-¿Qué rol jugaron Estados Unidos y la CIA en la crisis de la Unidad Popular y en el golpe de Estado?
-Chile está inserto en la lucha ideológica mundial, sobre todo desde fines del XIX, entre las derechas y la izquierdas, la misma que hay en Europa mediterránea. En ese sentido el rol de Chile es importante. ¿Cuál era el punto de orientación de un país como Chile: el modelo soviético, el modelo marxista, el modelo democrático liberal o una dictadura tercermundista? Ahora, decir que Estados Unidos derrocó a Allende, es falso. Dicho así, no es que no haya tenido ningún papel en el golpe.
-Pero financió la oposición a Allende, se habla de 7 millones de dólares.
-Se autorizaron ocho, se gastaron siete o menos. Siempre se pierde algo de plata en el camino, alguien se lleva algo, pero eso vale para todos los bandos. Estamos en este mundo, no en el otro. En todo caso, con esa plata imposible que haya financiado ninguna revolución.
-¿No bastaban para derribar al gobierno?
-No. En septiembre, octubre y primera semana de octubre de 1970, Estados Unidos intentó de verdad hacer algo. Se autorizó plata de la cual se gastó una mínima cantidad. Los famosos 10 millones de dólares que habla Nixon fueron mucho menos. Y en la práctica no se hizo nada porque no había ánimo de golpe. Había algunos grupos que estaban haciendo algo, pero no agarró fuerza. Ya el 15 de octubre Kissinger ordena parar todo esfuerzo porque se da cuenta que eso no iba a resultar. El 64 hubo una enorme intervención de EEUU, pero que no explica de todas maneras el triunfo de Frei.
-EEUU apoyó el plan inicial de secuestro de Schneider.
-Estados Unidos estaba muy complicado de que todo esto se pueda saber, no estaba conforme con el desarrollo del plan y esa fue una de las razones por las que ordenó parar el asunto. Pero los chilenos siguieron por su cuenta. Y así, el intento de secuestro que termina en asesinato sucedió el 22 de octubre, con un final desastroso.
-Está registrado cuando el director de la CIA, Richard James, recibe el apoyo de Nixon para autorizar un presupuesto mínimo de 10 millones de dólares para desestabilizar a Allende. ¿Por qué a Nixon le importaba tanto el experimento socialista chileno?
-El triunfo de Allende fue un shock tremendo. Pues la embajada en general había predicho un triunfo de Alessandri. Y Chile tiene un papel político simbólico importante. No es por su situación estratégica, ni por su riqueza ni siquiera por las inversiones norteamericanas, como la gran minería, sino porque representaba una opción de llegar al poder para la izquierda en el mundo. El gobierno chileno pretendía no pagar ningún dólar por la expropiación del cobre. Incluso exigía que le devolvieran recursos sacando una doctrina medio inverosímil. Pero como digo, la clave es el tema político. En América y también en Europa, donde había grandes partidos de izquierda, impactó hondo el caso chileno, por ejemplo en Francia.
–En una conversación telefónica, Kissinger le dice al director de la CIA Richard Helms que él y Nixon no están dispuestos a dejar que Chile “se vaya por el desagüe”. “Estoy contigo”, responde Helms.
-Kissinger dice que hay un país que ha elegido ser marxista y tenemos que impedirlo. Pero no pudo hacer nada. Después hay una política distinta desde noviembre, que era mantener unas relaciones muy frías con la UP, esperar qué hace Allende y en ese caso responder. Por consejo de la Embajada EEUU apoya a los partidos políticos y a la prensa de oposición de Chile. Por eso va a ser básico para la lucha política. Y eso me parece a mí una preocupación legítima y correcta, desde el punto de vista de EEUU.
-Del mismo modo se dice que el Partido Comunista recibió de la Unión Soviética, unos 600.000 dólares. ¿Qué tan importante fue esa ayuda?
-Está bastante documentado por Olga Ulianova y otros autores. Entiendo que el año 66 el PC recibe varios centenares de miles de dólares. Creo que ningún otro partido chileno ha recibido esa ayuda de afuera en ese tiempo. Por supuesto que Estados Unidos ayudó bastante a la Democracia Cristiana y el 69 volvió a ayudar a los partidos no marxistas. Esos 300 o 600 mil dólares de 57 años atrás hoy serían 3 o 6 millones de dólares. No explican la existencia del Partido Comunista. Eso sería una afirmación un poco infantil, pero sí que es una cosa importante, no son cuatro pesos.
-Hace poco se desclasificaron documentos de la CIA. Uno del 8 de septiembre del 73, dice que no hay evidencia de un plan de golpe coordinado de las tres ramas.
-Desde la Segunda Guerra Mundial en adelante, muchos informes del Departamento de Estado, y de la CIA, están lleno de rumores, llenos de cuentos. Un funcionario norteamericano en Santiago se entrevistó con un dirigente opositor el fin de semana y le dijo que el martes 11 venía el golpe. Pero todos los días recibían algún tipo de informaciones, a veces contradictorias.
Hablar de una coordinación golpista entre las tres fuerzas, en ese momento todavía no era real. De los comandantes en jefe, solo estaba Leigh. Pero no Montero. Merino lideró el golpe de facto. Y en el ejército, Pinochet probablemente sabía, pero no estaba. Oficialmente no sabía nada y al mismo tiempo no dirigía nada. Miraba nomás.
-¿Usted cree que no sabía antes del 9 de septiembre?
-Tiene que haber sabido algo. Pinochet lo tiene que haber conversado. Porque la carta de Merino del 9, dice “Augusto” y generalmente entre ellos no se trataban de tú, salvo que se conocieran. Entonces si se trataban de tú era porque habían conversado antes, indudablemente.
-¿Participaron agentes norteamericanos en el golpe? De la Misión Naval de EEUU en Valparaíso, por ejemplo.
-Quizá alguno apoyó, pero no fue determinante. Hubo comunicaciones durante todos los años de la UP, de oficiales chilenos con militares norteamericano y hablaban de esta cosa. El almirante Carvajal, en diciembre del 73, le dice a un alto jefe naval británico: “qué vienes a decirme, si ustedes nos atacan y cuando yo iba para fuera, ustedes y los norteamericanos nos decían cuándo se van a librar de los marxistas, cuándo van a hacer algo y ahora nos critican”. O sea, eso revela que había conversado.
-¿Qué le parece la manera cómo llegamos a estos 50 años del golpe y cómo se están celebrando?
-El problema es que la clase política está enervada. Otro elemento nuevo es que, a diferencia del 2003 o el 2013, no hay una sola versión. Eso ha creado más confusión, más análisis, alguna tesis interesante, pero también más odiosidades.
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