Enero 20, 2022

Francisco Vidal relata su experiencia con el poder del segundo piso de La Moneda, con miras a la instalación de Boric

Marcelo Soto

Exministro del Interior, de Defensa y Secretario General de Gobierno, Francisco Vidal conoció de cerca el funcionamiento del segundo piso en el gobierno de Lagos y en el primero de Bachelet. Desde esa experiencia, cuenta que este grupo de asesores funcionó muy bien con Lagos, pero en la actual administración ha sido “injerencista”, sobrepasando a los ministros. A continuación, el relato que hizo Vidal el 20 de enero, previo a que Boric nombrara al gabinete.

-Finalmente, Giorgio Jackson, que es el hombre fuerte de Boric, no aterrizó en el Segundo Piso, y el Presidente electo estaría preparando un nuevo diseño para su grupo de asesores, con figuras que se encargarán de distintos temas, como el sociólogo Carlos Durán, la experta en Seguridad Lucía Dammert, el consejero del INDH Salvador Millaleo, y el columnista Ernesto Águila. ¿Hay mucha mitología sobre este grupo de asesores del Presidente, qué tan poderoso es?

-No siempre ha sido igual. Segundo piso o sus equivalentes han existido siempre, en todos los gobiernos. Pero hay un cambio sustantivo en la dictadura, porque con lógica militar se estableció como segundo piso el denominado Estado Mayor Presidencial. Esa es la primera vez en dictadura  en donde se la da una connotación de estado mayor. Pinochet ahí tenía concentrado el seguimiento de las políticas públicas, de los funcionarios, la estrategia política, económica y social.

-¿Cómo funcionó o se modificó en democracia?

-Con Aylwin viene un segundo piso más tradicional. Después viene Frei, lo mismo. Y el que hace el giro más estructural es el presidente Lagos. El segundo piso de Lagos, que ha sido el más afiatado, tenía dos dimensiones. Un grupo estratégico que encabezaba Ottone y un grupo de seguimiento de políticas públicas que encabezaba Eugenio Lahera. Ninguno estaba sobre el otro, sino que sencillamente ambos informaban por separado al presidente. O sea, no hubo un jefe de segundo piso con Lagos.

Ellos se entendían solo con el presidente y con los ministros solamente recababan información, pero no daban ninguna instrucción. Y eso era muy bueno para separar la función ejecutiva de los ministros, de la función de supervisión, que hacía Lahera con políticas públicas, y la función estratégica de Ottone.

Después viene Bachelet 1 y hace algo distinto: hay un conjunto de asesores más tradicionales, está la Patricia Poblete, haciendo un poco el rol que había tenido Lahera con Lagos, pero no había con Bachelet un equivalente al grupo de Ottone. Podría haber estado ahí Pedro Güell. Pero no era tan estructurado.

– Fuiste ministro del Interior  y de la Secretaría General de Gobierno de Lagos. ¿Cómo fue tu experiencia con el segundo piso, tuviste diferencias o encontrones?

-No, para nada. Lagos instruyó que él se entendiera con los ministros. Cuantas veces yo fui a reuniones con Lahera, donde evaluábamos las políticas públicas del ministerio que yo tenía a cargo, pero no recibía instrucciones de Lahera. Tuve muchas veces reuniones con Ottone, para que él percibiera como era la realidad en La Moneda y en el Congreso para sus análisis estratégicos con el presidente.

-¿Nunca pasaban a llevar a los ministros?

-Nunca. Opinábamos y conversábamos, pero nunca recibí una instrucción ni de Ottone ni de Lahera. Por eso digo que es el segundo piso que mejor funcionó. Porque en mi opinión tanto Lahera como Ottone hicieron muy bien su trabajo, pero no interferían en el trabajo de los ministros, que solo eran supervisados por el presidente.

-¿Cómo fue tu experiencia con el primer mandato de Bachelet?

-El segundo piso en estricto rigor el que mandaba era Peñailillo. Nunca tuve reunión con Pancho Díaz, que estaba entre los asesores. Yo me entendía todo con Peñailillo.

-Era un asesor poderoso.

