A juicio de Ascanio Cavallo, periodista y escritor, la presente campaña presidencial da cuenta de un fenómeno inédito en la historia reciente con candidatos que surgieron a tres meses de la elección. El Premio Nacional de Periodismo y autor de la saga de libros “La Historia Oculta…”, que ha repasado al régimen militar, a la transición y, ahora, próximo a salir -escrito con Rocío Montes-, a los gobiernos de Lagos y Bachelet, aborda en esta entrevista la actual relación entre los medios y la política.
Una vez escuché en una entrevista radial que ni su familia sabía por quién votaba, ¿mantendrá ese misterio para las próximas elecciones?
Totalmente, nadie sabe por quién voto. Yo entiendo que es una obligación de periodista. Soy periodista político. No quiero estar militando. Esto que que creo yo, tal vez sea exagerado, pero es parte del trabajo. Entiendo que otros periodistas de otros campos se sientan más libres, pero tampoco lo entiendo mucho, pero bueno, yo estoy en política. Tampoco he votado nunca en una primaria.
¿Y en una segunda vuelta presidencial, sí, supongo?
Ah, sí. Te digo en una primaria, porque creo que en una primaria es necesario ser un simpatizante, por lo menos. La segunda vuelta creo ya forma parte de los deberes cívicos.
Le llama la atención que en nuevas generaciones de periodistas exista una corriente para volver al “periodismo de trinchera”, donde se toma una postura muy clara y se defiende esa postura en los medios.
Siempre ha habido grupos de periodistas y medios que creen que eso es lícito y creen que eso correcto. Yo discrepo. Creo que uno toma distancia de sus propias creencias, no estás suficientemente habilitado para tratar de ser objetivo.
Uno puede terminar haciendo relaciones públicas…
Claro y promoción de las ideas. Y, en general las ideas que tenemos los periodistas, con perdón de todos mis colegas son bien poco interesantes (sonríe).
Sin decir por quién va a votar, ¿ya tiene claro por quién votará en la presidencial?
No, ni tampoco lo diría. Porque todavía no está clara la presidencial. Recién sabemos que parece que hay siete candidatos. Sí creo, que esta elección es las más rara que hemos tenido en los últimos 30 años. Ha sido una campaña extremadamente corta, con candidatos que acaban de aparecer a 90 días de la elección. Es completamente inédito. Si he hubieras preguntado hace un año quiénes serían los candidatos, no podría decir que son los que están hoy día. Las campañas de países con tradición presidencial no son menos de un año, piensa en EE.UU., en Argentina, Colombia, México. Una campaña como la actual es absolutamente inédita
¿Ud. es de lo que cree que después del plebiscito constitucional se desmoronaron los paradigmas con los que se movía el periodismo político, que antes convivía con dos bloques hegemónicos?
No, creo que es un proceso anterior. El plebiscito puede haber sido una expresión más estridente, pero es un proceso que veníamos viviendo desde el 2018 y antes incluso. Las coaliciones grandes no habían terminado de desmoronarse, pero uno veía que el mundo de la centroizquierda, se estaba dispersando. No así la derecha, porque la derecha tiene una suerte de obligación unitaria.
¿Los medios hemos sido capaces de leer ese fenómeno?
No, creo que estamos muy golpeados, estamos muy debilitados, no por las crisis sociales. Nos debilitó la entrada violenta de los medios digitales, el robo masivo de contenidos por redes de internet, la caída de los ingresos de las salas de redacción. Hemos pasado un período muy difícil y que nos ha hecho dejar de reportear, una cosa muy delicada. Pongo un ejemplo, el libro “Siete Kabezas” (escrito por el arquitecto Iván Poduje). Me produjo una envidia enorme, porque dio cuenta lo que ninguno de nosotros había hecho. Lo que hizo él, obvio, fue salir a caminar el 19 de octubre. Lo hizo un arquitecto. Todas las manifestaciones posteriores al 18 fueron cubiertas desde una cámara fija. Vi poco trabajo de campo. Eso hizo evidente la crisis de las salas de redacción. Y la pandemia, lo agravó, porque nos mandó a todos para la casa.
También hay críticas de los candidatos a los medios de comunicación. Sebastián Sichel afirma que los periodistas no se han dado cuenta de que estamos en un nuevo ciclo político ¿Coincide?
No, para nada, cuando las críticas vienen de los políticos, hay que mirarlas con una sonrisa. Si hay alguien que no tiene autoridad para decir esas cosas, son los políticos, porque ellos son los objetos de análisis. No al revés.
Gabriel Boric critica la concentración de los medios. Si bien él es más moderado, detrás de Boric hay figuras políticas con un discurso constante contra los medios tradicionales. ¿Ve fundamentos en esa crítica?
Si alguna vez esa crítica tuvo fundamentos, no creo que la tenga ahora. Lo que ocurre ahora es una fragmentación de medios. Pero tampoco creo que sea justa esa crítica, porque el principal medio de comunicación del país, del punto de vista de audiencia, siempre fue del Gobierno, TVN. Claro, entiendo que se referían a la prensa escrita y hablaban del duopolio. Tampoco era cierto, porque siempre hubo algún medio alternativo o diferente. Otra cosa es que no les gustara. Pero a los periodistas tampoco nos gusta que les gusten los medios. No estamos para eso.
Jaime Bassa recientemente citó en redes sociales un informe de una universidad que acusaba una supuesta conspiración para atacar a la mesa de la Convención.
Es muy difícil que periodistas de distintos medios se confabulen en una conspiración. Es muy difícil de lograr. Lo cierto es que la Convención ha tratado muy mal a los periodistas. No les dio espacio en sus primeros días, los mantuvo en los jardines, no los dejaban entrar. Un maltrato inicial que creo que fue por ignorancia, pero que no se habría permitido en ningún parlamento del mundo. Los periodistas no entraban en su mapa mental, después los empezaron integrar y lo primero fue ponerle restricciones. Creo que eso se ha ido corrigiendo. Fue una discusión muy negativa para la propia Convención. Si algún organismo quiere poner restricciones, lo que tenemos que hacer los periodistas es quebrantarlas, por las buenas o por las malas. Cuando el almirante Merino, a La Época, nos puso restricciones y nos prohibió el ingreso, lo que todos dijimos, entremos igual, por qué tenemos que aceptar esta prohibición.
Ya que mencionó a La Época, diario que dirigió ¿ud. cree que se habría salvado de la crítica que se hace contra los medios o la habrían metido en el mismo saco?
No, creo que siempre se hizo una distinción con La Época, pero era una distinción que se hacía con el más débil. En su tiempo, La Época tenía un gran respeto del mundo político, tenía fuentes diversas. Salvo en los últimos dos años de Pinochet, ahí sí tuvimos problemas.
Pero piense que ahora la crítica es contra los 30 años, no contra los 50 años, y La Época habría sido parte de los 30 años.
Ah, bueno (sonríe), en ese sentido tal vez seríamos parte del montón.
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