Islandia estaba en bancarrota cuando en 2010 el escritor Halldór Guomundsson tomó el desafío de dirigir la participación de su país en la Feria Internacional del Libro de Frankfurt 2011 como invitado de honor. Los tres principales bancos islandeses colapsaron y parte de la población no entendía que el país entrara en gastos millonarios por promover la cultura.
La corona islandesa había perdido dos tercios de su valor. Comparado con el tamaño de su economía, el colapso bancario de Islandia es uno de los mayores producidos por cualquier país en la historia económica mundial. También en el mundo editorial alemán hubo críticas a la participación de Islandia porque pensaban que no podrían hacer una buena presentación. Todos se equivocaron.
“Es justamente en los momentos de crisis cuando un país tiene que estar presente en eventos de la talla de la Feria del Libro de Frankfurt”, explicó Guomuondsson a Ex-Ante vía telefónica desde Islandia.
Ello, en medio de la controversia desatada luego de que Ex-Ante revelara que Chile descartó ser el invitado de honor a la Feria de Frankfurt 2025, argumentando falta de recursos -el ministerio de Cultura habla de un gasto de 8 millones de dólares- y de personal. Algo inédito en la historia de este evento y que provocó que el Presidente Gabriel Boric desautorizara al ministro de Cultura Jaime de Aguirre, señalando que “esta decisión no pasó por mí ni me fue comunicada oportunamente. Yo le manifesté al ministro De Aguirre mi discrepancia”.
De acuerdo con la experiencia de Guomuondsson, el escritor islandés señala que “de lo único que se hablaba era de que estábamos en bancarrota, pero tras la feria el mundo empezó a hablar sobre las fortalezas, la cultura de Islandia. Algo similar empezó a ocurrir dentro del país. En tiempos de crisis hay que trabajar en el legado del país y mostrarlo al mundo. En el ámbito de la cultura la feria de libros de Frankfurt es una oportunidad única. Hay que pensar en la imagen del país de manera internacional”.
El ministro de Cultura (Jaime de Aguirre) dijo que Chile necesitaría 8 millones de dólares para estar en la feria. ¿Cómo lo hicieron ustedes?
¡Ocho millones! Eso es una exageración. Yo ya no tengo cargos públicos así que puedo decir lo que pienso. Nosotros lo hicimos con tres millones de euros, pero no todo provino del Estado. También aportó el sector privado, las editoriales. Y trabajamos mano a mano con personal de la Feria. Se puede hacer con muchísimo menos.
¿Cómo lograron motivar al pueblo islandés sobre los beneficios de participar en la Feria del Libro?
Pensamos el pabellón en torno al tema del lector y el libro. Hicimos un llamado a la población a que nos enviaran fotos de los estantes con libros que tienen en casa, que viéramos qué estaban leyendo y dónde. Tuvimos una gran respuesta. Miles de personas nos dejaron ver sus casas, las zonas que dedicaban a los libros. (Un islandés promedio lee 8 libros al año. Tienen el récord).
Creamos un pabellón replicando esas bibliotecas caseras con muebles reciclados. La creación del pabellón costó 300.000 euros. Luego hicimos un llamado a todos los jóvenes islandeses que estudiaban en Alemania. Ellos trabajaron voluntariamente a cambio de hotel y comida. Ellos nos ayudaron con el contacto con el público durante el día y limpiando durante la noche. La participación en la Feria de Frankfurt se convirtió en un honor para todos.
Usted también fue comisario del pabellón de Noruega en 2019, país que lo contrató cuando fueron los invitados de la Feria de Frankfurt. Noruega es uno de los países más ricos del mundo, si se mide el PIB per cápita. ¿Qué diferencias hubo en ese proyecto con el islandés?
Noruega fue mucho más fácil de organizar. La principal diferencia es que el dinero no era tema. Sin embargo, el presupuesto fue de 4,5 millones de euros. También obtuvimos cooperación del sector privado. Y no lanzamos la casa por la ventana. El Estado noruego financió 3 millones del total. Así que si sumas lo invertido por Islandia y lo de Noruega en conjunto te daría esos 8 millones de los que habla el ministro chileno.
¿Qué debe evitar un país al participar como país invitado? ¿Hay algo que haría diferente?
Yo estaría atento a no pagar todo. En Alemania muchos están acostumbrados a que los países invitados paguen todo. Nosotros no lo hicimos. Y los museos colaboraron con nosotros, hicieron su parte. La gente participa en la Feria del Libro por pasión, no para hacer dinero. Trabajamos codo a codo con los alemanes en la feria, en los museos; creamos grupos de amigos de Islandia, hablamos con reporteros de todo el mundo; cooperaron desde los cónsules honorarios de Islandia en Alemania a los empresarios de las pesqueras. Chile tiene tantos escritores excelentes y constantemente aparecen nuevos autores que hay que compartir con el mundo. La feria es una oportunidad única para lograr estos objetivos.
¿Qué consejo le daría al gobierno chileno si se aceptara la petición chilena en Frankfurt?
¡Háganse visibles para el mundo! Yo no trabajo en la Feria y no gano nada al hacerles publicidad. Pero de verdad que es una plataforma impresionante para lanzar globalmente la cultura de un país. Muchos conocen a Neruda, pero hay muchos más escritores en Chile. Le diría al gobierno chileno: involucren a su gente (en el proyecto) y tengan fé.
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Arturo Porzecanski, es un economista del uruguayo, actual investigador del Centro de Estudios Latinoamericanos de la American University, en Washington DC. Previamente se destacó por su carrera profesional de tres décadas como asesor económico en Wall Street, en los bancos de inversión JP Morgan, Kidder Peabody, ING Barings y ABN Amro.