Las graves irregularidades que expuso el contralor Jorge Bermúdez en el marco del caso Convenios dejó en tela de juicio la permanencia del ministro Carlos Montes en el gabinete, más aún luego de que la derecha anunciara una ofensiva fiscalizadora cuyo desenlace aún no está del todo claro. Con un menor protagonismo del ministro Luis Cordero, una suerte de coordinador del caso Convenios en el gobierno, Montes salió a reafirmar su decisión de mantenerse en el marco y, al revés de la ministra Camila Vallejo, evitó enfrentar a la oposición. Para algunos había una razón de fondo: el enfrentarlos equivale a endurecer una ofensiva en su contra, en momentos en que La Moneda confía que, al menos en RN, no se plegarán a una acusación constitucional en su contra. Lo que no está claro es la intensidad del “fuego amigo”.
Qué observar. El contralor Jorge Bermúdez expuso este jueves ante la comisión investigadora del Caso Convenios el documento “Presentación de la Contraloría ante la Comisión Investigadora encargada de fiscalizar los actos de gobierno relacionados con la transferencia de fon dos en el marco del Programa de Asentamientos Precarios del Minvu”.
- En su exposición ante la comisión, Bermúdez expuso al menos 10 graves debilidades en el diseño institucional en materia de transferencias a fundaciones, entre las cuales se encuentra la “ausencia de control político, de mérito o conveniencia de los proyectos que se financian por vía de transferencia”.
- Su exposición abrió una ola de críticas de la derecha hacia el ministro Montes, a partir de su responsabilidad de mando, lo que pasó desde el estudio de una acusación constitucional a una interpelación en la Cámara de Diputados.
Montes toma la ofensiva. Desde inicios de julio, cuando el caso Democracia Viva se instaló en La Moneda, el ministro Montes se había volcado a la gestión del Minvu, dejando las vocerías en la manos de su par de Justicia Luis Cordero, quien se convirtió en una suerte de coordinador del caso Convenios al interior del gobierno.
- Esta vez Cordero ha tenido un papel menos protagónico -en medio de los problemas propios de su cartera, tras el revés por la designación de María Elena Leiva, hermana del diputado PS Raúl Leiva- y Montes fue quien pasó a la ofensiva.
- Al igual que La Moneda, la línea de defensa del ex senador PS apuntó a que la debilidad del sistema del traspaso permitió que penetraran casos de corrupción y severos desórdenes, pero también enumeró las acciones administrativas, judiciales y políticas que ha tomado su ministerio y desechó que el caso Convenios apuntara a un modus operandis en la actual administración (como sugirió el contralor Bermúdez, aunque él no negó en su exposición).
- Pero, quizás más importante aún, Montes salió a dar certezas de que no estaba dispuesto a renunciar, en medio de una serie de trascendidos que circularon en el Congreso y el posible ajuste de cuentas del Frente Amplio por la salida en solitario del ministro Jackson a partir del escándalo Democracia Viva.
- “No voy a renunciar, voy a seguir trabajando en las tareas que estoy”, dijo Montes, colocando además un borde a la ofensiva opositora. “Aquí las renuncias de los Seremi se les pide cuando corresponde por desempeño, pero también cuando hay hechos concretos que lo exigen”, dijo, pese a las graves anomalías detectadas por la Contraloría a través de todo el país.
- Con el blindaje de La Moneda a sus espaldas, el titular del Minvu apuntó a mejorar el modelo de transferencias, pero con una clara diferencia de la estrategia que ha adoptado hasta ahora el Gobierno: Arremeter contra la derecha.
- El jueves, la ministra Camila Vallejo señaló: “Tal como lo ha expresado el propio Contralor, esto tiene que ver con una debilidad instituciobnal cuyo diseño no se originó en este gobierno, sino que en el anterior”.
- Montes, un político hábil, evitó enfrentar a la oposición. Para algunos había una razón de fondo: el enfrentarlos equivale a endurecer una ofensiva en su contra, en momentos en que La Moneda confía que, al menos en Renovación Nacional, no se plegarán a una acusación constitucional en su contra y que la derecha aún no tiene los votos para lanzar una acusación constitucional.
- De ahí que el escenario que hasta ahora se maneja en el palacio de gobierno apunta a que la posibilidad de una interpelación sea la más viable, un escenario que no es del todo incómodo para el secretario de Estado.
El frente interno. En junio, cuando estalló el caso, el ministro Montes se convirtió en el pararrayos de La Moneda para enfrentar la crisis.
- Con el paso de las semanas en la centroizquierda se instaló como un secreto a voces que Giorgio Jackson, presionado por una acusación constitucional que había anunciado la derecha, no estaba dispuesto a abandonar solo el gabinete, dada la carga que supone marcharse de la administración Boric siendo tildado por los republicanos como “el rostro de la corrupción en Chile”.
- Para algunos, Jackson siempre apostó por irse junto al ministro Montes.
- El problema fue que los socialistas enviaron señales a La Moneda de que Montes no podía pagar el costo de una crisis que tiene como actores principales a RD y su fundador.
- En julio, el Socialismo Democrático apostaba a que Jackson diera un paso antes de que se votara una acusación constitucional, apostando a no pagar el costo político de lo ocurrido en el seno del Frente Amplio y, particularmente, de RD.
- En las últimas 24 horas ha vuelto a resurgir la tesis de que el Frente Amplio puede salir a cobrar cuentas, lo que en el Socialismo Democrático hace sentido (algunos incluso dicen que ya comenzaron los disparos).
- Está por verse lo que haga la derecha en los próximos días y si la izquierda pasará ahora cuentas por la salida en solitario de Jackson, el principal socio político de Boric.
- Lo claro es que el PS cree que los costos políticos del caso Convenios ya fueron pagaron con las salidas de la entonces subsecretaria de Vivienda Tatiana Rojas, y con la renuncia de Giorgio Jackson, ambos de RD. Y que es inviable que el gobierno le quite piso político a su ministro, ya que los problemas apuntan a todo un sistema y que cualquier paso en falso sería dispararse en los pies.
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