Julio 24, 2021

Opinión: Narváez y el dilema del PS. Por Camilo Feres, Director de Estudios Sociales y Política de Azerta

Ex-Ante
Agencia Uno.

La candidatura de Paula Narváez -ungida sucesora de Bachelet- nació como operación política y corre el riesgo de morir bajo las mismas armas. Hoy los destinos de Narváez dependen, en gran medida, de un partido en el que algunos quieren bajarla, otros quieren que se baje y los demás quieren que los primeros o los segundos logren su objetivo.

Una operación política. La de Narváez es una candidatura nació como operación política y corre el riesgo de morir bajo las mismas armas. Lanzada como ataque relámpago -con dedazo de Bachelet mediante-, la irrupción de la candidata PS tuvo como primer objetivo frenar las aspiraciones presidenciales del presidente del Partido, Álvaro Elizalde; contrapesar a la entonces carta DC (Ximena Rincón) y ofrecer una alternativa para que el PPD bajara elegantemente a Heraldo Muñoz.

  • Pero las dudas y falta de finiquito de la carta socialista hicieron que la consecución de esos objetivos de corto plazo no derivara en triunfos definitivos. El golpe a Elizalde fue parcial y él mantuvo el control del partido; el PPD bajó a Heraldo pero no se cuadró en pleno con Narváez y la DC reemplazó a su candidata por una que, en el papel al menos, es aún más fuerte que la anterior.
  • Triste destino para la ungida sucesora de Bachelet y para una candidatura que, en teoría, venía a constituirse en la casa común de socialistas, pepedés y frenteamplistas arrepentidos para disputar la hegemonía de la izquierda con el PC o lograr un tránsito ordenado del bloque a una nueva alianza hacia su izquierda. Acá tampoco pasó lo uno ni lo otro y la de Narváez se consolida como una opción que no es ni mayoritaria, ni estratégica, ni tampoco táctica
  • Para los partidos existen diversas razones para tener un candidato(a) presidencial. Pueden primar razones identitarias, programáticas o transaccionales, pero en cualquier caso el tamaño relativo del nominado(a) debe ser al menos equivalente al peso electoral del partido. Tal ha sido el caso de Jadue y Boric -cada uno más grande que sus respectivos partidos- y de Provoste hoy respecto de la DC. Para el PRO o los radicales, dado su escaso peso electoral, tener una carta presidencial es casi siempre un buen negocio; pero no es el caso del PS.
  • A diferencia de sus contendores, el Socialismo es la única tienda en la que su candidata parece pesar menos que el partido y ese es el problema de fondo que enfrenta Narváez y la razón por la que muchos de sus leales miran al techo cuando le preguntan por ella. Aunque no hay motivo para pensar en que la suya es una candidatura débil en una primaria convencional e incluso en una hipotética primera vuelta, si hay fundadas razones para pensar que de aquí a noviembre no quedará nadie a su lado en caso de persistir.

La DC no olvida. La posición negociadora de Provoste es precisamente la inversa. Para la DC no es un problema, en la actual configuración, aguantar tras su candidata y es precisamente esa la carta que juega.

  • La apuesta del círculo de Provoste parece ser la de poner todas las trabas posibles al mecanismo de primarias para que sea la propia ansiedad de los socialistas la que termine con las aspiraciones de Narváez. Y no es descabellado, mal que mal, así se operaron de Ximena Rincón.
  • Ahora bien, más allá del juego de tronos, en Unidad Constituyente saben que el terreno para sus candidatas es menos fértil que hasta antes de las primarias legales y en privado saben que muchos de sus hipotéticos electores ya bebieron del cáliz de Gabriel Boric, por lo que la elección de una sola candidata para el pacto es solo la primera parte del problema.
  • La DC no olvida que los que hoy quieren primarias hace pocas semanas corrían mendicantes a los brazos del PC, ofreciendo como ofrenda para un pacto no solo el divorcio con su antigua aliada falangista, sino también la cabeza de la candidata que en público dicen defender y en privado no saben como bajar. Con ese clima como épica, llegar a noviembre con una candidata, un programa y un acuerdo parlamentario será toda una proeza y pasar a segunda vuelta una verdadera odisea.

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