El director nacional del INDH se encuentra contestado por parte de un directorio políticamente dividido y por funcionarios que realizan paros. Desde una visión partisana comprometida con una oposición radical al gobierno, se le exige declarar que hubo violaciones sistemáticas a los DDHH, pero el INDH al igual que la Oficina de la Alta Comisionada de la ONU, considera que menos que sistemáticas, las violaciones fueron “graves, masivas y reiteradas en el tiempo”, responsabilizando de ellas a los métodos, protocolos y cultura institucional de Carabineros.
En el ojo de huracán. El Instituto Nacional de los Derechos Humanos, institución estatal autónoma que tiene por objeto proteger los derechos humanos de los chilenos y extranjeros que viven en el país, desde el estallido social de octubre 2019, ha estado en el ojo del huracán: exigido al máximo en una situación inédita en democracia, debió extremar sus capacidades para, aparte de cumplir sus tareas permanentes, enviar misiones de observación a distintas regiones del país, participar presencialmente de las manifestaciones del estallido social observando la conducta policial en ellas, consignar las denuncias por violencia innecesaria y violaciones a los derechos humanos presentando, según su informe estadístico en la página web, 2.349 querellas ante los tribunales de justicia para defender los derechos de 2.825 personas afectadas especialmente por acciones de Carabineros.
Visión partisana. Es probable que además de disputas de poder en el seno del mundo de los DDHH, las críticas al INDH tienen que ver con su negativa a hablar de violaciones sistemáticas a los DDHH, es decir, afirmar que estas hayan ocurrido como consecuencia de una instrucción emanada del más alto nivel político para impedir las manifestaciones.
No hay que sentarse en los laureles. Chile ha decaído en los indicadores de percepción de la corrupción en los últimos 10 años y no hay semana en que un escándalo no golpee a la ciudadanía. Estas crisis deben ser oportunidades con visión de Estado para fortalecer nuestra institucionalidad y aislar a quienes están dispuestos […]
Si queremos salir del hoyo en que estamos, requerimos de nuevos líderes que nos hagan recuperar la estructura normativa, pero de manera más ética y no autoritaria. Necesitamos urgentemente salir del marasmo y la anomia, para mirar el futuro con esperanza.
Mientras el Presidente posiblemente considera que sus buenas intenciones de origen lo hacen digno de todos los perdones que reclame, gran parte de la sociedad, a estas alturas, ya mira sus disculpas con recelo. Más aún si estás habitualmente ocurren cuando el mandatario está en problemas o se aparecen motivadas por circunstancias electorales.
Los partidos gobiernistas hicieron todo lo posible para erosionar, aportillar y quitar legitimidad a la Constitución vigente, al punto de declararla muerta, pero, ahora piden mantenerla. Socavaron irresponsablemente las bases de la institucionalidad, alentaron el “parlamentarismo de facto”, al punto de aprobar artículos transitorios a la Constitución para… ¡permitir el retiro de los fondos previsionales! […]
La coalición de Gobierno del Primer Mandatario ha experimentado un desfonde no tan sólo ético, tras el caso Convenios, sino que también político y doctrinario. Ya no hay programa, no hay liderazgos, no hay proyecto. Es tan desolador el panorama que la izquierda ha debido buscar refugio en la guarida política más inhóspita, para evitar […]