-¿Cuál es tu evaluación de lo que se aprobó y se rechazó ayer en el Congreso?
-Se aprobó en general la reforma, pero se rechazaron los ejes principales de la misma. La reforma quedó reducida a un libro sin páginas. Se rechazó el 6% y la distribución de este. También, la creación de un fondo estatal para administrar esa cotización o parte de ella (el fondo estatal solidario). Además se rechazó el inversor estatal de pensiones, es decir, se rechazó que el Estado sea el actor central del sistema de pensiones.
La consecuencia de la votación de la Cámara es que los pensionados tendrán que esperar por la porfía del Presidente Boric y de los ministros Jara y Marcel, que no quisieron escuchar ni a los ciudadanos ni a los expertos. Esta reforma no tenía viabilidad. Y ahora lo más importante es que el Senado tendrá que hacer el trabajo que el gobierno hizo mal. La reforma se va a rediseñar en el Senado.
-¿Qué es lo que más preocupa de lo aprobado?
-Estuvo mal que se aprobara la división de la industria. No existe sustento técnico que justifique que un monopolio privado o estatal vaya a ser más eficiente, brinde mejor servicio y entregue mayor seguridad a los usuarios. Todos sabemos que los monopolios tienden a abusar y dar peor servicio.
¿Por qué el gobierno nos quiere convencer de que un monopolio va a ser bueno? Cuando nunca ha sido bueno. Y el gobierno usa el ejemplo del fondo de cesantía, pero resulta que en la licitación del fondo de cesantía no se presenta más que un solo postor que ganó el contrato en la primera licitación.
-¿Le queda sustento a la reforma del gobierno?
-La columna vertebral de la reforma del gobierno incluye, por una parte, favorecer la estatización total o parcial de la administración de los fondos, dejándolo al alcance de cualquier gobierno. Eso es enteramente inaceptable para el 84% de chilenos que quieren elegir.
La reforma que quiere el gobierno no es la que quieren los ciudadanos y no tiene apoyo técnico. Por tanto, hay que olvidarse de esa reforma. No hay espacio para que el gobierno vuelva a insistir en la misma reforma, porque va a chocar nuevamente con una pared.
En el fondo, la reforma del gobierno es injusta, porque perjudica a la clase media, a los cotizantes jóvenes y favorece la estatización de los fondos. Nada de eso es aceptable.
-¿Cómo queda el panorama en el Senado?
-El Senado tiene que hacer el trabajo que el gobierno hizo mal. Y esa labor consiste en escuchar a los técnicos y a la ciudadanía. Y hacer una reforma de pensiones que aumente las pensiones, pero que al mismo tiempo respete que los trabajadores son dueños de sus cotizaciones, que vayan a su cuenta individual, que se aumente la PGU y que se cambien las regulaciones para los administradores.
-¿Cómo queda la ministra Jara y el ministro Marcel?
-En cualquier gobierno hubieran renunciado los ministros responsables de imponer una votación de una reforma sin los votos necesarios para aprobar su contenido. La ministra desnudó la intención del gobierno de tomar control de los fondos, cuando aludió a que echaba de menos que hubiera un control democrático de los fondos de pensiones, o sea un control político. Ahí confesó que el diseño de la reforma facilitaba que los fondos quedaran al alcance de cualquier gobierno.
El gobierno y sus ministros quedan muy debilitados por haber forzado una reforma que no tenía los votos.
-¿Y qué efectos tuvo en la oposición?
-La oposición -en lo que corresponde a Chile Vamos y Republicanos- salen muy fortalecidos porque en la unión está la fuerza.
-¿Y Demócratas y Amarillos?
-En el caso de Demócratas y Amarillos me sorprendí, porque son partidos nuevos, que asumo quieren crecer, y que votaron en forma confusa para los ciudadanos al respaldar la idea de legislar, pero en contra de los ejes centrales. No se entiende por qué si estaban en contra de los ejes de la reforma, no votaron en contra en general de la reforma.
Perdieron una oportunidad de quedar como héroes, en un momento en que el 73% de la ciudadanía pedía que las cotizaciones fueran a sus cuentas individuales y el 84% pedía poder elegir administrador. Les faltó liderazgo para captar la oportunidad de haber sido decisivos en echar abajo la reforma.
Sin embargo, sí hubo sectores de Demócratas que estaban por rechazar, como por ejemplo, su vicepresidente Gabriel Alemparte y otros.
-¿Qué otros efectos políticos tuvo la discusión? Por ejemplo, el rol del diputado Diego Ibáñez (CS).
–Diego Ibáñez, presidente del partido del presidente Boric, cometió una bajeza inaceptable con la presidenta de Demócratas, pero yo veo que estos últimos estaban contra los ejes de la reforma desde antes.
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