Esta semana se reactiva en el Senado la discusión del proyecto de 40 horas, con suma urgencia, y con indicaciones presentadas por el Ejecutivo. Chile sin duda está al debe en esta materia, teniendo la quinta jornada más extensa de la OCDE. La reducción de jornada busca aumentar el bienestar de los trabajadores, su calidad de vida y también su productividad. Sin embargo, también existen potenciales efectos negativos. Si bien el proyecto prohíbe la reducción de salarios, en algunas industrias podría aumentar el costo salarial por hora, siendo absorbido por las nuevas contrataciones mediante menores salarios o implicando un menor nivel de empleo.
Entre las indicaciones destaca positivamente la incorporación de una gradualidad de cinco años para alcanzar la jornada de 40 horas, como también medidas adicionales tales como el horario diferido de ingreso y salida para cuidadores de niños de hasta 12 años y la posibilidad de compensar horas por hasta cinco días extras de feriados. Sin embargo, hay al menos tres áreas que fortalecer en la discusión legislativa:
La propuesta del Ejecutivo, si bien va en la dirección correcta, no será suficiente para alcanzar el objetivo que persiguen las 40 horas. Esperemos que en la discusión legislativa se incorpore la adaptabilidad laboral, normas para hacer frente a las particularidades de cada industria y agendas postergadas que permitan efectivamente mejorar la calidad del empleo, para avanzar en el fin último de las 40 horas.
¿Será este el terreno en el que van a dirimir sus diferencias Johannes Kaiser, Evelyn Matthei y José Antonio Kast? ¿Se jugará allí la disputa entre las familias de derecha? Es válido preguntarlo a la luz de las distintas opiniones que han entregado: Kaiser es un partidario decidido del restablecimiento de la pena de muerte, […]
La normalidad entre comillas en la zona no puede ni debe seguir dependiendo de la presencia de las Fuerzas Armadas, ni menos relajarnos porque ya contamos con un nuevo Ministerio de Seguridad Pública y una Ley Antiterrorista.
La carrera presidencial en la oposición aún trascurre con viento a favor, pero no está exenta de obstáculos. La oposición no corre sola contra el oficialismo, corre también contra sí misma. Sin gregarios, sin una estrategia común y con ataques dispersos, el riesgo no es solo perder la punta, sino perder el rumbo.
Al analizar la dificultad para encontrar un relato opuesto a “orden”, se vislumbra no solo la dificultad para la candidata a la sucesión de Boric, sino que para cualquiera de los candidatos del sector: no tienen un relato que los conecta con lo que parece ser la principal prioridad de la ciudadanía, orden, ni tampoco […]
Este es un libro de fuertes sesgos generacionales, que parte poniéndole fichas a la audacia, a la disociación y al desparpajo. Pero que a medio camino se deja arrastrar por la imaginación romántica.