre un plato cubierto con papel absorbente. Servir de inmediato y ¡A gozar!

Para seguir leyendo columnas gastronómicas, clic aquí.

Publicaciones relacionadas

Expresidente de la Cámara de Diputados

Septiembre 22, 2023

Nueva Constitución: El zapato chino de la izquierda. Por Jorge Schaulsohn

Sala de sesión en la Cámara Baja. Imagen: Víctor Huenante/ Agencia Uno.

Hasta ahora se han aprobado varias normas infumables para la izquierda y ya se habla de “tirar la toalla”, hacer fracasar el proceso y llamar al rechazo. El drama es que ello requiere un pretexto potente para movilizar a la gente. La izquierda no se puede dar el lujo de perder. Así las cosas, para […]

Gerente de Asuntos Públicos de Imaginacción

Septiembre 22, 2023

Los desafíos de Chile Vamos 2. Por Ignacio Imas

La centroderecha se encuentra en una encrucijada histórica en la que debe decidir si seguirá el camino de la confrontación y la polarización, alineándose con la derecha más radical, o si buscará un camino más moderado y constructivo que responda a las demandas de una sociedad diversa y cambiante. La elección que hagan en este […]

Periodista y crítica de cine

Septiembre 22, 2023

Mis ocho películas recomendadas en MUBI este mes. Por Ana Josefa Silva

Cuadro de "Hasta siempre, hijo mío".

En el caso de algunas de ellas me pareció un verdadero milagro que estuvieran disponibles: son bellezas fílmicas que por algún motivo se habían perdido en el horizonte. Otras han ido y venido entre una plataforma y otra y se las vuelvo a recomendar porque no hay que perderlas de vista.

Cronista gastronómico y fotógrafo

Septiembre 22, 2023

Algo es algo: la puerta de entrada. Por Juan Diego Santa Cruz

Nada más pedagógico que la primera limonada, ácida y dulce al mismo tiempo, que como la vida nos hace arrugar la cara pero también aprender a saborearla incluso estando enfermos, y de un sorbo vuelve el alma al cuerpo, como marino con limones de Palermo. Algo es algo.

Ex-Ante

Septiembre 21, 2023

The Hangover Parte II. Por Cristóbal Bellolio

La republicana Beatriz Hevia, presidenta del Consejo Constitucional y el vicepresidente Aldo Valle (cupo PS).

Como en la saga de la película The Hangover, nos pegamos una primera farra constitucional elefantiásica, y todo indica que nos aproximamos de cabeza a una segunda. Ni en Las Vegas ni a Bangkok; lo echamos a perder todo acá en Santiago.