-La presidenta del Partido Socialista, Paulina Vodanovic dijo que el gran error del PS había sido quedarse callado ante la violencia del estallido social. ¿Compartes ese diagnóstico?
-Yo lo comparto, sobre todo en el sentido de que no se supo distinguir bien lo que era la legítima protesta social por las situaciones de injusticia que son de todos conocidas, respecto de la acción de grupos minoritarios, que fueron los grupos violentos que al final fueron haciendo que el movimiento perdiera apoyo ciudadano.
-¿Cuál fue tu visión personal del estallido; lo apoyaste desde el principio?
-Más que apoyar o no apoyar, lo primero que hay que señalar es que este tipo de movimientos, que no solo ha ocurrido en Chile, sino que también en otros países de América Latina, incluso en Europa y hasta en los Estados Unidos, son bastante sorpresivos y merecen una reflexión profunda.
Porque no son movimientos sociales que tengan una conducción clara, no tienen un planteamiento programático, sino que más bien, como dice el nombre, son una explosión de un malestar acumulado. Eso ha pasado en varias partes, muchas veces a raíz de abusos policiales, como en los Estados Unidos, recientemente en Francia. Y esto ha ocurrido en Colombia, en Ecuador. Entonces, es un fenómeno nuevo, que no es de fácil lectura.
-Alfredo Sepúlveda, que ha escrito sobre la Unidad Popular, ha dicho que a la izquierda chilena le falta hacer la autocrítica, que sí hizo respecto del gobierno de Allende, sobre la revuelta que comenzó el 18 de octubre de 2019.
-No comparto esa tesis. A todas las fuerzas políticas chilenas les ha faltado una reflexión más profunda sobre el estallido social. Porque es muy simple reducir esto a una simple condena pública y hacer como que los problemas no existen. Yo creo que lo que hace falta, más que hacer una autocrítica así en ese sentido, es hacer una reflexión y entender.
Ahora, yo he leído varios libros sobre el tema, hay opiniones bien distintas. No todos están de acuerdo en cuáles son las consecuencias, qué es lo que motivó el estallido. Evidentemente la respuesta que dieron los partidos, que fue el Acuerdo Constitucional, fue insuficiente, porque además de eso lo que debió haber habido fue un pacto social, que no hubo.
-Por otro lado, Cristián Warnken criticó el “silencio ominoso” de la izquierda ante la destrucción urbana. ¿Tú, por ejemplo, denunciaste la violencia en esos tiempos, en esos primeros días?
-Nunca he sido partidario de la violencia. Es absurdo pensar algo así. Yo no voy a estar a favor de que quemen cosas ni que destruyan nada. Soy partidario de las protestas pacíficas. Ahora, evidentemente, suele ocurrir que en los movimientos masivos hay grupos minoritarios que son violentos. Parto de la base de que las fuerzas democráticas condenamos la violencia. No creo que alguien democrático pueda estar a favor de la violencia.
-¿Leíste el libro de Aylwin sobre la UP?
-Sí, en eso estoy.
-Porque aparece una frase tuya, cuando eras subsecretario de Justicia, en 1971, a favor de la dictadura del proletariado. “El socialismo supone un largo camino de transición caracterizado por la dictadura del proletariado y ningún camino que hacia él conduzca puede evadir el punto”.
-Sí, lo que pasa es que tendríamos que empezar a discutir el contexto en el cual se escribió eso. Y no pescar una frase sola, sino que pescar el artículo entero. Lo que quería señalar es que cuando Marx se refiere a la dictadura del proletariado, no se refiere necesariamente a un régimen político. Incluso Marx y Engels veían la posibilidad de que hubiera un avance al socialismo en países democráticos como Inglaterra, Holanda, etcétera.
Entonces, cuando Marx habla de dictadura del proletariado es más bien la idea de que haya una hegemonía de los sectores del mundo del trabajo y a eso, claro, le llamó dictadura del proletariado. Porque Marx consideraba que aunque hubiera democracia política en los regímenes capitalistas, en esos regímenes había una dictadura del capital. Esa es una distinción conceptual. Si se saca de contexto la frase aparece como que uno fuera partidario de establecer una dictadura como la soviética. Esa no es la idea, nunca fui partidario de eso.
-¿Cambiaste desde esa época?
-Todos hemos ido cambiando, hemos ido evolucionando porque en la época de mi juventud, en la década de los 60-70, el marxismo era un imperativo ético. Como dijo Sartre, en la Crítica de la Razón Dialéctica: El marxismo es el horizonte cultural de nuestra época. Eso se acabó. Y evidentemente hoy día no lo es. Entonces el mundo ha cambiado muy, muy profundamente.
-También hay una frase que nos hizo volver a esa época de cierta manera. Fue la que dijo Osvaldo Andrade: este es un gobierno de mierda, pero es nuestro gobierno. ¿Alguna vez la dijiste?
-Nunca la dije. Yo nunca estuve de acuerdo con esa frase. Ni en la UP ni ahora. Lo que pasa es que hubo un cartel con ese eslogan, que salió en una manifestación y se hizo muy famoso. Era un cartel de un dirigente popular.
-¿Qué te parece que Osvaldo Andrade la reflote y la traiga de vuelta?
-Yo creo que es una forma de expresar que puede tener críticas al actual gobierno, pero que él es partidario del actual gobierno. Pero no es la mejor forma de expresar esa idea.
-De hecho al Gobierno le molestó.
-Obviamente. Lo que pasa es que con todo esto que ha aparecido sobre las fundaciones, hay una sensación de crítica que varias personas han expresado. Andrade lo expresó de esa manera. Pero no era la correcta.
-¿Este es tu gobierno, aunque sea un gobierno con problemas?
-Desde luego, porque el Partido Socialista forma parte sustancial del gobierno. Yo no por eso dejo de tener un juicio más independiente de los acontecimientos. Pienso que las fuerzas de gobierno, lo que tienen que hacer es ir debatiendo el rumbo que debe ir tomando el país. A mí me parece, por ejemplo, que ha sido muy positivo lo que ha planteado ahora el ministro Marcel sobre el pacto fiscal. Ese camino es un buen rumbo, y de alguna manera marca la agenda del gobierno de por lo menos este año y parte del próximo.
-¿Qué te parece lo más criticable, las cosas que hay que mejorar, cuáles son los aspectos más preocupantes?
-Hay deficiencias que son evidentes en algunos aspectos sectoriales y al mismo tiempo, todavía hay una dificultad del gobierno para leer la realidad del país y de lo que la gente siente más allá de ciertas visiones ideológicas.
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