-Como jefe de gabinete era el de mayor información. Pero esa es la diferencia. Los jefes de gabinete de Lagos se reducían a esa función: Matías de la Fuente, Enrique Paris, el Cacho Rubio. Peñailillo era mucho más que jefe de gabinete. Era una mezcla entre Ottone y Lahera. Pero sin estructura.

El grupo de Ottone tenía una estructura: una agenda con el Presidente, miraban las encuestas. El grupo de Lahera también. Por ejemplo en toda audiencia del presidente con sus ministros había una persona del grupo de Lahera tomando nota. No intervenía, pero tomaba nota.

-¿En este gobierno de Piñera ha aumentado la influencia del segundo piso?

-Las experiencias de Piñera han sido distintas. Particularmente en este gobierno, yo creo que Larroulet  y su grupo, por lo que he conversado con Desbordes, con Carlos Larraín, son más injerencistas. El tema de la salida de Briones, la salida de Sichel, ahí estuvo la mano del segundo piso. Yo creo que a diferencia del muy buen ejemplo del gobierno de Lagos, este segundo piso en particular es demasiado poderoso en su influencia sobre los ministros.

-¿Está desbalanceado?

-Exactamente.

-Se cuenta que Benjamín Salas estuvo un mes revisando las cifras de la pandemia en el Minsal…

-Por ejemplo. Un ciudadano completamente al margen de cualquier estructura.

-¿Giorgio Jackson te parecía una fórmula adecuada en el Segundo Piso?

-Yo creo que sería el mejor nombre, porque sería el equivalente de Ottone y Lahera juntos. Sin embargo creo que Jackson va a terminar de ministro del Interior. Creo que no hay nadie tan cercano a Boric como Jackson. Y la clave del ministro del Interios que le va bien es el que tiene una confianza directa con el presidente de la República. Obviamente confianza política pero además confianza personal. Eso tiene una razón evidente: la información que tiene el ministro del Interior de todo tipo, solamente es entregable si hay confianza total al presidente de la República. Si el ministro del Interior se guarda información, porque no le tiene confianza en los temas duros, o el presidente no le transmite todo a su ministro del Interior, ahí se produce un cortocircuito.

-¿Así fue con Bachelet?

-Andrés Zaldívar duró cuatro meses, Belisario Velasco duró dos. Fíjate que Pérez Yoma finalmente se entendió con Bachelet, logró confianza.

-Finalmente, Jackson aterrizó en Segpres.

-También. Yo tengo otra experiencia. La Segpres por definición tiene que ser un ex parlamentario. El que ha sido parlamentario y está en la Segpres parte con una ventaja enorme, porque conoce los códigos de pasillo del Congreso. El que no ha sido parlamentario tiene que aprender y no es fácil.

-Segpres también es un cargo clave, que puede ser muy poderoso dependiendo de quién lo asuma.

-Acuérdate de Boeninger, que fue un Segpres muy poderoso. Una mezcla de Ottone, Lahera, de los que han hecho la pega bien ahí. La estrategia de la Concertación es Boeninger. Fue Segpres y de ahí no se movió.

-¿Crees enviar a Jackson a Interior era exponerlo en un cargo que va a ser muy complicado?

-Es un Interior que va a tener un tremendo peso sobre sus hombros, porque ni te cuento lo que viene. Delincuencia, narcotráfico, migración y el rey de los temas, que es La Araucanía. Izkia Siches como ministra del Interior es algo histórico, pero hay que tener más experiencia en mi opinión.

-¿Qué le habrías recomendado al presidente?

-Giorgio Jackson como ministro del interior. Izkia Siches sería una estupenda vocera. Para Salud está sobre indicada, pero ella da más que un ministerio sectorial.

-En todo caso, Jackson no querría ser ministro del interior. Podría quemarse muy rápido.

-Nadie quiere. Por lo mismo, porque es una papa caliente. Además, estoy convencido de que la CAM, Resistencia Lafkenche van a probar al nuevo gobierno desde el 11 de marzo. Los grupos políticos militares de la Macrozona Sur la historia indica que van a desafiar al gobierno.

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